Sin feedback no hay paraíso o por qué es tan fácil ser negacionista

16 noviembre 2021

Me perdonarán el anglicismo. Feedback suele traducirse por «realimentación», aquí lo usaremos en el sentido de «respuesta que te devuelve el entorno ante una acción». Voy a explicaros por qué nos encanta.

Pensemos en un calentador de agua. Podría ser un recipiente con una resistencia y un botón que lo hiciera encenderse y apagarse. Suficiente. Podríamos mejorarlo con un temporizador, de forma que, después del tiempo programado, se parase.

En ambos casos, la máquina no sabe «qué tal están saliendo las cosas», no recibe feedback, no sabe qué le está pasando al agua. De hecho, podría ser que se nos hubiera olvidado llenarlo.

Mucho más ventajoso es poner un sensor de llenado que nos advierta si hay agua en el recipiente, un sensor de temperatura que nos diga si hay que seguir calentando el agua para llegar a la temperatura que le he marcado, a la que me gusta el té. Esta información sobre el llenado y la temperatura es el feedback.

En vuestras casas, tenéis el «termostato» para la calefacción. Marcáis una temperatura objetivo y la caldera se encenderá hasta que se alcance. Si ese día hace mucho frío se encenderá más, si no, se encenderá menos.

Este es un modo de funcionar muy interesante en automatismos y robótica.

Anda HASTA QUE toques la pared

Calienta HASTA QUE se alcance la temperatura objetivo

Cierra la mano robótica HASTA QUE hagas contacto con el objeto.

Si os fijáis es una orden sencilla pero muy adaptable a variadas circunstancias. En cada ocasión funcionará tanto como sea necesario.

Necesitamos, por lo tanto, sensores que tomen datos del exterior y los pasen al sistema para que evaluemos qué tal vamos y tomar decisiones sobre si seguimos o paramos. Esto se llama trabajar en lazo cerrado.

Fuente

Nuestro cuerpo funciona así gracias a la multitud de sentidos y sensores que van informando a nuestro sistema nervioso de la situación y este pone en marcha medidas y soluciones para problemas tan variados como mantener el equilibrio, regular el azúcar en sangre, sudar, variar el ritmo cardíaco o las hormonas.

Para nuestro razonamiento también necesitamos estos datos… y aquí voy a por la segunda parte del post.

Recuerda que poder tomar decisiones, sin ir a ciegas, tenía que ver con que tuviésemos información de los sensores. Y ahora añado que es fundamental que sea información SUFICIENTE Y DE CALIDAD.

¿Qué pasa si pongo unas verduras al horno, sin saber a qué temperatura está el horno, las saco con los ojos cerrados, se las sirvo a otros, sin probarlas, y no me quedo a escuchar lo que comentan? Pues que no tengo ni repajolera idea de cómo quedaron, pudo ser cualquier valor entre repugnante y exquisito.

En este caso hay una clara voluntad por mi parte de no enterarme de nada pero, ¿qué sucede cuando es la propia naturaleza del sistema la que no nos da datos suficientes? Pues que podemos sacar cualquier conclusión y parecerá igual de válida que otra.

En el caso de la pandemia que vivimos, se trata de una enfermedad que no se contagia con demasiada facilidad ni tampoco tiene una tasa de mortalidad tan elevada como el ébola, por ejemplo. En algunos países, desgraciadamente no en todos, la tasa de vacunados es bastante alta, con lo que la posibilidad de contagio, enfermedad y muerte se reduce aún más. Así que en las últimas veinticuatro horas ha habido gente que ha llevado una conducta muy escrupulosa y no se ha contagiado pero también los hay que no fueron tan cuidadosos y tampoco se han contagiado. De hecho hay un buen puñado de irresponsables que… tampoco se han contagiado. ¿Qué feedback han recibido todos ellos? Que han hecho BIEN. Que FUNCIONA. Para unos habrá funcionado ser muy extremos con sus medidas, otros entenderán que llevan a cabo las medidas sensatas y suficientes. Los restantes quizá crean que todo es mentira porque hacen de todo y no pasa nada.

Esto último se parece mucho a cruzar sin mirar una carretera poco frecuentada. Creo que me entendéis, ¿verdad?

