Práctica de robótica virtual con OpenRoberta

15 diciembre 2022

Os dejo por aquí esta práctica de un robot buscador hecha en el entorno OpenRoberta

Es un pelín más complejo que otras cosas que os comparto, pero empieza desde una idea sencilla y vamos completando y perfeccionando el proyecto. Uno de los objetivos es ir pasando por las distintas posibilidades tanto del lenguaje de programación como del hardware del robot.

Aunque se pueda usar como un entorno puramente virtual, este entorno está pensado para probar programas que vayan luego sobre robots reales, por lo que su comportamiento es «poco exacto», no te va a girar o a moverse con la precisión de Scratch, sino con la «imprecisión» de un robot real. De esta forma la programación es «realista», lo que le añade un atractivo más.

Agradezco a los creadores de este entorno su trabajo y, por supuesto al INTEF que es quien ha confiado en mí para escribir esta actividad y la comparte en su web.


Prácticas para simulador de Robótica VR-VEX

15 febrero 2022

Aquí de nuevo os dejo unas 70 jugosas páginas de prácticas de robótica pensadas para aprendizaje autónomo listas para que puedan usarlas estudiantes o curiosos con muy pocos conocimientos previos.

La particularidad más curiosa de esta aplicación es que puedes «ver» al robot en funcionamiento porque actúa en un entorno de «REALIDAD VIRTUAL» en el que puedes elegir varios puntos de vista: cenital, subjetivo…

Quizá os ayude a hacer prácticas algo más «realistas» en estos entornos de mucho cuidado sanitario, estudiantes en remoto, etc.

Vaya, aquí lo lleváis.

Se agradecen correcciones, comentarios, difusión y apoyo… para lo que os dejo mi ko-fi 😉


Sin feedback no hay paraíso o por qué es tan fácil ser negacionista

16 noviembre 2021

Me perdonarán el anglicismo. Feedback suele traducirse por «realimentación», aquí lo usaremos en el sentido de «respuesta que te devuelve el entorno ante una acción». Voy a explicaros por qué nos encanta.

Pensemos en un calentador de agua. Podría ser un recipiente con una resistencia y un botón que lo hiciera encenderse y apagarse. Suficiente. Podríamos mejorarlo con un temporizador, de forma que, después del tiempo programado, se parase.

En ambos casos, la máquina no sabe «qué tal están saliendo las cosas», no recibe feedback, no sabe qué le está pasando al agua. De hecho, podría ser que se nos hubiera olvidado llenarlo.

Mucho más ventajoso es poner un sensor de llenado que nos advierta si hay agua en el recipiente, un sensor de temperatura que nos diga si hay que seguir calentando el agua para llegar a la temperatura que le he marcado, a la que me gusta el té. Esta información sobre el llenado y la temperatura es el feedback.

En vuestras casas, tenéis el «termostato» para la calefacción. Marcáis una temperatura objetivo y la caldera se encenderá hasta que se alcance. Si ese día hace mucho frío se encenderá más, si no, se encenderá menos.

Este es un modo de funcionar muy interesante en automatismos y robótica.

Anda HASTA QUE toques la pared

Calienta HASTA QUE se alcance la temperatura objetivo

Cierra la mano robótica HASTA QUE hagas contacto con el objeto.

Si os fijáis es una orden sencilla pero muy adaptable a variadas circunstancias. En cada ocasión funcionará tanto como sea necesario.

Necesitamos, por lo tanto, sensores que tomen datos del exterior y los pasen al sistema para que evaluemos qué tal vamos y tomar decisiones sobre si seguimos o paramos. Esto se llama trabajar en lazo cerrado.

Fuente

Nuestro cuerpo funciona así gracias a la multitud de sentidos y sensores que van informando a nuestro sistema nervioso de la situación y este pone en marcha medidas y soluciones para problemas tan variados como mantener el equilibrio, regular el azúcar en sangre, sudar, variar el ritmo cardíaco o las hormonas.

