¿Demasiado joven para opinar? No, demasiado joven para publicarlo

1 May 2021
Árbol. Foto propia
Árbol en Burgos. Foto propia.

Se ha hecho viral el vídeo de una joven que propone hacer experimentación con presos en lugar de con animales porque unos son inocentes y otros no. Y, ante la que se ha liado, reconoce que su propuesta es radical, pero la mantiene.

Al hilo de esto me viene a la memoria la cara de horror de una buena amiga cuando opiné una barbaridad en un bar en nuestros tiernos veinte años con la única compañía de un grupo de amigos, que gracias al cielo aún nos conservamos como tales.

Es imposible no tener opinión, ya lo discutimos aquí, pero, ¿es necesario expresarla a los cuatro vientos, que se publique y permanezca, persiguiéndome por los siglos de los siglos? ¿Es necesario que ese registro de mis primeros «balbuceos» con la lógica, las ideas, las ideologías, empiece tan pronto?

Quizá hayáis oído hablar del derecho al olvido, pero si andáis en ello también sabréis lo difícil que es hacer valer ese derecho… vaya, como tantos otros.

Esta joven quizá no ha tenido quien le explique que la dignidad humana es un derecho inalienable, a pesar de los delitos que haya cometido, que se lo haga entender tranquilamente, parsimoniosamente, dándole el tiempo necesario para que su raciocinio acalle la llamada de sus tripas que piden la peor tortura para quien daña a los tuyos. Esto quizá requiera unos años. O puede que esta persona necesite experimentar lo fácil que es pasar «al otro lado de la ley» y la vida se lo muestre en sus carnes o en las de alguien cercano.

También pudiera ocurrir que todo ese esfuerzo sea inútil y simplemente estemos ante una joven que en el futuro anhele la ocasión de ser algún Menguele o verle trabajar con delectación, que espere el momento de unirse a las ideologías que se escondieron unas décadas y ahora vuelven a mostrar con orgullo su maldad. Ahora mismo es difícil saberlo. Ahora mismo es una joven con la cabeza hecha un lío, cosa que podría tener solución o no tenerla, pero cuyas barbaridades no deberían ser públicas y cuya educación debería suceder en el ámbito de lo privado.

¿Es injusto entonces el vapuleo que está recibiendo en las redes? Pues no sé. ¿Debemos permitir que prosperen y ocupen lo público los discursos de odio, en contra de los más básicos derechos humanos, como el de la salud?

Sin duda su discurso está obteniendo lo que merece, pero ¿y ella? ¿Merece ese escarnio y exposición? ¿Quién es responsable de que la tenga? ¿Quién se lucra de ello? ¿A quién le importa?

Pues a ella debería importarle, porque, por ejemplo, mañana, cuando vaya a buscar trabajo, busquen su nombre por la red y aparezcan estas palabras terribles es posible que pague un precio. Y es posible que también suceda pasado mañana. Y al otro.

Una cosa que creo les enseñamos poco a los jóvenes es la falta de proporcionalidad entre los errores y el coste que la vida te pasa por ellos, por exceso y por defecto. Y si se lo tiene que enseñar la vida, igual va a doler mucho.

Si no sois ya tan jóvenes, pensad en lo que habéis hecho, en lo dicho y en la bendición que es que sólo quede el rastro en alguna foto amarillenta o en algún recuerdo.

Cuidemos a nuestros jóvenes.


Al hilo del apagón de Google

16 diciembre 2020

Hace un par de días hubo problemas en la autenticación en los sistemas de Google durante unos cuarenta y cinco minutos, con lo que no se podía acceder a Gmail, Youtube, etc.

No os hablaré de los aspectos específicos que produjeron ese error porque me interesa más otras ideas que me surgen al hilo del suceso

Suministros fiables

Esto es lo primero que se me viene a la mente. ¿En qué suministros confiamos? ¿De cuáles dependemos?

En primer lugar, la electricidad. Incluso mi caldera de gas o mi aparato de teléfono necesitan suministro eléctrico. Siendo yo chaval, el teléfono usaba la poca energía que necesitaba de la propia línea telefónica y el pequeño calentador de agua caliente sólo necesitaba la presión del agua para funcionar, es cierto que no daba agua caliente para los radiadores, pero mi calentador de hoy, sin electricidad, no me da tampoco agua caliente para uso directo.