Así son las situaciones donde tenemos pocos datos, o donde hacemos poco caso a los que los tienen. Es imposible que nos hagamos una composición de lugar adecuada. Por esto, una vez, debemos apelar a la ciencia que recopila datos variados, examina su pertinencia, sus sesgos, y busca las respuestas posibles con la mayor objetividad de la que se dispone.

Dicho esto. Vacúnense y cuídense. Ambas cosas sabemos que son necesarias. Arrepentirte después no te valdrá de mucho.

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¿Quién vende tus datos? Uso de alias en Gmail

27 septiembre 2021

Me entero por Iñaki, aka @Enchufa2, de que puede usarse un truco sencillo para trazar quien está pasando tu dirección de correo para publicidad.

Se trata de lo que en Gmail llaman ”alias” y es tan sencillo como añadir un +loquesea a tu dirección de correo. De tal forma que si te registras en Hormigones Manuel como tuUsuario+HormigonesManuel@gmail.com cuando te llegue algún correo con esa dirección ya sabes que la consiguieron a través de ellos.

También puede usarse para filtrar correos, si les añades ”facturas”, ”trabajo”, etc.


Yo quiero esperar mi turno

3 agosto 2021

Quiero ir y ponerme en la fila, porque no sé lo que les pasa a los de antes.

Quiero solicitar lo que creo que me corresponde y aceptar el dictamen de quien conoce mejor que yo esos problemas y soluciones.

Quiero NO ser atendido antes por ser insistente ni después por ser tímido o paciente.

Quiero vivir en un sistema de derecho donde cada uno reciba según sus necesidades.

Porque si no viviremos de nuevo en clases, «los conectados», «los pesados», «los que dominan la burocracia»… y los demás.

Pero el mundo parece que va en otro sentido…

Y yo sigo sin aprenderlo.

Querría ser un buen vasallo… si hubiera buen señor.

¿Crees que tú estarás en una posición en ese mundo de «avispados»?


Individualismo espiritual

1 agosto 2021

Detalles, matices, precisiones… palabras que suelen significar algo pequeño y de poca repercusión, pero que no suele considerarse así por quien lo hace. Hoy seré yo quien los haga, pensando sobre todo en la repercusión.

Recordemos aquello del efecto mariposa en los sistemas caóticos: el batido de las alas de una mariposa puede provocar a la larga una tormenta en el otro extremo del mundo. Si me aceptáis la metáfora, pequeñas ideas pueden desencadenar importantes consecuencias.

Vayamos con el título. Me da la impresión de que actitudes o ideologías que conocemos bien en lo material se esconden en una versión «espiritual» para seguir con su pernicioso efecto mientras pasan desapercibidas. Un ejemplo muy claro es lo que llamo «materialismo espiritual». Cualquier persona medianamente ética no considerará mejor a quien tenga más dinero o posesiones que otra, en cambio sí que vemos, con no poca frecuencia, como quien tiene más conocimientos, más CI o más talentos se siente superior a los demás. Y no me refiero a mejor en su disciplina, que sería una obviedad, sino en tanto que persona. Vaya, el clasismo de siempre.

Los educadores tenemos un problema grave al intentar conjugar impulsar a nuestros educandos con darles una descripción adecuada del mundo, porque esto último es a menudo descorazonador.

En mi opinión la solución pasa por servir a la verdad, ya que bonitas frases como «El tiempo pone a cada uno en su sitio», «Si te esfuerzas lo conseguirás» se muestran como falsas a corto o medio plazo. Tirar por contrario: «Da igual lo que hagas, todo es suerte», «Siempre ganan los mismos» «Las cosas son así», además de ser paralizantes tampoco son del todo ciertas.

A mis alumnos, clase trabajadora, les digo: Si no tienes patrimonio, rentas, acceso a crédito, contactos o talentos muy especiales… la única baza que te queda es el esfuerzo y el trabajo. De esta forma no pongo al esfuerzo como la panacea sino como la mejor opción, en tanto que única, explicándoles que mejora sus probabilidades de éxito sin garantizarlas.