Para nuestro razonamiento también necesitamos estos datos… y aquí voy a por la segunda parte del post.

Recuerda que poder tomar decisiones, sin ir a ciegas, tenía que ver con que tuviésemos información de los sensores. Y ahora añado que es fundamental que sea información SUFICIENTE Y DE CALIDAD.

¿Qué pasa si pongo unas verduras al horno, sin saber a qué temperatura está el horno, las saco con los ojos cerrados, se las sirvo a otros, sin probarlas, y no me quedo a escuchar lo que comentan? Pues que no tengo ni repajolera idea de cómo quedaron, pudo ser cualquier valor entre repugnante y exquisito.

En este caso hay una clara voluntad por mi parte de no enterarme de nada pero, ¿qué sucede cuando es la propia naturaleza del sistema la que no nos da datos suficientes? Pues que podemos sacar cualquier conclusión y parecerá igual de válida que otra.

En el caso de la pandemia que vivimos, se trata de una enfermedad que no se contagia con demasiada facilidad ni tampoco tiene una tasa de mortalidad tan elevada como el ébola, por ejemplo. En algunos países, desgraciadamente no en todos, la tasa de vacunados es bastante alta, con lo que la posibilidad de contagio, enfermedad y muerte se reduce aún más. Así que en las últimas veinticuatro horas ha habido gente que ha llevado una conducta muy escrupulosa y no se ha contagiado pero también los hay que no fueron tan cuidadosos y tampoco se han contagiado. De hecho hay un buen puñado de irresponsables que… tampoco se han contagiado. ¿Qué feedback han recibido todos ellos? Que han hecho BIEN. Que FUNCIONA. Para unos habrá funcionado ser muy extremos con sus medidas, otros entenderán que llevan a cabo las medidas sensatas y suficientes. Los restantes quizá crean que todo es mentira porque hacen de todo y no pasa nada.

Esto último se parece mucho a cruzar sin mirar una carretera poco frecuentada. Creo que me entendéis, ¿verdad?

Así son las situaciones donde tenemos pocos datos, o donde hacemos poco caso a los que los tienen. Es imposible que nos hagamos una composición de lugar adecuada. Por esto, una vez, debemos apelar a la ciencia que recopila datos variados, examina su pertinencia, sus sesgos, y busca las respuestas posibles con la mayor objetividad de la que se dispone.

Dicho esto. Vacúnense y cuídense. Ambas cosas sabemos que son necesarias. Arrepentirte después no te valdrá de mucho.


Inteligencia artificial, creatividad y miedo

9 abril 2019

Fuente: Wikipedia

La inteligencia artificial provoca muchos miedos infundados mientras, curiosamente, se dejan de tomar precauciones para situaciones peligrosas más que predecibles.

Hay personas, algunas científicos reputados, que advierten de que si/cuando las máquinas tomen autoconciencia y capacidad de autorreplicación pasarán a eliminarnos porque somos un competidor en recursos que no les aportará nada que les interese.

Otros creen que nuestros propios algoritmos (mal programados) podrían llevar a hacerles pensar que acabar con nosotros es la mejor opción. Por ejemplo: Si el objetivo a conseguir de nuestro algoritmo es reducir el gasto sanitario sin más consideraciones, podría empezar a valorar matar enfermos.

En muchos artículos ya se nos cuenta que hoy, ahora, en estos momentos, los algoritmos de decisión resultan sesgados por los datos con los que se les entrena y que eso a veces nos pasa desapercibido. De esto habla mucho @HelenaMatute

También tenemos en el horizonte los vehículos autónomos, su fiabilidad, su capacidad de decidir en situaciones complicadas. Por ejemplo: un peatón entra en la calzada y dar un volantazo salvará su vida, pero comprometerá la del conductor. ¿Qué debe hacer?

Pero yo quería hablaros de otro miedo, menos tangible, que tiene que ver con que el desarrollo de la inteligencia artificial nos plantea preguntas inquietantes sobre qué es lo que somos.