Pero seguro que convendréis conmigo en que la conexión a Internet es hoy también un servicio del que somos igualmente dependientes. En alguna ocasión que ha habido un corte de electricidad en mi casa, he podido seguir navegando gracias a la conexión de mi teléfono móvil.

¿Podemos cambiar nuestro modo de vida para no necesitar electricidad o conexión a Internet? ¿Sería deseable hacerlo? Desde luego, la dirección es la opuesta, incluso nuestra relación con la administración cada vez es más virtual.

Pero una cosa es el acceso a Internet y otra el acceso al servicio de una compañía concreta, sea Google u otra.

¿Somos clientes de Google?

La mayor parte de nosotros, no. Somos USUARIOS, pero no clientes. Me explicaré.

Google ofrece unos servicios sin que tengamos que pagar por ellos y nosotros los usamos, bajo las condiciones que la compañía impone y que va cambiando con el tiempo a su discreción, pudiendo incluso eliminar los servicios que considere sin que tengamos voz o voto en esa decisión (aún lloramos la desaparición de GoogleReader)

Es interesante pensar de dónde proviene el valor de Google, de dónde saca Google sus enormes beneficios. No será de los usuarios que sólo utilizamos sus recursos sin pagar un euro, nosotros sólo damos «problemas». Como muchos sabréis es la venta de nuestros datos con fines publicitarios (u otros, no entraremos ahí hoy) lo que le produce beneficios y serán estos compradores de datos los que son sus clientes y tienen contratos que obligan a las partes con condiciones y esas cosas, que nosotros como usuarios, no tenemos.

De hecho, podríamos pensar que mejor que usuarios nuestra relación con la compañía podría definirse como «producto», ya que Google es el vendedor, los publicistas los compradores y nuestros datos lo que se vende.

Por esto, mañana o pasado podría dejar de funcionar cualquiera de los servicios por los que no estéis pagando y no podríamos rechistar: Gmail, Drive o Maps. ¿Depende tu negocio o tu forma de vida de estos servicios?

Instituciones y empresas

Más allá de los problemas de seguridad y privacidad, que no son pocos ni menores, ¿puedo permitirme que mi institución pública o mi organización privada dependan de unos servicios que se me «conceden» y pueden cambiar sus condiciones o suprimirse de un día para otro?

Supongo que cualquier empresa seria usa correos del estilo @mi_organizacion_seria.es en lugar de Gmail, Yahoo u otros, pero puede que algunas de ellas estén generando documentos compartidos en GoogleDocs o almacenándolos en Drive.

Cuando el sistema informático de una empresa se cae es normal que su actividad se pare pero, ¿es normal que lo haga si se cae Google? Por cierto, ¿qué pasó el otro día con los centros educativos que usan Google Classroom?

Copias de seguridad

Si el documento en el que tanto he trabajado, y tengo que seguir haciéndolo, SOLO lo tengo en el correo o en Drive, estás colgando de un hilo. Si se rompe, te caes.

Una razón más para tener más de una copia de los archivos que sean importantes para ti. Aunque cada vez tenemos más datos que guardar (fotos, vídeos, documentos…) la memoria es mucho más barata que nunca, así que acostúmbrate a tener copia local y copia remota de ese material sensible. Piensa también que hay aplicaciones para gestionar esas copias y sincronizarlas. Aunque si no te quieres meter en líos, hacer copias de seguridad con cierta periodicidad puede ser un buen comienzo.

Trabajo offline

Tener copias locales y aplicaciones instaladas, como LibreOffice, nos permitiría seguir trabajando en un documento que tuviéramos a medias en GoogleDocs, por ejemplo. A veces parece que estamos evolucionando (¿involucionando?) a que nuestros ordenadores sean «terminales tontos» que usan almacenamiento y aplicaciones en remoto. No sé si es bueno o malo, lo que sé es que no estamos obligados a que esa sea la única opción y que, ante un fallo, nos quedemos inermes.

Servicio fiable

Finalmente, parece que fue menos de una hora y fue noticia mundial, ¿por qué?

De vez en cuando paran los servicios informáticos educativos de mi comunidad autónoma por un día o dos y no sale en los periódicos. ¿Por qué esto ha sido noticia?

Por lo mismo que «Hombre muerde a un perro» es una noticia, porque es un hecho inusual. A día de hoy es cierto que tenemos todos los problemas de depender de un servicio que ni está contratado, ni bajo mi control, pero también es cierto que, insisto, a día de hoy, es raro que se caiga y más raro aún que lo haga por más de unos minutos.