¿Triste? Quizá. ¿Verdad? Seguro. ¿Alguno trabajaría más apoyado en una mentira como el niño que se come la sopa para que no le rapte el Hombre del saco? Probablemente, pero mi compromiso es con la verdad, y ellos saben que pueden acudir a mí para oír lo que me parece más cierto. En el largo plazo, a mi entender, más educativo. Lo mismo para vosotros, queridos lectores, creo que es lo que venís a buscar aquí.

Llegados a este punto, ¿a qué me refiero con el individualismo espiritual?

Pues a la actitud de que mis emociones y mi forma de encarar los problemas son la clave para su solución.

A mí me parece estupendo que creas que eres el Neo de Matrix y que con tu pensamiento y actitud puedas parar las balas, pero ojo, lo que determina que seas Neo no es que te lo creas, es que las balas se paren. Como decía aquí, lo único que los científicos le pedimos a los milagros es que ocurran.

Hasta el momento en que seas capaz de transformar de forma efectiva la realidad con solo desearlo, tu actitud positiva ante un despido o un cáncer no los solucionará. De hecho lo que puede ponerles alguna solución o el completo remedio será una ley laboral, los tribunales, los sindicatos y el sistema sanitario. Si te fijas, algo que tienen en común todas estas cosas es su carácter sistémico y colectivo.

Los ciudadanos llevamos a cabo acciones y tenemos responsabilidades tanto individuales como colectivas. De hecho, no son conjuntos disjuntos, casi todas las acciones que tomamos tienen influencia en otros y, por lo tanto, en la comunidad.

El problema aquí surge cuando desistimos de la acción política de manera deliberada por entender que es «juego político», «debates artificiales», «peleas de poder», o directamente alegando nuestra falta de interés en esos temas.. aunque justo después salgamos a andar por la acera cuyo trazado, construcción y mantenimiento dependen directamente de esa política que se desprecia. A menudo esta desafección se viste de cierta «pureza», de estar por encima de estas cosas, en un acto de ignorancia similar al que desprecia campos completos de conocimiento dándoselas de intelectual (aquello de «es que soy de ciencias/letras»).

No hay actitud posible que ayude al tratamiento de tu cáncer… si no te lo aplican porque no hay sanidad pública y la privada no la puedes pagar. No hay actitud que te haga trabajar mejor… si no tienes trabajo en el que aplicarla. No puedes decidir cómo llevar a cabo tu tarea de manera profesional y ética si te imponen una ley que lo impida.

No puedes multiplicar panes y peces o resucitar muertos. Tú no. Al menos, por ahora. Si vieras a alguien que lo pretende sin ser capaz le tildarías de loco… pero se parece mucho a lo que hace quien niega lo político, lo común.

No hay manera posible de salir solo de todo, particularmente de lo más grave. Tú no. Yo tampoco. Juntos… quizá.

Como en el caso del esfuerzo, es lo único que está en nuestra mano intentar.

Ya incidía sobre esto en estas entrada que quizá quieras leer.

La certeza de la incertidumbre

Buenrollismo y calmantes


¿Cómo «de imposible» es eso que dices?

14 abril 2019

Fuente: Wikipedia

Una de los problemas más sencillos y con los que nos gusta atormentar a nuestras inteligencias artificiales, para enseñarlas (no para matar la creatividad, para eso tenemos a los alumnos), es el problema de clasificación.

Se trata de adscribir elementos a una de dos categorías que son excluyentes, por ejemplo: resultar moroso o pagar un crédito, aprobar o suspender una materia, etc.

Es de los problemas más sencillos que se pueden plantear, basta con una salida entre cero y uno, entendiendo que cuanto más cerca del cero mayor probabilidad de ser de una categoría y viceversa.

Ya está en uso, por ejemplo para el tema de los créditos, y así estima la IA si merece la pena prestarte dinero o es un riesgo alto… con todos los problemas que tiene esto, pero hoy iremos por otro lado.

Hoy, la cosa va de imposibles. En realidad es un problema de clasificación, el «uno» sería la seguridad de que algo va a ocurrir y el «cero» la imposibilidad metafísica de que ocurriera.

