Os dejo por aquí esta práctica de un robot buscador hecha en el entorno OpenRoberta
Es un pelín más complejo que otras cosas que os comparto, pero empieza desde una idea sencilla y vamos completando y perfeccionando el proyecto. Uno de los objetivos es ir pasando por las distintas posibilidades tanto del lenguaje de programación como del hardware del robot.
Aunque se pueda usar como un entorno puramente virtual, este entorno está pensado para probar programas que vayan luego sobre robots reales, por lo que su comportamiento es «poco exacto», no te va a girar o a moverse con la precisión de Scratch, sino con la «imprecisión» de un robot real. De esta forma la programación es «realista», lo que le añade un atractivo más.
Agradezco a los creadores de este entorno su trabajo y, por supuesto al INTEF que es quien ha confiado en mí para escribir esta actividad y la comparte en su web.
Aquí os dejo, para quien pueda servir, este resumen de ideas preliminares sobre sensores y su uso básico en arduino.
Fundamentalmente pensado para principiantes, estudiantes y profesores que busquen material de apoyo.
El documento tiene licencia Creative Commons para que pueda llegar a todo el mundo, pero sin duda se agradece el apoyo de quien lo considere oportuno y pueda hacerlo. Aquí os dejo mi ko-fi
Así que os comparto este «esquema» trufado con los vídeos y simulaciones de la lista, de forma que pueda servir de guía de estudio y esquema para repaso.
Aquí de nuevo os dejo unas 70 jugosas páginas de prácticas de robótica pensadas para aprendizaje autónomo listas para que puedan usarlas estudiantes o curiosos con muy pocos conocimientos previos.
La particularidad más curiosa de esta aplicación es que puedes «ver» al robot en funcionamiento porque actúa en un entorno de «REALIDAD VIRTUAL» en el que puedes elegir varios puntos de vista: cenital, subjetivo…
Quizá os ayude a hacer prácticas algo más «realistas» en estos entornos de mucho cuidado sanitario, estudiantes en remoto, etc.
Gracias a la buena gente de la biblioteca de Ciudad Real y a las intrigas del estupendo Pedro F. Ruiz Huete, hemos pasado una hora hablando de ciencia y pensamiento crítico al hilo de mi libro Aproxímate.
Os dejo el vídeo y agradezco mucho la oportunidad y el aprecio profesional que me han brindado para hablar de algo tan necesario, pero no menos el calor humano sin el que tanto perdería sentido.
Así se titula el espectáculo de cacharrismo que hice en Naukas Bilbao, donde por fin pudimos volver y reencontrarnos con tantos amigos.
Se trata de experimentos relacionados con el centro de masas, culminando en un curioso ejercicio de equilibrio en el que este divulgador vuestro se la jugó en directo.
He participado en el ciclo que ha organizado el Museo de Ciencia de Valladolid sobre la ciencia del Titanic con esta charla donde lo aprovecho como excusa para poner la ciencia básica al alcance de todos, hacer algunos experimentos caseros y proponeros otros más. Cacharrista irredento.
Muchas gracias al personal del Museo por su trabajo y, especialmente a Inés, por contar conmigo.
¿Os suena? ¿Lo habéis hecho? ¿Pensáis que funciona?
Me disculparéis, pero no funciona. Apretar fuerte un interruptor no influye en el voltaje de un circuito, salvo que el interruptor esté roto, vaya.
Lo importante de esto es, como siempre, la reflexión.
Cuando veáis a alguien golpeando el lateral de un PC, pidiendo por favor que vuelva Internet o invocando a cualquier santo para que termine la actualización del portátil, pensad por un momento en las leyes que rigen el comportamiento de esos aparatos.
La conclusión es que el usuario no necesita ningún conocimiento sobre el funcionamiento del aparato para poder utilizarlo.
No necesitas saber una palabra de termodinámica para conducir tu coche o para ducharte con tu caldera, ni haber oído mencionar a Maxwell o a Berners-Lee para conectarte a una WiFi. Hasta puedes hacerlo pensando que provoca cáncer… y te funcionará igual de bien que a mí.
Y este hecho terrible, es una de las razones por las que los «utilitaristas» (en el peor sentido, el más básico y cortoplacista) no tienen ningún interés en ese conocimiento básico de la ciencia. No lo necesitan para sus actividades cotidianas. Nadie pide un logaritmo de patatas.
Y por eso, cuando argumentamos en favor de la popularización del conocimiento científico, hay que ser fino y no errar el tiro. Si erramos en el diagnóstico, ¿cómo vamos a acertar en el tratamiento?
Tanto me ocupó este pensamiento, que mi último libro divulgativo (hasta este momento) iba precisamente dirigido a esa población que considera que ninguna ciencia era de aplicación «útil» en su vida cotidiana.
Así que recopilé un conjunto de experimentos caseros y life hacks en los que el conocimiento científico te producía una ventaja directa en las actividades más prosaicas del día a día, junto con una somera explicación científica de su por qué (o de su cómo).
Si os apetece echarle un ojo… o regalárselo a aquel que te repite una y otra vez que la ciencia no sirve para nada, aquí lo tienes. Y de paso puedes contestarle: A ti no te sirve, porque no la conoces.