Reflexiones de un profesor enfurecido

Últimamente me estoy chinando un poco, ando de mala leche, si queréis acompañarme no sé si encontraréis conclusiones… o si os mosquearéis conmigo. ¿Empezamos?

Queridos profesores, alumnos, conferenciantes, divulgadores, comunicadores… o gente que habla con otra gente, ¿nos hacemos unas preguntas?

¿Qué viniste a contar?

¿Para qué te contrataron?

¿Qué quiere tu audiencia de ti?

¿Qué necesitaría tu audiencia de ti?

Podríamos pensar que las cuatro respuestas son o deberían ser la misma, pero no es mi experiencia, y menos en la enseñanza secundaria obligatoria reglada.

Por ejemplo, creo que la mayoría de los profesores de secundaria están muy interesados en contar su materia de la mejor forma posible y por eso se enrolaron en esto.

En cambio, si nos fijamos en qué cosas se controlan de los profes en activo, veremos que es básicamente que vayas y que los chicos estén en clase. Lo demás parece no importar a las autoridades, cómo de bien o mal das la clase, cuánto aprenden o maduran, no es un asunto del que se ocupen. Por lo tanto, da (mucho) la sensación de que no nos contrataron para eso que queríamos hacer.

Respecto a lo que los chavales quieren de nosotros… bueno, sus deseos son muy variados, como sus edades y grado de madurez.

Y, finalmente, respecto a qué necesitarían… vaya, podría haber un enorme debate. Pero, si mis alumnos, a los que yo les pretendo enseñar la Ley de Ohm, lo que hacen es llegar tarde, no traer los deberes, no cuidar el material, no respetar ni escuchar al que habla (profes o compañeros)… si ese es el caso, ¿sería aprender todo eso antes que nada lo que mis alumnos necesitan?

Antes de que un profe guay se adelante y diga, que enseñaremos todo eso a la vez que enseñamos los contenidos… le diremos que no, que enseñar eso consume tiempo y recursos, muchos, y que los contenidos se verán disminuidos. No cabe todo el temario más educación cívica, más… dos huevos duros. No.

Me pregunto también, ¿tiene que ser todo a hostias?

Francisco de Goya y Lucientes - Duelo a garrotazos

Quizá penséis que soy muy antiguo, ya no se emplea la violencia física.

Mirad más allá, el argumento que esgrimimos sigue siendo la fuerza o la amenaza de la fuerza. Sí, de acuerdo, hoy no te voy a dar una colleja, pero te voy a quitar un punto, te voy a castigar sin recreo, te voy a poner un parte… ¿No es eso uso de la fuerza?

Me decía un chaval, que funciona mejor el «caramelo» que el «palo»… Vale, bien, ya, condicionamiento positivo, chupi.

Y, ¿qué pasa cuando no me gustan los caramelos, o los que tú me das, o ya he comido bastante…?

¿Qué más me da que me subas un punto, si ya he alcanzado mi nota objetivo?

Supongo que ahora saldrán los de la motivación intrínseca. A mí me parece chupi también y mis lectores saben lo que escribo sobre eso y lo que trabajo eso. Y ahora, decidme, ¿es eso una solución realista para todo el grupo? ¿Para una mayoría?

¿Qué ocurre cuando mandamos un trabajo para casa? Mmmmm, De-be-res

¿Deberes voluntarios sin reflejo en nota? ¿Quién los hace?

¿Deberes voluntarios con reflejo positivo? ¿Con reflejo negativo?

Yo, que me enrolé para enseñar, ¿tengo que andar fiscalizando cuaderno por cuaderno, ejercicio por ejercicio, aquello que dijimos que tenían que hacer? ¿No puedo decir «¿Lo habéis intentado? ¿Alguna duda?»? ¿Tengo que mirar, apuntar, uno por uno, luego hacer la parte proporcional de la nota que subo (o bajo) para conseguir que funcione? ¿Creéis que eso no consume tiempo?

Y, si funciona, ¿cuál es mi éxito si lo han hecho por imperativo genital? ¿He conseguido motivarles, he conseguido que lo odien?

Si dejo mucho tiempo para que puedan hacerlos, ¿lo harán poco a poco o todo el último día? Si dejo poco tiempo, ¿les estoy agobiando a deberes? Si divido la tarea en minitareas que fiscalizo cada día, y repito ese esquema varias veces, ¿dejarán de procrastinar si les mando ahora algo a largo plazo?