Supongo que ya veis por donde voy… los matices… ñiñiñiñiñi

Convengo en que desglosar todo hasta la última partícula hace inviable la resolución de cualquier asunto, igual que si empezamos a considerar que todo es «lo mismo». Esto último se usa incluso como estrategia para manipular. Por ejemplo, si ponemos en la misma «categoría» cosas de muy distinta intensidad, acabamos minusvalorando lo verdaderamente grave. No podemos usar el mismo término para un tetrapléjico gran dependiente que para ti si te has dado en el dedo meñique del pie con la pata de la cama. Si cualquier cosa es discapacidad, nada lo será verdaderamente.

El otro día, un poco enfadado, ponía en Twitter, para los «absolutistas», que al final todo son campos y no hay nada más que hablar de la realidad. Bueno, puse un ejemplo con mi culo, que no sé si lo aclaraba más… los curiosos, que busquen.

El lenguaje es una herramienta para comunicarnos (al menos para los que lo usamos para el bien), así que se trata de buscar el detalle necesario, sin volvernos locos. Para mí, imposible es una palabra demasiado grande y que nos lleva a acciones muy diferentes. Y ya dijimos que la pregunta que te espeta la vida es: ¿Qué vas a hacer?

Creo que, como mínimo, deberíamos distinguir estos «imposibles»

  1. Metafísicamente imposible… o sólo apto para hacedores de milagros
  2. Extremadamente costoso en recursos personales
  3. Necesitado de consenso y coste de otras personas con difícil acuerdo
  4. Extremadamente trabajoso de llevar a cabo
  5. Tremendamente impopular y con una posible reacción adversa fuerte

Las acciones a tomar en las distintas categorías no tienen nada que ver.

En la primera, por ejemplo, nos toca tragar y seguir camino.

La segunda requiere de una evaluación personal de costes y beneficios, en la que te puede «apetecer» (o no) apostar por algo.

En la tres puedes llegar rápido a desistir mientras musitas «Que os den por culo».

En fin, muchas acciones posibles, dependiendo de «cuán imposible es ese imposible del que usted me habla», no ya en una escala continua entre cero y uno de probabilidad, sino en el tipo de obstáculos con los que se encuentra.

Pensando en esto recordaba a mi profesor de la parte teórica del permiso de conducir. Un día nos dijo: Si al cambiar de dirección te encuentras con un peatón que está cruzando indebidamente la calle, el peatón tiene preferencia. Los alumnos, sorprendidos, nos quejamos, porque la preferencia la teníamos nosotros. Su respuesta: ¿Y qué vas a hacer? ¿Le atropellas? Encogimiento de hombros general, asentimos y pasamos al siguiente punto.

¿Por qué os cuento esta historia? Pues porque me recuerda mucho a la «imposibilidad» de pagar pensiones dignas. Para mí no entra en la primera categoría, sino todo lo contrario, en algo que no voy a dejar de hacer. ¿Qué opción tenemos? ¿Dejarlos morir de hambre? Así que esto es uno de esos «imposibles», que hay que hacerlos posibles buscando el camino necesario.

Así que, queridos míos, cuando alguien os hable de que algo es «imposible» que os diga de qué obstáculos os está hablando, que ya somos todos un poco viejos y hemos visto muchas cosas «imposibles» suceder, muchas que hubieran provocado revoluciones, ser aceptadas sin rechistar y otras cosas que no creeríais.


Ignacio, el practicante

4 mayo 2016

«Practicante» palabra en desuso, hoy hablaríamos de ATS, DUE, enfermera o enfermero, pero hace mucho años, en esta misma galaxia, había practicantes.

Cuando te ponías particularmente malito, tus padres te premiaban con una buena inyección, supongo que no sabrían nada de bombones, regalos o unas simples flores.

Y allí ibas tú, como al matadero, con la cabeza baja y la muda limpia. Entrabas a una sala que apestaba a miedo y alcohol, sin ser un bar. Madera, oscuridad, y una enfermera en la pared que te pedía silencio con el dedo.