Conclusiones y aprendizaje para el futuro…

Las empresas y, sobre todo, las instituciones públicas no deben estar al albur de estas situaciones. No estoy diciendo que no se contraten servicios externos, pero que se CONTRATEN, y que haya con condiciones de obligado cumplimiento y con la protección de datos que necesita.

Para los usuarios individuales, lo de siempre. No puedes colgar solo de una cuerda, así que

  • Haz copias de seguridad periódicas y cada vez que generes mucho material
  • Dispón de herramientas offline para trabajar, LibreOffice por ejemplo. Hay muchas buenas y libres.
  • Cuida la privacidad de tu información sensible.

ACTUALIZACIÓN

Acabo de leer por ahí que no le estamos echando cuentas también a los que tienen su cuenta de gmail como la manera de recuperar o autentificarse en otros servicios. Ojo..


¿Son cuidadosos los jóvenes con la privacidad online?

25 julio 2019

Publicado simultáneamente en Naukas.

Como sabéis, soy profesor de secundaria y hablarles sobre privacidad es mi obligación, no sólo como docente, sino como parte de mi temario.

Pero me resulta tremendamente difícil. Mirad, conversación de clase.

– Chavales, si ponéis una foto de dónde estáis comiendo en RRSS va a verlo mucha gente.

– ¡Claro! ¡Qué bien! PARA ESO lo hacemos.

¿Dónde quedaron Raphael o Alaska con sus «Qué sabe nadie» y «A quién le importa»? Porque parece que hoy, lo tuyo, le importa a mucha gente y LO SABEN.

Preguntados algunos amigos de Naukas, le he estado dando vueltas y os cuento cómo veo el asunto.

Hay quien apunta a que pudiera ser que la privacidad, tal y como la concebíamos hace 20 años ha quedado obsoleta, estando en un nuevo tiempo, con nuevas reglas, como apunta Santiago Campillo, o como también sugiere Joaquín Sevilla recomendando un vídeo de la youtuber Ter hablando sobre el origen de los selfies para reflexionar sobre el concepto de imagen virtual.

Pero es muy interesante la respuesta de Víctor Ruiz sobre este «nuevo» concepto de privacidad, en la línea de que los adolescentes de hoy en día siguen respondiendo a sus padres, como siempre: ¿Donde has estado? Por ahí. ¿Con quién has salido? Con «estos»… y eso si les pillas comunicativos y pasan de los monosílabos, o ruidos guturales. Es quizá, más ajustado, como dice Víctor, que creen que lo que publican no es, en realidad, «público». En este sentido a veces le digo a un alumno que voy a proyectar su cuenta de Twitter en clase, por ejemplo, y se ponen bastante nerviosos. Le pregunto que por qué, que si la tiene abierta la puede ver alguien en Ulan Bator sin mayor problema. Algunas veces, para hacerles reflexionar sobre la privacidad les he dicho que ese día no la iba a abrir, pero que al día siguiente sí, así que, que revisara sus contenidos o que la pusiera privada… y la ponían privada. Conclusión, no les da igual que cualquiera pueda verlo… aunque su configuración sí lo permite.

Por supuesto sigue habiendo cosas que se quieren proteger, los datos sensibles que entienden como «secretos» y no sólo como privados, el PIN de la tarjeta de crédito o las contraseñas de los distintos servicios online, las RRSS, etc.

Iván Rivera opina que quizá no se trate de un «nuevo» concepto de privacidad, sino el retorno al de siempre, al de la tribu, vaya… a la ausencia de privacidad, donde las viejasdelvisillo tenían información puntual de todos, y la compartían con bastante buena disposición. Disfrutamos de un cierto paréntesis de intimidad en nuestras «deshumanizadas» ciudades, pero volvemos al redil… aunque con una importantísima diferencia: Las viejasdelvisillo de hoy en día no comparten su información con la misma ilusión que recopilan la nuestra. Para muestra este momento impagable (min 0:46) en una comparecencia de Mr. Facebook en el Senado, que debería ponerse a diario en la tele y os transcribo.

– Mr. Zuckerberg, would you be comfortable sharing with us the name of the hotel you stayed in last night?

– Um, (chuckles), (pause), uh, No (smiles).

