Fuente: Wikipedia
Ya hemos hablado mucho de los sesgos cognitivos y es típico que se etiqueten como «errores» o como en el enlace: «juicios inexactos o distorsiones», aunque a mí me gusta mucho más otro término: ATAJO.
Los sesgos cognitivos son juicios rápidos usando información incompleta o posiblemente inexacta. Son un desastre… digo, una NECESIDAD.
Os pongo un ejemplo:
- ¿Quieres salir conmigo? RESPONDE AQUÍ Y AHORA.
Esto… no sé. ¿Eres buena gente o sólo lo pareces? ¿Tienes un armario lleno de cadáveres o de tortillas? ¿Somos compatibles? ¿Morirás mañana? No puedo SABER la respuesta a esa pregunta. Es imposible decidir adecuadamente.
Pero TENGO que responder ahora. Si no lo hago la respuesta es NO, y entonces ya no estoy decidiendo, estoy dejando que las cosas sucedan.
Otro ejemplo:
- ¿Esto se come o me va a comer a mí?
De nuevo, respuesta inmediata, ya. Puede que me muera de hambre o que me coman.
(Si eres estudiante -o profesor- igual te apetece leer Te jodes y decides)
Nuestra máquina de pensar ha evolucionado por la presión de la selección natural, lo que significa: sobrevivir lo suficiente para pasar tus genes.
Y, como ya debierais saber:
Tener razón no siempre resulta evolutivamente favorable
Hace años me dijo una amiga: Espera, no entres en ese cruce, exigiendo tu preferencia, a las dos de la mañana, quizá seas el único conductor que no va borracho. Frase que me recuerda esta otra: El cementerio está lleno de gente que tenía razón.
Así que, el exceso de prudencia, o incluso ser miedoso, han podido tener un efecto «protector» para nuestro bagaje genético, por muy absurdo que ahora sea dar un brinco cada vez que cruje la madera de tus muebles.
De la misma forma, un comportamiento borreguil… estoooo, quiero decir, dejarse influir demasiado por la presión del grupo, puede haber sido también un elemento protector al mantenernos en la tribu, a salvo de un entorno demasiado hostil para un individuo de nuestra especie en solitario.
Pero vayamos al sesgo con el que titulábamos: La ilusión de control. Me gusta analizarlo en dos vertientes.
- Pensar que tomando acciones presentes puedo controlar el futuro
- Concluir que las circunstancias presentes son consecuencia de mis acciones pasadas.
Estas dos ideas son tremendamente y aterradoramente falsas, sobre todo en su acepción fuerte, que es como suelen entenderse.
No podemos controlar el futuro, hay múltiples factores y agentes influyendo en cualquier situación, incluido el azar.
Esto que acabo de decir es una obviedad, pero lo que no suele contemplarse es que muchos de ellos, por sí solos e independientemente de cómo de propicios sean los demás, pueden decantar el futuro en una dirección u otra.
No pensamos en ello porque quizá es aterrador. Convivir con la incertidumbre no es nada fácil y lo más frecuente es que se ignore o se niegue.
Muchos se preguntan: ¿Para qué voy a hacer nada, si puede pasar cualquier cosa?
En la segunda acepción también encontramos cierta «paz», a la par que vuelve a invitarnos a la acción:
- Si lo que sufro fue por algo que hice o dejé de hacer, puedo evitarlo en el futuro.
- Si lo que disfruto fue por algo que hice o dejé de hacer, puedo conseguirlo de nuevo, o mantenerlo.
Así que la ilusión de control nos mueve a la acción… pero, Panadero nuestro, ¿no nos has dicho que la acción es «inútil»?
No, querido lector imaginario, he dicho que hay muchos factores y agentes… y resulta que TÚ eres uno de esos agentes.
Una vez más serán las matemáticas las que nos saquen del apuro, en este caso las no suficientemente valoradas probabilidad y estadística.
Efectivamente puede pasar cualquier cosa, y hay hechos que se deciden azarosamente… pero no todos los futuros son igualmente probables.
No puedo «obligar» un resultado, pero puedo aumentar su probabilidad.
Por poner un ejemplo común. La educación y la formación no aseguran el empleo ni que tengas uno mejor pagado (todos conocemos contraejemplos), pero sí mejoran muy sensiblemente la probabilidad de que eso ocurra, por lo que es una medida inteligente tomar ese camino. Busquen datos, si dudan.
A veces cuesta mucho entender esto, porque una vez que la cosa ocurre, ha ocurrido al «cien por cien», más allá de lo probable o improbable que fuera. La falta de conocimiento estadístico nos hace pensar que ir con casco o sin él en una moto es equivalente en cuestión de peligrosidad, y NO lo es.
De esta forma, cabalgar la incertidumbre, como me gusta decir, es la única manera razonable de vivir.
No puedo forzar a que me toque un sorteo, pero puedo comprar papeletas.
El esfuerzo personal en nuestro ámbito de acción es lo único que podemos hacer, lo único que puede exigírsenos… y lo único que les queda a los que no tenemos talentos especiales, patrimonio, acceso a crédito o contactos.
Rendirse a la impredicibilidad de la vida, en lo bueno y en lo malo, entender que lo que nos sucede puede no ser culpa o mérito nuestro, es además de una fuente de serenidad, a mi parecer, un justo juicio de lo que las cosas son.
Será frecuente quien sepa encontrar excusas para evitar esa «culpa»… a veces negando su responsabilidad evidente, pero, mucho menos frecuente es quien sabe ver la falta de proporcionalidad o la falta de relación causal necesaria entre sus méritos/esfuerzo y el resultado obtenido.
¿Cómo no establecer un nexo entre lo mucho que me lo «curré» y que saliera cojonudamente? ¿Quieres decir que es mentira que me esforcé?
Así, queridos lectores, sólo nos queda concluir que la ilusión de control ha sido, efectivamente un buen amigo que nos ha llevado muy lejos, pero con engaños, un progenitor que nos hizo tomar la sopa para que no viniera el coco, pero ya somos mayores. Pensemos entonces, ¿estamos preparados para aceptar la verdad? Es tan simple como terrible, pero quizá en la aceptación de lo inevitable esté la tan buscada serenidad.
Hagamos lo que podamos porque es lo único que podemos hacer.
Me encanta lo de “cabalgar la incertidumbre”… Me ha parecido una reflexión bastante acertada. Sobre todo porque hay gente que sobrevalora la capacidad del “yo” de alterar las “circunstancias”.
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Muchas gracias!! Un saludo!
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[…] hablamos de la ilusión de control, hoy toca el sesgo del […]
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