No es que yo sea mi abuelo, del que la historia atestigua que dejó a un practicante con la jeringa cargada, al grito de «Póngasela a uno de esos que están esperando», y del que la leyenda asegura que se apartó en el momento indicado logrando que un practicante banderilleara la puerta. Como decía, no soy yo como mi abuelo, pero ni me hacen, ni me hacían gracia las inyecciones.

Pues allí estábamos esos niños apretando las nalgas con todas nuestras fuerzas (ejercicio que pudo contribuir a nuestra turgencia actual), esperando que al abrirse la puerta y sonar las campanas para nuestro turno, apareciera no otro que Ignacio, es hombre pequeño y sonriente.

¿Cómo la visión de alguien que practica tan dolorosa profesión (para los demás), quizá refugio de los que en otro tiempo hubieran sido verdugos o inquisidores, cómo la visión de alguien así, podría ser motivo de alegría?

Porque Ignacio, tenía el secreto de «la técnica».

Te daba pequeños cachetitos con los dedos entre los que sostenía la aguja y, aprovechaba la confusión nalgar creada por esos cachetes para clavarte la aguja, lo que aliviaba mucho la tensión y el dolor.

Benditos sean aquellos que, en nuestros momentos más difíciles, con el culo al aire literal o metafóricamente, se apiadan de nosotros y hacen las labores más simples como quien construyera un huevo de Fabergé, con delicadeza y esmero. Es en esos momentos tan vulnerables cuando más os necesitamos, cuando más daño nos hace vuestra ausencia y más bien vuestro cuidado.

Bendito Ignacio, para muchos, más héroe de nuestra infancia que Huckelberry Finn o Luke Skywalker. Aún nos cruzamos y nos saludamos, no verás más mis nalgas, pero nunca te olvidarán.

«Hay gente que toca el violín como si hicieran fotocopias.» Dijo un día mi profe de violín

«Y hay gente que hace fotocopias como si tocaran un violín». Añadí yo.


Un día voy a sacar la katana

21 abril 2015

Un día voy a sacar la katana…

… y saldrá una viejita de mi portal y dirá que parecía un chico muy majo y que una vez la ayudé a subir la compra.

Saldrá otro vecino y dirá que era un tipo un poco raro y que le había parecido que mi casa no era muy normal, que estaba un poco sucia, que tenía objetos extraños, o libros raros… o que hacía experimentos con pepinillos y enchufes…

Algún opinólogo en alguna tertulia dirá que una persona con tanto pelo no es de fiar, o cualquier asunto sobre mi pene y Freud…

Y así, gracias a dios, podréis apagar la televisión e iros tranquilos a dormir… porque ya tenéis una explicación.

Será una explicación falsa, pero es algo a lo que agarrarse, algo suave y calentito con lo que arroparse por la noche.

Hoy, que aún estamos en shock por la noticia de ayer, hoy escuchamos que era fan de una serie, que era triste o solitario… o que tuvo un brote psicótico… o mil cosas más.

Hoy debemos deciros, de nuevo, que no.

No sabemos con exactitud qué patrones pueden predecir qué comportamientos. Desde luego no con la precisión que os gustaría. No sabemos cómo funciona la mente con exactitud, algunas cosas un poco, pero no sabemos.

Esto es desagradable, es incómodo, es triste, es filosóficamente muy insatisfactorio… pero, ¿sabes qué? ES CIERTO.

¿Significa esto que no hay nada que pueda hacerse, que no pueden tomarse precauciones, que no puede predecirse absolutamente NADA sobre el comportamiento humano?

En absoluto.

Recuerda a esos que dicen que te puede caer un tiesto en la cabeza y morir en cualquier momento… Vale, es cierto. Entonces, ¿no miro a los lados antes de cruzar la carretera?

Tú novio te insulta de vez en cuando y el otro día te dio un empujón… ¿no crees que es el momento de irte… que lo era hace un rato ya?

Hay problemas para encontrar trabajo y hay gente con mucha preparación en paro, entonces, ¿son mis posibilidades de encontrar curro las mismas con formación o sin ella?

¿Es igual de fácil tener una red de amigos y familia si soy un vinagre y mala gente, que si comparto cariño y ayuda?