¿Por qué tanta duda? ¿Por qué no? ¿Por qué no quieres compartir esa información que deseas de mí y para la que has generado toda una estrategia comercial de alertas, likes y demás. Una estrategia, como nos recordaba Víctor.

Fijaos que es un ejemplo estupendo de «si no tienes nada que ocultar, ¿qué tiene de malo que sepamos el hotel en el que has estado, y que habrás dejado ya?» Es una información que parece que no tiene ningún valor o peligro pero que no es de la incumbencia de nadie… aunque parece que sí que les importe.

Distinción muy importante esta entre lo que te incumbe y lo que te importa o te apetece saber/inmiscuirte.

Os recuerdo, ya lo hacía Mark también en la comparecencia, que él VENDE esta información a terceros, para que hagan publicidad dirigida, por lo que cobra muuuuucho dinero. Aprovechamos también para traer al foco que nosotros no somos los CLIENTES de las redes, clientes son los que pagan por la publicidad que nos hacen, nosotros (nuestros datos) somos el producto.

¿Y qué tipo de producto somos? ¿Qué harán con esos datos?

Pensemos que para que algo sea un negocio hay que conseguir que produzca dinero. Saber que yo he ido al cine o a correr tiene que tener un interés que pueda traducirse en dinero, si no, nadie pagará por esa información.

Por un lado está la publicidad dirigida, ya sabéis, mucho mejor (más barato y efectivo) mandar anuncios de zapatillas a gente que sé que corre varios kilómetros al día que buzonear en una ciudad portal por portal, piso por piso.

Pero entonces, ¿por qué partidos políticos, seguros médicos y otros agentes similares están comprando esa información? ¿Qué pueden hacer con ella?

El escándalo de Cambridge Analytica (documental en Netflix pronto) y otros parecidos nos muestran que, sabiendo cuáles son nuestras «teclas», pueden hacernos tomar decisiones que pensemos «libres», vaya lo que lleva haciendo la publicidad toda la vida, pero con mucha más capacidad de influencia. Respecto a por qué querría una compañía de seguros médicos conocer tu día a día, te dejo que lo pienses tú.

¿Podría ser entonces que esa distinción que hacemos en la información sensible, entre información secreta y privada, sea un error, porque en el fondo toda la información sensible debería protegerse como si fuera secreta?

Pues diríase que sí, que deberíamos compartirla sólo con quien fuera necesario, controlar a quién se la damos y con quién va a compartirla.

Hace poco hablaba en Twitter con dos buenos amigos que opinaban que no tenía mayor problema poner las fotos de tus peques en Facebook si tenías tu cuenta cerrada y sólo a gente de la familia agregada, pero hay que recordar que Facebook se queda con los derechos de las fotos que sube, y que si no has visto la cara de tu peque en un anuncio es sólo porque los publicistas no piensan que haya salido tan guapo como tú crees. Hay aspectos muchos más sórdidos, por ejemplo, hace poco supe que, pederastas, comentaban vídeos de youtube con una marca de tiempo, para que otros supieran donde iban a encontrar material que pudieran usar para sus fines.

Un punto muy importante que señalaba Javier de la Cueva (experto en estos menesteres) es que lo que «te importa» puede ser un concepto muy dependiente de tus coordenadas espaciales y temporales y lo resumía en tres puntos.

1. El consenso social de hoy puede cambiar.

Lo que haces hoy podría no tener mañana un consenso social. Pone como ejemplo la imagen de la mujer en la publicidad de los años sesenta.

Añado yo, que en el caso de los chavales más jóvenes, olvidan que tendrán varias «vidas»: ahora son hijos y jóvenes, pero mañana serán trabajadores, padres, figuras públicas o con responsabilidades privadas, y que ese vídeo cantando borrachos en cueros no tiene la misma aceptación en todos esos «mundos» diferentes.

2. Lo que se acepta en tu país podría no tener consenso en otro.

Un homosexual puede ser condenado a muerte en determinados países, por ir al ejemplo más claro.

3. Tu comportamiento cotidiano sirve para crear un perfil, que podría hacerte sospechoso de tener conexiones con gente que hubiera ido al mismo sitio que tú en el mismo momento, acusaciones de conspiraciones terroristas, por ejemplo.

Concluye que una cuestión es estar «conectado» y otra la prudencia al dar datos en esas conexiones, al menos bajo estos tres argumentos: temporal, espacial y de perfilado.