Para empezar, digamos que no tenemos una definición concreta y detallada  de la IA, y no os creáis que es por la «A»… es por la «I». El problema es que tampoco tenemos una teoría satisfactoria sobre la mente, qué es la inteligencia o qué es ser inteligente.

Se suele asumir como «prueba de IA» lo que se conoce como el Test de Turing, que podría resumirse en que si te estás escribiendo mensajes con «algo» y es capaz de hacerse pasar por una persona, siendo una máquina, sin que puedas detectarlo, diremos que es una inteligencia artificial.

Como ves, un «desastre» de definición: subjetiva, poco detallada…

Nuestras tradicionales definiciones de inteligencia solían tener que ver con diferenciarnos del «resto de animales» y ponernos en una situación superior: autoconsciencia, uso de herramientas, cultura… pero, la verdad es que se han ido encontrando animales cuyo comportamiento difería más en grado que en algo cualitativamente diferente de nosotros, respecto de estas categorías.

Hoy creo, y ese el miedo del que os quería hablar, que nos preocupa sentirnos inferiores a las máquinas.

– Oye, que hay un bicho que corre más rápido que tú.

– Ya, pero correr rápido no es lo que me hace humano.

Y así con muchas características en animales y máquinas: la capacidad sensorial, la fuerza, la resistencia, la capacidad manipulativa, la rapidez de cálculo, juegos como el ajedrez o el Go…

Uno de los últimos bastiones de la «humanidad superior» es la creatividad, y a mí se me junta con mis cosas de profes… ya sabéis que los profesores nos dedicamos a matarla. (Me niego a enlazar al listillo que dice esto, pero es la charla TED más vista… grrrr).

Primer problema… el de siempre, ¿qué es la creatividad? ¿Qué es hacer algo nuevo? ¿Es posible la novedad? ¿Es sólo un remix? ¿Quién «valida» esa novedad? ¿Con qué criterio?

Preguntas no resueltas para humanos, así que imagina cómo conseguir saber si una máquina ha sido creativa en alguna tarea.

En educación se invoca constantemente la creatividad, sobre todo desde fuera del aula, porque desde dentro del aula sabemos bien que no puede crearse sin tener «elementos» para crear, sin tener conocimientos concretos sobre las técnicas, los objetos y procedimientos del campo en el que quiere uno ser creativo.

Es el problema de las cosas abstractas, se aprenden a través de lo concreto y se expresan a través de lo concreto. Por eso también es tan difícil medir la inteligencia, porque resulta inseparable, en la práctica, del lenguaje, de las matemáticas, de conceptos de otras disciplinas. Estudiando esas cosas desarrollamos la inteligencia y preguntándolas la evaluamos. Para algunos que sólo escuchen a gurús educativos supongo que esto será un descubrimiento.

Por lo tanto, cuando me pregunto si la música que compone una IA ha sido un acto creativo, debería ser capaz de responder primero si la música que compone un humano lo es.

Si pienso que una IA sólo reconoce patrones, extrae «leyes» de su experiencia, y las recombina y que eso no es crear, debería ser capaz de explicar si mi proceso creativo de entrenamiento de mi red neuronal de mi encéfalo y mi desempeño no puede explicarse de una manera similar.

En un artículo que leí recientemente apelaba a algún músico revolucionario de principios del siglo XX y fundamentaba su defensa de la creatividad humana en que cambió la estructura y la forma de pensar la música, que no se limitaba a escribir una «partitura más». Si aceptáramos eso, aunque triste defensa me parece, date cuenta de que no marca como superior la creatividad de todos, sino sólo la de grandes genios reformadores. Fíjate también que deja en el saco de los «remezcladores», además de a ti y a mí, a exponentes relevantes que se desenvolvieron dentro de movimientos artísticos ya iniciados. Me hizo recordar que en la película «Yo, robot», un personaje interpretado por Will Smith le decía a un robot que él era sólo «relojería» que no podía escribir una sinfonía, y el robot le contestó: ¿puedes tú?