La verdad es que tienes cierto control sobre algunos aspectos de tu vida, que puedes tomar ciertas decisiones que mejoren tus posibilidades a futuro, pero a la vez, hay otras cosas que escapan de tu control y que pueden ser completamente determinantes del mañana. Tú tienes tu parte del guión. Los otros y el universo la otra parte. Podemos actuar y responsabilizarnos de nuestra parte, no de la otra, ni del resultado.

Aceptando esto el procedimiento a seguir no es demasiado difícil, si realmente te rindes y renuncias a la ilusión de control.

El presente es lo único sobre lo que podemos actuar, así que podemos invertir un poco de «presente» en mejorar nuestra posición para el hipotético futuro. Pero invertir todo el hoy para un mañana que puede no llegar es de locos.

Respecto al futuro, relájate. Ya estás dedicando parte del presente para estar preparado. Del futuro nos encargaremos cuando llegue… cuando sea presente.

CODA:

Finalmente el pésame por nuestro compañero asesinado.

El deseo de que no ocurran más desgracias como esta, que quizá no esté en nuestras manos poder evitarlas, y el deseo de que se eviten otras situaciones que sí están en las manos de nuestras sociedad evitarlas, como los cientos de muertos esta semana en el Mediterráneo o las diarias muertes de pura hambre o diarrea en los países más pobres.


Justicia en el análisis, optimismo en la acción

3 abril 2014

Glass-of-waterComo ya sabéis, no se trata de un vaso medio lleno o medio vacío… sino de un vaso medio lleno de agua y medio lleno de aire

Frecuentemente me acusan de pesimista cuando analizo una situación como desfavorable (o incluso perdida), aunque se ajuste a la verdad.

En este punto quizá habría que distinguir entre lo posible y lo probable.

En matemáticas, cuando estudiamos probabilidad, hablamos en los siguientes términos.

Llamamos suceso a los resultados que podemos obtener de hacer nuestro experimento. Por ejemplo, si tiramos una moneda, serían, cara o cruz.

Para calcular la probabilidad de algo hay una forma sencilla, dividir sucesos favorables entre sucesos posibles.

Imagina que cogemos una baraja española (oros, copas, espadas y bastos; sin ocho ni nueve)

Calculemos la probabilidad de sacar una carta y que sea de bastos

Casos favorables: 10

Casos posibles: 40

Dividiendo me sale 10/40 = 1/4, o lo que es lo mismo 0,25 en tanto por uno, o 25% en tanto por ciento.

Calculemos ahora la probabilidad de sacar una carta y que sea un as

Casos favorables: 4

Casos posibles: 40

Divido y me sale 4/40 = 1/10, en tanto por uno será 0,1 y en tanto por ciento 10%

Vale, hasta aquí claro.

Pero ojito, tener una probabilidad de 1/4

NO QUIERE DECIR QUE:

–          Los resultados sean, NO, NO, NO, SÍ, NO, NO, NO, SÍ, NO, NO, NO, SÍ… etc. MAL

–          Que, como es más probable que no sea basto, el resultado NUNCA será basto. MAL

–          Que si repito el experimento (reponiendo la carta) el hecho de que hayan salido muchos bastos, haga que sea más difícil que la siguiente sea basto, o viceversa. MAL. ¿Cómo podría la baraja “acordarse”?

QUIERE DECIR QUE:

–          Si repito el experimento muuuuuchas veces, el porcentaje de bastos que haya salido se irá pareciendo cada vez más al 25% (hablamos de cientos, de miles o de millones de veces)

–          Si sólo hago el experimento una vez, no sé qué va a salir, pero es más PROBABLE que salga algo que no sea un basto que al revés.

Y ahora, la vida.

Si me dicen que un tratamiento tiene un 75% de efectividad, ¿debo usarlo o no?

Pues tú decides… lo más PROBABLE es que te cures, pero es POSIBLE que no. Lo malo es que a ti te va a pasar una de las dos cosas… y lo que te toque será para ti enterito, el 100%, te vas a curar del todo o te vas a morir.

Lo que no se puede decir tampoco es que “puede te que cures y puede que no, dos opciones, luego un 50%.”

En mi opinión, hacer un análisis lo más justo posible de una situación es lo ideal, incluso poder estimar las probabilidades de las distintas opciones. Y eso no es ser pesimista.