José María Mateos compartía un artículo que profundiza sobre la definición de privacidad y «nothing to hide» (nada que esconder) principalmente desde un punto de vista de monitorización desde el estado.

 José Cuesta abunda sobre la peligrosidad de los posibles usos que hagan los bancos, aseguradores… o simplemente, quien te vaya a hacer una entrevista de trabajo y se ponga a mirar en tus redes, o en las bases de datos que hayan comprado.

También fue Jose quien nos informó de que podíamos acceder a (alguna) información que va recopilando Google en la página MyActivity. Personalmente me quedé alucinando cuando vi que me grababan desde el micrófono del móvil aleatoriamente y guardaban esas grabaciones. Cosa muy diferente a estar escuchando y esperar a que se diga «OK Google» para empezar a guardar (mis alumnos pueden atestiguar que salía cantando por Camarón mientras conducía). Recientemente han reconocido que (algunas) de esas grabaciones están siendo analizadas incluso por operadores humanos.

Esta es otro enlace que nos facilitó Jose donde podéis ver cómo se nos están identificando los intereses por parte de Google.

Y otro enlace más para ver qué empresas están recopilando datos nuestros, de nuevo vía Jose Cuesta.

Esto respecto al asunto puramente técnico y de seguridad, pero quizá también cabría preguntarnos sobre aspectos más filosóficos o psicológicos.

¿Por qué querría exponerme tanto? ¿Qué interés tiene mi postre, mi nueva camiseta para el «público general»?

Es cierto que hay quien «monetiza» sus seguidores y en realidad está haciendo un trabajo publicitario pagado para un restaurante o tienda de ropa, pero no es el caso general.

Somos animales sociales, por supuesto, y necesitamos el refrendo y el cariño de los otros, lo que pasa es que esa necesidad suele y quizá debiera (?) proveerse por parte de los círculos cercanos, los amigos (los de verdad) y la familia. Me pregunto si es psicológicamente sano depender del apoyo de mis «seguidores/lectores/fans» para tener el coco medianamente en orden.

Desde luego, que cada uno haga lo que quiera, hay quien dice «empoderarse» subiendo fotos desnudo (hablando de exposición íntima), y frecuentemente no responde a una reivindicación de cuerpos «no normativos», quizá una lucha necesaria, sino a gente que está muy bien, buscando que se lo digan.

A mí me chirría. De hecho he «desgastado» el botón de silenciar en Twitter y he reducido la interacción con quien sólo viene a molestar, porque sí tienen una influencia en mi estado de ánimo. Aunque sigo pecando en pensar que cualquier subproducto de mis procesos mentales, es algo que el mundo debería conocer. A veces serán ideas inspiradas o inspiradoras, pero en otras ocasiones creo que tienen más que ver con recibir un refrendo y psicológicamente, esto ya os digo que me parece que tiene aristas. En fin, estos aspectos, ya que se los mire cada uno.

Conclusión.

La información privada dice mucho de nosotros y si somos descuidados al compartirla puede llegar a quien no queramos que lo hiciera, y que lo usará con fines que no nos gustarán, influyendo en nuestra vida, capacidad de elección, incluso uso de servicios como la medicina.

Difícil camino y difícil de enseñar en un mundo en el que los adultos son los primeros que no hacemos un uso adecuado de las RRSS ni por el tiempo dedicado ni por las actitudes. Así que aprovechemos esta reflexión sobre cómo educar a nuestros jóvenes, para mirarnos en el espejo. Ya que, como acierta a indicar Fernando de la Cuadra (que ya visto mucho, experto en seguridad informática), sus comportamientos son poco diferentes a los nuestros, para mal, seguimos buscando ser el macho alfa, el más popular del recreo. Además de sugerir que usemos mejor el término intimidad, en lugar de privacidad.

Gracias a todos los compañeros de Naukas por sus reflexiones, enlaces, información, controversias… Es un privilegio poder contar con vosotros.

ACTUALIZACIÓN

@Mininacheshire nos alerta de q al pedir precaución a las víctimas podemos incurrir el culpabilizarlas y  en dejar de exigir a los abusadores q sean legales y éticos.

 


¿Nos espía WhatsApp?

23 noviembre 2018

Bundesarchiv, Bild 101I-198-1363-29A / Henisch / CC-BY-SA 3.0 [CC BY-SA 3.0 de (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/de/deed.en)%5D

ACTUALIZACIÓN: Lo anduvimos contando en Julia en la Onda (min 16:45)

Habréis oído alguna vez que hay quien tiene una conversación privada por WhatsApp mencionando algún producto y poco después recibe publicidad en Facebook justo de ese producto.

