Elogio del contenido

Me encanta lo abstracto, llevo amando las matemáticas, la física, la filosofía, la metafísica o la especulación desde que tengo memoria o contacté con esas disciplinas.

Y, parece que estemos en el paraíso de lo abstracto, sobre todo en educación: competencias, estándares, habilidades, espíritu crítico… pero no soy feliz.

Y es que resulta que todo esto tiene mucho de escaparate y poco de efectividad, porque resulta que, ¡oh sorpresa!, lo abstracto aparece en el mundo vehiculado a través de lo concreto.

Ya tuvimos un interesante debate en Naukas sobre qué hoja de cálculo había que enseñar a los alumnos que disfrutamos siguiendo en nuestro blog y en las que obtuve con cierta frecuencia respuestas como «No hay que enseñar una hoja de cálculo en particular, sino el concepto de hoja de cálculo».

¡Anda, leche, pues qué fácil!

Pero resulta que es imposible, tengo que usar una hoja de cálculo (o varias) para poder enseñar eso.

Hace poco ya hablábamos que eso del espíritu crítico era muy parecido a tener el conocimiento experto o bien el teléfono de quien lo tuviera y la confianza en su criterio.

Creo que olvidamos que esas abstracciones, que son las que queremos que adquiera el estudiante, se producirán en su cabeza a base de manejar contenidos concretos, repetidas veces, de distintas maneras y aprovechándose mucho de lo que hemos aprendido los precedentes.

Por lo tanto el contenido es crucial, es lo concreto, lo que vamos a enseñar. La abstracción se producirá en la interacción con aquello.

Los que dominan ese contenido y esas abstracciones serán los que puedan ver de qué forma, en qué orden se dispone ese contenido para que ese aprendizaje se produzca de la mejor manera. Esto parece una obviedad, pero estamos en tiempos en los que se dice que el orden, incluso los contenidos, deben ser elegidos por el estudiante.

Insisto una vez más en que hay mucho conocimiento experto que se está entendiendo como «capacidades», «espíritu crítico» y demás, no siéndolo. Cuando Sherlock Holmes dice que un veneno del Amazonas produce bla, bla… no está haciendo gala de capacidad de deducción sino de un vasto conocimiento experto, lo mismo para el Doctor House, y toda la pandilla de listos y listillos que se admiran en la realidad o ficción.

Aprovecho también para alertar contra el «aprendizaje por descubrimiento». ¿Seguro que tenemos que hacer que nuestros estudiantes «descubran» lo que nos costó miles de años (y lo acabó haciendo un genio), además de todos los trucos y sistemas que hemos desarrollado organizando coherentemente ese conocimiento? ¿Qué pasa con la transmisión cultural? ¿Qué pasa con los «hombros de gigantes?» ¿Qué tiene de malo enseñar contando y ejemplificando las mejores maneras de resolución de problemas que hemos encontrado?

Enseñen contenidos sin pudor, muchos y bien. Busquen las mejores maneras, los últimos refinamientos que hemos encontrado, pongámosles justo delante de nosotros… y ahora, sí, ahora que investiguen y que allanen el camino de otros.

Deja un comentario