Para mí el optimismo o pesimismo lo marca la acción.

Por ejemplo, está muy bien que te plantees invitar a cenar a Beyoncé, y la probabilidad de que te diga “Sí” es bastante próxima a cero, pero no cero. Y, querido mío, esto es un análisis justo de la situación.

Si tú ahora, te subes los pantalones, te ajustas el paquete, sorbes, echas un escupitajo, te atusas el pelo y vas a preguntarle, entonces serás un optimista (y un poco desagradable). No eres optimista por tu análisis, sino por la ACCIÓN.

El que toma una acción improbable y piensa que hay una gran probabilidad de que le salga bien no es un optimista, es un iluso.

Por lo que volvemos a repetir la idea del título y con eso nos quedamos.

Justicia en el análisis y optimismo en la acción.

En otro orden de cosas…

Dentro de poco habrá elecciones al parlamento europeo, y podemos votar a los partidos grandes, a partidos pequeños o no votar según muy variados criterios.

Habrá algunos que hagan un “voto útil” que llamamos y voten a alguno de los dos partidos grandes, entendiendo que son los que tienen más probabilidad de salir y, tristemente, tienen razón.

Algunos otros votarán a partidos pequeños que realmente les ilusionen o no votarán por cambiar un sistema que entienden injusto y, probablemente, no consigan nada. Pero no te equivoques, no son necesariamente ilusos… pueden ser optimistas.

Y, tampoco te equivoques, en algunas ocasiones, ella dice “Sí”.

Dedicado a mis queridos amigos y compañeros, Antonio y Luis.


La zona intermedia

21 enero 2012

Yo vivo en la zona intermedia.

No soy excepcional en nada, hay cosas que se me dan mejor que otras, pero no puedo aspirar a títulos más allá que «el más … de mi portal».

Supongo que aquí vivimos casi todos, no hay muchos seres realmente excepcionales y tampoco hay nadie que no sepa hacer la más mínima cosa.

No conozco qué se siente cuando se da la última pincelada a una obra maestra, cuando la última nota de una sinfonía inmortal encaja perfectamente, o cuando una teoría que revolucionará la ciencia se dibuja sin fisuras en tu mente, no lo sé.

Mi mundo es mediocre en hechos, además hay quien me dice: «Si no puedes hacerlo perfecto, no lo intentes».

Pues ya tenemos los ingredientes perfectos para la frustración y la tristeza, queridos lectores… pero este no es un post de «bajón».

Porque hay otras cosas que sí conozco y que sí he visto..

He visto a un alumno que aprendió un truco para trabajar con logaritmos y se le iluminó la cara al ver que dominaba un campo que creía imposible.

He visto entender un concepto científico a niños y adultos sin formación, he visto como brillaban sus ojos cuando su comprensión del mundo les hacía ver una realidad oculta. Luego preguntaban por más, había caído una frontera.  He visto caer muchas fronteras, no sólo en la ciencia, en el deporte, la música, la vida cotidiana…

Como profesor, divulgador, conferenciante, cuando hablo en los medios o con la gente que me quiere (en realidad digo a todos lo mismo), he visto y he tenido el privilegio de colaborar en esos momentos dichosos, cuando la gente se hace un poco más grande, un poco más libre, un poco más feliz.

¿Es mejor un profesor de universidad que uno de instituto, y éste a su vez que uno de primaria, infantil… porque la sofisticación de lo que enseña cada uno es mayor que la anterior?

¿Son los sentimientos del niño que empieza a leer menos valiosos que los de los que entienden el cálculo infinitesimal?

¿Está más nervioso el solista en el Carnegie Hall que la niñita que baila en fin de curso? ¿Son menores sus logros interiores?

Al principio os decía que soy pobre en hechos, pero, ¿son los hechos materiales la medida de las cosas? (1) ¿No nos importa (y nos debería importar más) lo que queremos decir con esos hechos: el Amor por lo que hacemos y por las personas a las que se lo ofrecemos?

