Te hacen decidir tu futuro con diecisiete años

15 octubre 2022

¿Os suena la frase, verdad?

Esto probablemente venga de algún universitario. Si no, «tu futuro» en el sentido al que se refieren, se decide bastante antes, preguntemos a los que dejan los estudios o van a formación profesional.

Aunque ya hice probablemente uno de los escritos que me sobrevivan sobre la elección (Te jodes y decides), hoy quería enfocarme no sólo en la urgencia de la decisión, que ya ilustré con el río, sino en la inevitabilidad.

Cuando la gente se expresa en el sentido del título me recuerda a aquel que le preguntas: ¿Qué hacemos hoy, vamos al cine? No. ¿Al parque? No. ¿Al teatro? No… no, no, no…

O tiene el plan de dejarse morir en el sofá o está obviando el hecho de que no se puede «no elegir».

Cualquiera que trate con adolescentes sabe que reclaman poder «decidir» y «elegir» sobre multitud de cosas ya a partir de unos años antes que esos diecisiete.

Eso es crecer, eso es ser adulto: Tomar tus decisiones, asumir sus consecuencias. ¡Tomad, aquí lo tenéis! No es tan diver como nos lo imaginábamos, ¿verdad?

Solo un paréntesis para hablar de educación y expresar lo paradójico que resulta que esta crítica del título coexista con la «necesidad» actual de poner la dirección del proceso educativo en los «intereses» y «elecciones» de los adolescentes, incluso de los niños. Ambas cosas a la vez no pueden ser, queridos. O te quejas por tener que decidir o por no poder hacerlo, pero no ambas.

Sí, tienes que decidir con diecisiete, y con quince… y con sesenta. Y asumir las consecuencias de tus decisiones. Volver a decidir de nuevo al día siguiente: si quieres seguir el camino que llevas, modificarlo, o variarlo radicalmente. Todos los días, todos los putos días.

Quizá es solo la queja de que no mola «hacerse mayor», en cierto sentido. Y eso lo puedo comprender e incluso compartir, sobre todo si estás en la parte más favorecida de la sociedad (porque para otros, ese tiempo juvenil o universitario no ha sido un lugar tan cómodo), pero entonces, quéjate de esto y tendrás nuestra comprensión. No lo maquilles.

O puede ser que quizá te quejes de un SISTEMA educativo que no te está atendiendo debidamente, que no te permite una formación más completa o que no tiene como objetivo que seas un obrero especializado sin mucha cultura. Ajá, pero entonces, tampoco parece que te estés quejando a quien corresponde ni de lo que corresponde. Entonces, quizá seas uno de esos (muchos) que nos faltan cuando luchamos por una educación pública de calidad. Piénsalo.

También puede ser que te quejes de un «mundo adulto» que mastica y escupe a un altísimo porcentaje de la sociedad, que limita cruelmente su capacidad de decisión y desarrollo. De acuerdo, pero de nuevo yerras en tu queja y en su destinatario. ¿Hacemos algo para cambiarlo?

Antes de que me contestes, te dejo con una pregunta que suelo hacer a mis alumnos y revela muchas cosas: ¿Quieres ser rico (y escaparte de esto tan malo) o que no haya «ricos»? ¿Estás en desacuerdo con el sistema o con el puesto que te ha tocado? Porque hay maneras para vivir todos mejor pero son incompatibles con el concepto de «riqueza» actual.

Piensa primero esto, porque si tu problema es que lloriqueas porque no puedes estar en la cumbre mientras pisoteas al 90% de la población y nos dejarías tirados en cuanto pudieras escaparte de donde estamos… pues, puedes llorar solito.

Ah, y por cierto, malas noticias, no podrás escaparte… Sí, sí, sé que has visto vídeos de historias de superación y tal. Yo también he visto vídeos de gente brindando porque le ha tocado la lotería, pero no seré yo… y no serás tú.

Y parece que me he ido del tema, pero no. Os lo resumo: Tu problema no es elegir optativas en segundo de bachillerato.