Al leer el artículo no podía dejar de acordarme de aquel programa que jugaba al Go, y que en lugar de aprender de partidas humanas, jugaba con versiones anteriores de sí mismo (AlphaGo Zero) de forma que «dedujo», sólo a partir de las reglas del juego, estrategias ganadoras. Un comentario muy curioso de los jugadores de Go es que jugaba de una forma «diferente», ejem, ejem… otro mito que se nos cae. Si este programa pudiera enseñarnos ahora a nosotros, lo haría con un estilo diferente, nuevo, rompedor. Entonces, ¿ha sido creativo?

Quizá deberíamos asumir nuestra limitada condición mental, emocional, artística y vivir tranquilos con eso. Todos sabemos que no tenemos el genio de Mozart, y que eso no nos hace menos humanos ni menos personas. Ya hemos asumido que no hacemos cálculos con la fiabilidad o la rapidez de un ordenador, ¿somos menos por eso? ¿Tenemos que ser más en algo para considerarnos «valiosos?

Hay que tener mucho ojo con esto, porque a veces se infiltra en nuestras creencias sin que nos demos cuenta y, efectivamente, estemos «midiendo» el valor de las personas por lo que son capaces de hacer, haciendo «rankings» y, disculpadme, pero me da casi tanto asco hacer una lista de gente por sueldo que por cociente intelectual. No olvidemos que no tenemos mayor título que ser humano y que esto es lo único y necesario para hacernos acreedores de respeto.

Siguiendo con la creatividad, si entendemos que dar pinceladas al azar no es un acto creativo porque tenemos un sistema de «validación» que tiene que ver con conceptos como «belleza», «provocar una emoción», etc., recordad momentos en los que habéis visto tocar con emoción cosas escritas sin ella, o viceversa, y a algunos os ha provocado emoción y a otros no. Es perfectamente posible emocionarse con una composición artificial que ejecute un humano o una composición humana ejecutada por una máquina. Mucho ojo aquí también que es muy fácil empezar a asumir una forma de dualismo «alma»/cuerpo, que es una postura filosófica respetable, pero entonces asúmase también que ya no se habla desde la perspectiva científica del asunto, que es eminentemente materialista y en la que «la mente» es la consecuencia de la fisiología.

Es muy probable que nos veamos de nuevo «descentralizados» de la creación como en tantas revoluciones científicas (copernicana, darwiniana, etc.) y no pasará nada, porque quizá nos estamos equivocando y, como en tantas cosas en la vida, no se trata tanto de ser «el mejor de tu portal» como de la experiencia que vives y de cómo la vives. Qué sientes TÚ al cantar esa canción, cómo aprendes TÚ a dibujar, cómo es tu viaje…

Somos habitantes de La zona intermedia cuyos logros quizá no sean reseñables en los libros de Historia del Universo, pero cuyas aventuras fueron apasionantes. Así que, tranquilos: Vivan, disfruten, quiéranse, permiten que les quieran… y dejen que ganen otros.


Prácticas de robótica con mBot (especial profes)

6 May 2017

Hace tiempo ya compartí con vosotros unas prácticas con Arduino y un Shield que han tenido muy buena acogida.

Aquí os dejo unas para mBot, un robot basado en Arduino, creo que el enfoque es interesante porque me centro en qué hay que contarles a los chavales, qué errores se suelen cometer, qué funciona estupendamente, qué da muchos quebraderos de cabeza…

Aún no llega el jamón, pero creo que cada vez me lo merezco más.

Sentíos libres de compartirlo, entre todos somos más.

Esta es la versión del 05-05-2017 Si hay cambios actualizaré el enlace.

 Estoy muy a favor de compartir mi trabajo y de que quien no tenga recursos suficientes pueda acceder a material de calidad (una alegría y por eso se publica), por otra parte, tampoco hay nada malo que a quien le parezca pueda hacer una contribución de la cuantía que os parezca, para ayudar y compensar el trabajo que lleva… que ya os digo que no es poco.