¿Cómo saber si esto es realmente así?

Junto con algunos de mis alumnos de este año, nos propusimos hacer un experimento para comprobarlo. Aquí os dejo el reporte, con un saludo para mis alumnos 😉

Posible paso de datos de conversaciones de WhatsApp a Facebook e Instagram

Javier Fernández Panadero

como profesor responsable de

la clase 4ºD curso 18/19 del IES Vicente Aleixandre de Pinto (Madrid)

javierfpanadero@yahoo.com

@javierfpanadero

Resumen

Animados por los rumores sobre personas que tenían conversaciones escritas privadas en WhatsApp y recibían anuncios en Facebook e Instagram relacionados con esas conversaciones, hemos llevado a cabo un pequeño experimento.

Los alumnos van repetir un término en una conversación privada y luego comprobar si reciben publicidad relacionada con ese término.

Se hace el experimento dos veces y salvo algún caso aislado no se produce ese efecto.

Introducción

Es un rumor recurrente que si hablas de un tema en WhatsApp recibes luego publicidad relacionada en Facebook e Instagram.

Sabemos ocurren cosas parecidas, por ejemplo, hacer búsquedas en Google y que aparezca publicidad relacionada en Facebook.

En este caso nos parecía mucho más grave, la conversación en WhatsApp se supone que está encriptada y es secreta.

También podría ser un caso de “cherry picking” en el que el usuario está fijándose solamente en la coincidencia que ha tenido y no en todos los casos en los que no ha habido coincidencia (como pasa con los videntes, que agrandan sus mínimos aciertos).

O podría ser que los usuarios ya fueran público objetivo de ese producto y que el hecho de hablar de él haya sido irrelevante. Por ejemplo, un concierto en una ciudad cercana a la que viven.

Experimento 1

Participantes: 17

Número de repeticiones del término en WhatsApp: 15

Antes de hacer el experimento decidimos con cuántos casos consideraríamos positiva la relación (para evitar sesgos en la interpretación de los resultados) y decidimos que si hubiese publicidad relacionada en la MITAD de los casos podríamos descartar que fuese un asunto aleatorio.

Buscamos términos para los que ellos no fueran público objetivo por su edad, sexo o su historial (lugares en los que hayan estado ellos, o amigos) y llegamos a esta lista.

Lucena, El Ejido, Nimes, Grenoble, Horcajo, Cazzu, Perito moreno, Gran Cañón del Colorado, Hopewel, estilete, tapones de corcho, buje, trinchacadenas, Parque de la Reina, Taipei, Campillo, Mondoñedo.

Mientras discutíamos esta lista mantuvimos apagados los móviles por si tenían dados permisos de micrófono directamente a Facebook o Instagram y hubieran recibido publicidad por un acceso directo de estas apps y no por la interacción con WhatsApp.

Resultados del Experimento 1

En ningún caso apareció publicidad directa con el concepto en concreto, aunque en dos casos que apareció algo con cierta relación.

Quien habló de Nimes vio luego publicidad de viajes a Francia y quién habló de Campillo (y había mencionado la palabra “vino”, típico de allí) recibió publicidad de vino.

Analizando los resultados pensamos que quizá no encontrábamos publicidad relacionada, porque los términos que usábamos no la contratan, no porque no se estuviera monitorizando la conversación. Por ejemplo, que no hubiera nadie pagando a Facebook para publicitar “estiletes”.

Como los casos “sospechosos” (el vino y Francia) surgieron inmediatamente, pensamos que no hay problemas con las repeticiones, el tiempo de espera hasta mirar los anuncios, y procedemos a volver a hacer el experimento con algún producto que sí esté publicitándose de manera masiva y que a la vez no sean los estudiantes público objetivo.

Experimento 2

Participantes: 18

Repeticiones del término: 15

Pactamos usar el término “pañales” que sabemos que se publicitan a mucho público, que recuerdan no haber recibido con anterioridad y para los que aún no son público objetivo.

Resultados del Experimento 2

El resultado de este segundo experimento es el siguiente, hay dos personas que reciben publicidad relacionada, mientras otros dieciséis, no.

Antes de empezar el experimento decidimos poner un límite en el 50% de ocurrencias, y nos hemos quedado muy lejos, pudiendo atribuir estos dos anuncios a otras causas.