Y, bueno, si me permitís la inmodestia y como montones de buena gente, pongo mucho Amor en el trabajo que hago, en lo que enseño y en las personas a la que enseño. Así que, siento que he vivido grandes momentos de logros interiores. He tenido la suerte de presenciar cómo la llama del conocimiento y de la libertad aumenta, ver cómo brilla a través de sus ojos.

Dedicado con cariño a los que colaboráis a que el mundo sea un lugar mejor,  ayudando a ser mejores y más felices a las personas. Sois grandes y excelentes compañeros. Seguiremos viviendo heroicas y legendarias aventuras llenas de emoción en… la zona intermedia.

(1) Ya hablamos de esto en ¿Por qué tengo que respetarte?


Falsa serenidad. Los hechos mandan.

29 diciembre 2011

«Esto hay que arreglarlo poco a poco…»

«Reunámonos y hablemos de ello…»

«Es una carrera de fondo…»

«Es muy complicado…»

«Es probable que no consigamos nada…»

Una y otra vez oigo estas frases, una y otra vez. Las dicen personas en mi entorno, políticos, empresarios, opinadores profesionales.. «oigo» a mi sociedad decirlo también.

«Algunos no son malos consejos», me diréis.

Claro que no, parece que se dan desde la serenidad, una cualidad más que deseable.

Ahora bien, ¿son estas las mismas personas que gritan, lloran o saltan de alegría cuando gana su equipo? ¿que se pegan conmigo si le hago un rasguño a su coche o que hablan como orcos dentro de él? ¿que se meten en la relación de otros? ¿que te apuñalan por migajas laborales?… en resumen, ¿son los mismos que matan, violan y saquean cuando algo que les importa está en juego?

Pensando en la personalidad de la sociedad de la que formo parte, una sociedad que se comporta como un pre-adolescente, ¿es acaso su serenidad la que le permite dormir tranquila mientras millones de personas sufren y mueren?

Venga ya…

Una vez más, seamos científicos, seamos prácticos. Centrémonos en qué se hace y para qué sirve.

Esto no significa ser materialista. Ser prácticos significa tener objetivos y buscar cumplirlos. Por ejemplo, la búsqueda de una felicidad serena y prestar atención a si tu trabajo, tu forma de vivir, tus relaciones personales o de pareja, contribuyen a conseguir ese objetivo o a alejarte de él, es algo muy espiritual y muy práctico.

Insisto, centrémonos en los hechos.

No vemos a mucha gente serena en la adversidad propia, en los grandes problemas, en las pequeñas pruebas e incluso en las mínimas molestias. Sal a la calle, mira un telediario y verás que ni la mayoría de las personas ni la sociedad como conjunto son serenas.

No quiero incidir más pero, ¿todavía hay alguien que crea que ese compañero de trabajo tuyo que llora de alegría o de pena cuando su equipo pierde, se toma con serenidad, con se-re-ni-dad, que te despidan a ti?

Hace poco un tweet del Dalai Lama decía que la verdadera compasión consistía en no poder soportar ver el dolor en otros y en tomar las acciones para aliviarlo. 

Y, esa es la clave, los hechos… siempre los hechos.

El trabajo de cualquiera que haya buscado la verdad en cualquier momento, entre ellos los científicos, pasa por ir quitando velos, por derribar mitos, por ver lo que las cosas son… más allá de lo que las cosas puedan aparentar.

En la aproximación científica a la realidad, contamos con los experimentos, con los hechos, para decidir qué es cierto, qué es válido, y qué debe ser descartado. En este blog insistimos con frecuencia en llevar esta actitud a otras facetas de la vida.

Pues hoy descartamos este mito: La falta de acción o la lentitud de las acciones que toman las personas, o las sociedades como conjunto, vienen de una poderosa motivación y de una actitud serena para actuar. ‘Amos anda…

A la vez que es muy interesante «escuchar» los hechos, también lo es «hablar» con ellos, como ya dijimos (diría que merece la pena que lo leáis también… ya que habéis llegado hasta aquí)

Y, de nuevo, os deseo Felices Fiestas no sólo con palabras. Mis hechos son compartir con vosotros lo mejor que he aprendido de la mejor forma que sé. Esa es la prueba, como divulgador, del amor al trabajo que se tiene y a la gente que lo recibe.


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