Doraemon tenía razón

5 noviembre 2014

Supongo que todos nos hemos reído ante la ridiculez de poner unas «bolas» en lugar de manos al conocido robot del futuro Doraemon.

HK TST Harbour City entrance front square Doraemon exhibition Aug-2012 (4)

 Pues Doraemon tenía razón…

Una gente muy lista y muy loca, ha hecho una mano robótica rellenando un globo con café en polvo.

Como sabéis, los paquetes de café resultan duros y rígidos cuando están al vacío y «blanditos» y maleables cuando dejamos entrar el aire.

En este caso hacen lo mismo, dejan el globo sobre el objeto, el globo se deforma, retiran el aire y la forma se vuelve rígida de manera que pueden levantar el objeto.

En el vídeo se observa cómo cogen objetos muy distintos sin tener que colocar una mano, buscar orientación ni nada… y además tienen fuerza para levantar 650 g. Un pasote.

En el otro vídeo podéis ver una versión casera usando una aspiradora.

Aunque en muchas ocasiones copiar a la naturaleza es la mejor estrategia, otras veces un enfoque nuevo (aunque sea tan sencillo y tan barato) puede ser lo mejor.


De sistemas en bucle cerrado y la gente que no contesta

11 septiembre 2013

Imagina un tostador normal.

Le das al botón y se pone a calentar durante unos segundos, después se para y salta… bueno, no salta nada porque te habías olvidado de poner el pan.

A esa máquina no le importa si has puesto pan fino, grueso, has metido la mano o no hay nada. Recibe una orden y la ejecuta sin comprobar cómo ha sido el resultado. A esto se le llama trabajar en bucle abierto… vamos, sin bucle ninguno.

Lo mismo pasa con las estufas antiguas o sencillas. Las encienden y calientan, punto. Da igual si es verano, invierno, si hay alguien en la habitación o si la casa está en llamas.

Aunque exagere un poco, no es esta la mejor manera en la que pueden funcionar nuestros aparatos.

Al fin y al cabo, nuestro objetivo no es que el tostador caliente, sino que caliente hasta que la tostada esté bien hecha, ni a medias, ni quemada. Tampoco es nuestro objetivo que la estufa caliente, sino que la temperatura de la habitación sea la que hemos elegido.

Esto se arregla si nuestra máquina puede tomar datos del exterior y evaluar hasta qué punto la tarea está completa, para apagarse, seguir funcionando o ponerse en funcionamiento.

Es la función que hacen los sensores. Ellos toman valores de magnitudes físicas (luz, color, temperatura, humedad, posición, etc.) y se la pasan a la máquina para que evalúe si esa magnitud está en el valor deseado o no.

Un ejemplo muy corriente es el termostato que usamos en casa. Elegimos qué temperatura queremos y este manda una señal de arranque a la calefacción cuando se baja de esa temperatura y una señal de paro cuando se sobrepasa.

Otro más reciente, pero ya muy extendido son los acelerómetros de los teléfonos que les hacen saber en qué posición están y tomar decisiones como cambiar la visualización en pantalla, apagar una alarma… lo que se quiera programar. Una cosa es el dato que da el sensor y otra la decisión que toma la máquina.

Si dibujamos el proceso nos queda más o menos así:

Imagen enlazada de aquí

Por eso a esta manera de actuar la llamamos en bucle cerrado, y al proceso de evaluar el resultado a la salida del proceso y enviarlo «hacia atrás», realimentación, en inglés, feedback.

Uno de los sistemas más interesantes en lazo cerrado es… usted. Tiene el cuerpo lleno de sensores, y no hablo de los «sentidos» tradicionales, o de los sensores de la piel que le informan del calor y demás… también tiene «propioceptores», sensores internos que toman datos de la tensión arterial, concentración de azúcar en sangre, etc. y que envían esa información a su encéfalo, donde se toman decisiones como variar la frecuencia cardíaca, secretar hormonas, etc.