Si les tengo todo el día a hostias trabajando en lo mío, ¿conseguirán un buen nivel en mi materia? ¿Y les gustará?

¿Es eso justo? ¿Somos los profes hienas que nos repartimos a mordiscos las horas de la tarde de los muchachos para llevarnos el trozo más grande? ¿El primero que llega se pilla el trozo más grande y que se fastidien los demás?

Si yo no les mato a deberes o le mando cosas voluntarias, ¿qué harán los chavales con mis cosas, si tienen otras que urgen y que se reflejan en la nota de otras materias?

¿No es necesaria una limitación del tiempo total de trabajo no presencial de los chavales? ¿No es necesaria una coordinación para que ese tiempo se reparta de manera razonable entre asignaturas? ¿Tendría ese tiempo que reducirse mucho? ¿Tendría que ser simplemente una hora más en el insti haciendo deberes? ¿Tendría, por lo tanto, el tiempo de casa ser cero?

Si, como barruntamos, los chavales no se embarcan en cosas voluntarias o sin presión, por la presión excesiva que tienen con lo demás, ¿cómo los chavales están condicionando, con eso, el comportamiento de los profes? Quiero decir, si no te pongo un examen cada poco, tú te preocupas de la otra materia (incluso a veces en mi clase). Por lo tanto, estudiante, ¿no me pides, implícitamente, que te machaque para que me hagas caso?

Vuelvo a preguntarme, ¿cómo son los chavales? ¿Cómo son los adultos? ¿Las personas en general?

¿Somos simplemente un bicho más haciendo cuentas de coste/beneficio y obrando en consecuencia?

Creemos que somos una sociedad que se mueve por valores superiores y tal, pero mirad a vuestro alrededor y veréis policías, leyes, cerraduras y demás. Quizá nuestro nivel consiste en que no es necesario en general el uso de la fuerza, porque basta con la amenaza de la misma. A esto no me gusta llamarlo madurez ni evolución.

Me gustaría poder ayudar un poco a construir un mundo mejor, a que mis chavales lo construyeran cuando empiecen a relevarnos en el poder, pero, a veces, me descorazona sentir que lo que se me pide desde arriba y desde los propios chavales es que me dedique a fiscalizar cosas, que quizá deberían enseñarse en la familia, y a enseñarles a hostias más o menos sofisticadas.

Disculpad los que hayáis llegado hasta aquí si no aporto más soluciones que problemas… pero es que estoy chinao. Mecagüentó.

Aquí os dejo un par de artículos relacionados:

Sobre una posible organización racional de LOS DEBERES

Sobre la motivación intrínseca e inculcar el amor por la materia que uno enseña: El ÚNICO DEBER DEL PROFESOR

 

6 Responses to Reflexiones de un profesor enfurecido

  1. Pedro Ramos dice:

    Querido compañero, creo que haces las preguntas pertinentes: necesarias, y difíciles de contestar.
    No voy a tratar de hacerlo, sólo de aportar un par de ideas desde mi posición de docente (aunque a nivel universitario, creo que cada vez tenemos más problemas en común) y padre de alumnas terminando secundaria-bachillerato (en un instituto público, todo lo que cuentas me suena familiar).
    Una de las cosas en las que creo que podríamos mejorar nosotros (los docentes) es en la coordinación entre asignaturas. ¿Cómo es posible que aún no sea rutina el tener en un sitio bien visible todas las cosas (de todas las asignaturas) que los alumnos tienen que hacer para mañana (o para la semana que viene?
    Lo llevo intentando en mi entorno docente, también sin éxito.
    Creo que eso ayudaría a avanzar en ese tema de los deberes ¿muchos? ¿pocos? ¿los necesarios?
    Pero, sin duda, *el tema* es el de la motivación: y aquí sí voy a dar una opinión. Creo que en matemáticas y en física-química, los temarios se ponen demasiado pronto demasiado técnicos. La mayoría de los alumnos se ponen a luchar con ecuaciones que no entienden, sin haberse hecho preguntas básicas sobre cómo funciona el mundo, o la tecnología. Así es muy difícil despertar la curiosidad y las ganas de aprender. Y si no hay un poco de motivación intrínseca, la extrínseca por sí sola no puede hacer milagros.
    Y esto no es un problema de las ciencias, desde luego. Se puede trasladar a la lengua, empeñados en el análisis sintáctico, o al aprendizaje de idiomas, que permite que alumnos que llevan 12 años estudiando inglés no sean capaces de mantener una conversación elemental.
    Enhorabuena por el blog, y ánimo …

