Oferta y demanda. Pactar precios

El otra día aparece esta noticia tan linda…

Según el periódico, parece ser que varias compañías de fabricantes de gel (enormes compañías, por cierto) habían llegado a un acuerdo para subirnos el precio.

¡Oh, sorpresa! -pensaréis.

Hacían los botes más pequeñitos manteniendo el precio, angelicos.

¿Cómo hemos sabido esto? -os preguntaréis.

¿¿Mirando la etiqueta del precio, luego al bote, a la etiqueta, al bote, y vuelta a empezar hasta que a la repetición n-ésima… dices: «Daaate»??

No, hombre… cómo va a ser tan fácil. Ha sido gracias a un informador.

¿Un adalid de la competencia? ¿Bocasecaman, Superñoño?

No… ¡¡Uno de ellos se ha chivao’!!

Y lo más gracioso es que llegó por los pelos antes que otro de los figuras, que por ser el segundo sólo ha conseguido una reducción en la multa gracias a las pruebas que llevó contra sus compinches.

Qué episodio tan lindo.

El organismo que regulador es la Comisión Nacional de la Competencia, porque todo esto tiene que ver con la conocida ley de la oferta y la demanda.

Según esta ley, la oferta de producto, la demanda del público y el precio, se ajustan hasta que llegan a un equilibrio en un «mercado libre ideal».

Para que «el mercado» funcione, los proveedores de bienes o servicios deben competir, mejorando su servicio y abaratando precios, para conseguir más clientes.  Todo esto se va a la porra y nos quedamos con el trasero al aire si sólo hay un proveedor (monopolio, pregunten a Microsoft por sus multas), o si los proveedores se compinchan.

Estos casos son los que ponen de manifiesto la necesidad de un estado que proteja a la parte más debil. Cuando se pide dejar al mercado que se regule solo y se habla en contra del «intervencionismo», en mi opinión, se dibuja un panorama en el que las dos partes están en igualdad de condiones y no es así.

Más claro todavía es el caso de los sueldos o los precios que pagan los agricultores, por ejemplo.

Cuando uno va a buscar trabajo, ¿es frecuente estar en situación de negociar sueldo y condiciones, y hacer que compitan por ti las distintas compañías, mejorando sus ofertas?

¿Tienen los agricultores y ganaderos la posibilidad de hacer que compitan por sus productos distintas distribuidoras y mejorar sus precios?

Por eso hay que fijar un salario mínimo, unos precios mínimos en los servicios profesionales, y habría que fijar pronto un precio mínimo también para los productos del campo… sin menoscabo de que algún responsable de la administración metiese mano a la distribución y venta final que, a todas luces, huele raro.

6 Responses to Oferta y demanda. Pactar precios

  1. debehaberlímites dice:

    Totalmente de acuerdo contigo, el capitalismo sin límites es un error, y es que eso de que no existan límites solo lo pudo inventar un rico podrido. Los recursos de la tierra son limitados, y cada día nos damos más cuenta de ello, sin embargo, la cantidad de los mismos que pueden acumular y desperdiciar unos pocos no tiene límites, mientras que otros no llegan a cubrir sus necesidades más básicas…

    O la cosa cambia o vamos directos al colapso del sistema.

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  2. David dice:

    100% de acuerdo. La clave es esa frenta al neoliberalismo (que de aquellos polvos vinieron estos lodos, aunque ahora quieran vendernos la moto): ¿Acaso alguien esta en condiciones de negociar su hipoteca? Pues eso. Mercado libre, sí. Mercado liberado, no. Podemos vernos como en Rusia en los 80 (alguna amiga me dice que ahora aún es peor): precios inalcanzables para la mayoría para productos de primera necesidad.

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  3. javierfpanadero dice:

    Gracias por comentar, saludos

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  4. Eso mismo ocurre también, por ejemplo, con los operadores de telefonía móvil. Cada par de años más o menos aparece alguna noticia por algún informativo donde se dice que hay una filtración que demuestra que las 3 mayores pactan los precios.

    No es un monopolio pero sí un oligopolio que para el caso es más o menos lo mismo.

    Saludos

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  5. David dice:

    Para monopolio el de los servicios de carretera (radares, cámaras, recuento de vehículos, etc…) En España se usa un sistema absoluto y caduco, pero que permite que el monopolio de Siemens en cuanto a automatismos que impera en la Europa «civilizada» no campee a sus anchas aquí también. Claro que los resultados son tan malos como previsibles.

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