Si te pones de pie y te observas, verás cómo tus pies corrigen tu posición y postura para que no te la pegues, evaluando en fracciones de segundo la información que aportan tus ojos, tu oído interno y sensores de tus articulaciones… sin tu participación consciente.

Y, ¿la segunda parte del título del post?

También en nuestra comunicación y en nuestra forma de actuar trabajamos de forma parecida, en «bucle cerrado».

Contamos un chiste y miramos a la audiencia, si se ríe o no, y adaptamos nuestra conducta al efecto que producimos con nuestra primera acción. Por eso funcionan el conocido Condicionamiento operante.

En los niños pequeños es muy curioso ver cómo miran a sus padres justo después de hacer algo para ver su reacción y recibir así feedback.

Y, por fin, llegamos al punto donde se originó la idea de escribir este post, la gente que no contesta, que no da feedback.

Escribes a alguien un SMS, un whatsapp, un email, un tuit dirigido… y no son capaces de decir ni tan siquiera un «Gracias, intentaré echarle un vistazo cuando pueda.» No sé a vosotros, a mí me jode parece una descortesía, sobre todo con lo sencillo que es dar ese acuse de recibo y lo bien que se queda.

En realidad, cuando la vida te interpela no puedes dejar de contestar, porque incluso la ausencia de respuesta es una manera de responder. Aquel «No hay mayor desprecio que no hacer aprecio», es quizá lo que hace que sintamos que nos desprecian cuando hacen eso con nosotros.

En cualquier caso esto nos sigue confirmando que no podemos elegir las acciones de los demás, que no podemos elegir a nuestros amigos o a quien nos quiere, lo único que está en nuestra mano es elegir las respuestas que damos a lo que los demás nos «propongan».

Así que afinen sus sensores, tomen datos sobre los resultados generan sus acciones en el mundo y en los otros, observen y elijan su forma de actuar. No le impongamos a la realidad nuestras teorías: observemos y aprendamos.


A propósito de Henry…y de ti

15 May 2010

En estos días estamos hablando en clase de inteligencia artificial.

Cuando les digo a mis alumnos que aún no existe tal cosa, me preguntan que para qué lo estudiamos. Les digo que eso nos hace pensar en «qué es la conciencia» y «qué eres tú«.

A menudo se dice que puedes perder tus posesiones o tu dinero, pero que no pueden arrebatarte lo que has aprendido. Y con frecuencia también se usa este argumento para estimular el gusto por el estudio en los alumnos.

Pero ya sabemos que accidentes o enfermedades como el Alzheimer nos pueden arrebatar la memoria, algo que no sólo atesoramos, sino con lo que solemos definir nuestro «yo».

¿Qué queda de nosotros sin nuestra memoria?

En casos de Alzheimer hay quien haciendo gala de una gran fortaleza y un tremendo amor es capaz de ser consuelo para esos enfermos y encuentra una respuesta de amor en ellos, como a otros les sucede con los discapacitados psíquicos.

En la película «A propósito de Henry», Harrisond Ford sufre un accidente y pierde la memoria. Durante la película va «conociéndose», (conociendo la vida que había llevado) y no le gusta lo que ve, ni lo siente como suyo. Decide comenzar un camino en el que se «reinventa» a sí mismo eligiendo ser como quiere ser, dejando atrás el pasado.

Dos cuestiones a considerar:

1. ¿Somos entonces algo más que nuestra memoria? ¿Es justo eso lo que somos?

2. ¿Podemos hacer el ejercicio de renunciar a nuestro pasado (bueno o malo) para poder elegir el presente y futuro que deseamos? ¿O somos esclavos de nuestros errores y, no te olvides, también de nuestros aciertos?

Foto: El caminante sobre el mar de bruma de Caspar David Friedrich (Wikipedia)


Me meto robots en vena…

11 septiembre 2009

A través de Ciencia al día me ha llegado una noticia, aquí tenéis la fuente con una bonita foto.