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  2. Daniel dice:

    Hola Javier… te cuento que soy «profesor» (las comillas son porque en realidad soy ingeniero, pero hago docencia) en un colegio secundario técnico, en una pequeña ciudad en el interior de Argentina.
    Tus dudas reflejan las mismas que he tenido durante años en mi carrera docente, y quiero contarte lo que a mí me ha «funcionado».

    Queda claro que, el hecho de que en mi caso haya ayudado a resolver esas dudas, no significa que sirvan en otros casos, pero vale igual la experiencia… así que, aquí vamos:

    1) Lo único que me preocupa y me desvela, es que mis alumnos «entiendan» lo que estoy tratando de explicarles. SI tengo que explicarlo 15 veces de manera distinta, lo hago, hasta que todos hayan entendido (medianamente al menos) de qué estamos hablando.
    2) Como mi «responsabilidad» es que ellos entiendan, les hago saber que es responsabilidad de ellos el «aprender». Si lo entendiste, no tienes excusa para no aprenderlo… pero eso es responsabilidad tuya.
    3) Evito en lo posible «tareas extraescolares», «deberes» o cosas que se harán sin ganas o copiando… prefiero que hagan en clase unos pocos ejercicios bien hechos, preocupándome de que entiendan qué están haciendo.
    4) Cada ejercicio o tarea implica siempre un razonamiento… deben «pensar» aunque no quieran, para resolverlo. Al principio les cuesta mucho, y debo ayudarlos.. luego se van soltando y logran hacerlo solos la mayoría de las veces.
    5) Las evaluaciones son siempre «a libro abierto»: les permito tener apuntes, libros, computadora o celular con acceso a internet, lo que ellos quieran… no es memorizar una fórmula lo que me interesa que logren, sino aplicarla adecuadamente en el momento correcto, y para ello deben «pensar»… cuándo y cómo aplicarla no está en los libros, sino que deben decidirlo ellos.
    6) Me preocupo poco por las calificaciones… si mi alumno entendió, aplicó los aprendizajes y «se divirtió» en clase, seguramente aprobará… si se la pasó charlando con otros, o dormitando aburridamente en clase, seguramente no. En realidad, ese es problema de ellos, no mío. La calificación no reflejará «saberes» sino «procesos de aprendizaje».
    7) Sin «buena onda», sin un ambiente distendido y cordial, es imposible enseñar. Mis alumnos pueden traer sus mates y compartirlos en clase (si, la típica infusión de yerba mate tan común aquí en Argentina, que se toma siempre en compañía de amigos). Un buen mate caliente y espumoso, en esas mañanas invernales con varios grados bajo cero, ayudan a «calentar» el ambiente y pasar la hora de clase con buen humor.

    En fin, como dije, probablemente no le sirva a otros, pero no quería dejar de compartirlo. Gracias.
    Daniel

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  3. Carlos dice:

    Hablando desde la piel de alumno me has hecho replantearme varias cosas. Creo que tienes razón en la mayoría de los aspectos pues es cierto que la gran mayoría de los alumnos nos guiamos y esforzamos dependiendo del grado de presión al que nos someta. Es cierto que severas ocasiones damos de lado o menospreciamos a asignaturas por el hecho de ser menos exigentes o «importantes». Y entrecomillo importante porque como bien dices una asignatura no tiene un mayor peso solo por su contenido didáctico ,sino también por la reflexión que nos haga hacer o el valor que nos enseñe. Y eso que me considero un alumno con gusto porr aprender que no se ciñe a un guión y explora y aprende por otros medios.
    La solución es complicada y seguramente no se llegue a ella. Considero que el peso de una materia no es absoluto y se podrían repartir entre asignaturas consiguiendo una mayor interés y menos presión al alumno, aunque conlleve reducir el tan fijo temario que ha de ser cumplido.
    Para concluir un artículo interesantísimo y un punto de vista muy cierto en algunos aspectos.

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