Sin duda resulta llamativo que alguien, aunque solo sea una persona, reciba ese anuncio, pero para eso se hacen experimentos controlados y estadística, para distinguir lo que parece de lo que es. Si no, a quien le toca la lotería le parecería “lo normal”.

Conclusiones

Aunque este tipo de experimento tienen muchas posibles fuentes de error  y el número de participantes es bajo, nuestra conclusión debe ser que no hay relación entre nuestras conversaciones de WhatsApp y los anuncios que recibimos en Facebook e Instagram.

Animamos a que se haga en condiciones más controladas y con muchas más personas y quedamos pendientes de esos resultados.

Respecto a quienes encuentran esas coincidencias (aunque podría tratarse de casualidades) lo más probable es que fueran anuncios seleccionados por la cantidad de información que las RRSS recopilan monitorizando nuestra actividad o que nosotros mismos facilitamos con la publicación de información privada (comida, amigos, viajes, etc.).

Por otra parte no nos extraña la sospecha inicial. Las propias compañías han reconocido las prácticas “aceptadas por el usuario” (otras no tanto) como escuchas del micrófono por Facebook, lectura del interior de los correos por Google, etc.

En este extremo animamos a que se consulte, si se posee cuenta en Google, las siguientes páginas para conocer qué información tiene de nosotros esta compañía de forma legal (y sin ocultarlo), y que vayamos tomando decisiones sobre vuestra privacidad, un bien que pocos piensan en proteger.

Registros de voz, lugares visitados, búsquedas, etc.

https://myactivity.google.com/myactivity

Personalmente, en este caso me ha llamado mucho la atención en mi registro de voz, que Google no se ocupa sólo de escuchar a ver si digo “OK Google” e intentar reconocer lo que va después, sino que escucha y almacena audio aleatoriamente, que elige recoger cuando le parece.

Información personal para darnos publicidad segmentada por parte de Google.

https://adssettings.google.com/authenticated?utm_source=search-privacy-advisor

Aquí otras compañías y la información que compartimos con ellas

http://www.youronlinechoices.com/es/preferencias/

Estos enlaces nos llegaron gracias a @InerciaCreativa estupendo compañero en Naukas.

Finalmente

Nuestra privacidad y nuestros datos son objeto de intercambio, un producto que se vende a publicistas o que se almacena para usar en el futuro, como hemos visto en numerosos casos.

Como ciudadanos debemos actuar. Hay una acción personal en la discreción y en proteger nuestros datos, hay una acción de vigilancia y denuncia sobre las compañías que los utilizan indebidamente y hay una acción política para forzar legislación que nos proteja.


¿Cómo gestionar los emails?

9 diciembre 2010

Voy a contaros una política para gestionar nuestros emails que me parece eficiente.

Lo primero sería no usar los emails que proporciona tu ISP (tu proveedor de servicios de Internet), así no tendrás que mandar mil correos de aviso a tus contactos cada vez que te cambies de proveedor.

Y lo siguiente sería tener dos, o mejor tres, cuentas de correo.

1. Personal

Nos hacemos una cuenta en yahoo, hotmail, gmail… la que más os guste.

Ponemos con claridad nuestro nombre o nuestro apodo para que la familia y amigos la recuerden con facilidad. Por ejemplo: pepe.garcía@hotmail, o juanchispi@yahoo.com

2. Profesional

Esta la haces en el dominio de tu empresa, o si vas por tu cuenta en un servidor gratuito. De nuevo es importante que tu nombre quede claro, para que sea fácil de recordar por tus clientes o proveedores. Aquí lo del chispi, mejor lo dejamos.

3. Una de mentira…

Como en muchos sitios nos piden cuenta de correo activa para registrarnos en páginas web, chatear y similares, (o si os queréis quitar de encima a un moscón…) nos hacemos una cuenta con la idea de usarla sólo para eso. Aquí es importante que no se reconozca tu nombre, ponéis ojazos2233@yahoo.com y listo. Con que entréis de vez en cuando a borrar el spam que os llegue será suficiente para que no os la cierren.

Así minimizamos el spam en las cuentas principales, separamos trabajo de personal, no tenemos que tocar lo personal si cambiamos de curro, no tenemos que cambiar las cuentas si cambiamos de ISP… Creo que todo son ventajas.

Espero que os sirva.

Fuente de la imagen: wikipedia