Han fabricado una «mosca» que es capaz de moverse por los vasos sanguíneos.

Sólo quería que vieseis la noticia y la foto, y que seáis conscientes de que esta es la primera de muchas noticias parecidas que comenzaréis a oir a partir de hoy y durante los años venideros.

Uno de los principales objetivos de la robótica es «meternos robots dentro»… y, a ser posible, «a cascoporro».

Una legión de robots en mi organismo podría ser capaz de identificar y eliminar células cancerosas, «arreglar» vasos rotos u obstruidos y otros montón de tareas que, por lo diminuto y lo numeroso, no sabemos abordar más que «a lo bruto», con los consabidos efectos secundarios.

Es algo así como un sistema inmunitario y de autorreparación mejorado.

Si pensáis que vamos a hacernos cyborgs… tenéis razón.

Pero no lo llevaremos mal. Tampoco ahora nos molestan las prótesis, los marcapasos, etc., etc.


Ya vienen los robots por el arenal…

22 febrero 2009

La robótica sigue avanzando imparable.

Una de las direcciones en las que avanza es en la de la extrema miniaturización; los nanobots. Nos referimos a esos cacharrines que viajarán por nuestras arterias y venas y tratarán de tú a tú a nuestras células. Pero de esto nos ocuparemos otro día.

Hoy vamos a hablar de otra dirección. Robots grandotes, digamos un tiarrón que me pueda llevar la compra.

En tecnología hacer las cosas pequeñas es muy costoso, pero hacerlas grandes también acarrea sus problemas: peso de las estructuras, resistencia, etc.

Aquí podéis ver un robot que casi da risa al principio, BIG DOG, sin duda parece un disfraz con dos tipos dentro, como comentan en el blog que os recomiendo una vez más Ciencia en el XXI. Mirando con la mente.

De innegable inspiración biológica, el amiguete pesa unos 75 kg y puede cargar 340 lb (otros 150 kg).

Puede pareceros que esto no es nada comparado con un camión, un tren u otros medios de transporte bien conocidos. La gran novedad es la posibilidad de moverse por terrenos irregulares o subir fuertes pendientes con todo ese peso encima. Lo más interesante del video es precisamente ver cómo afronta esos obstáculos, se recupera de los resbalones, etc.

Aprovechamos la ocasión para recordaros que todas esas cosas que hacéis vosotros con tanta facilidad: reconocer una voz y entender lo que dice, distinguir una cara en una multitud o andar/correr por terreno irregular resulta extremadamente difícil para los ordenadores que fabricamos.

Da penita ver que este proyecto es del ejército americano. No por americano, sino por ejército. Y nos lleva a pensar que no lo están diseñando para llevar mi compra precisamente, sino para otros menesteres.

Seguro que habréis visto en la tele que ya se mandan aviones no tripulados a guerras aquí y allá, por ejemplo este MQ-1 Predator. No sé si MQ significa «me cago en mi estampa» o qué, pero «predator» es depredador y, si miráis las especificaciones, va cargadito de juguetes para el niño entretener (misiles aire-aire y aire tierra).

Si esto quisiera decir que las guerras de mañana serán «partidas» entre tus juguetitos y los míos pues sería hasta bueno, pero parece ser que la tendencia es que los países ricos pondremos robots y los pobres, los muertos.

No puede uno dejar de recordar a Isaac Asimov y sus leyes de la robótica. Científico y gran autor de ciencia ficción y divulgación científica, es muy conocido por sus historias de robots. Para sus libros inventó las conocidas tres leyes de la robótica, siendo la primera: «Un robot no puede dañar a un humano ni, por inacción, permitir que sufra daño». Desde luego no parecen ir en la misma línea. Quizá mañana estos fabricantes tengan que enfrentarse a sus propios robots, como hoy nos enfrentamos a las mismas armas que fabricamos, empuñadas contra nosotros.

Aquí os pongo el enlace de la empresa fabricante del robot por si queréis ver otros modelos, Boston Dynamics.