«Haz tú lo que quieras y déjame que haga yo lo que quiera» Suena bonito, pero es falaz.

Fuente: Wikipedia

Te juro, querido lector, que no me gusta discutir o polemizar, pero mi motor para escribir es decir aquello que no se dice (y debería), o no lo suficiente, o no cómo creo que debería hacerse. Por lo que, a veces, me toca meterme en charcos, muy a mi pesar.

La frase del título «Haz tú lo que quieras y déjame que haga yo lo que quiera» es muy curiosa, porque suena extramadamente mesurada, respetuosa, que invoca el uso de la libertad y respeta la del otro… y no deja de usarse, en la mayoría de los casos de manera muy falaz.

Partamos del triste hecho de que la gente, en general, es bastante indolente y egoísta, por lo que las cosas de los demás suelen importales un pimiento… hasta que les afecta (o así les parece a ellos).

Os pondré un ejemplo que repito mucho a mis alumnos. Ellos se quejan de que no les dejen beber en la calle, hacer «botellón», y parecen estar convencidos de que es para que no consuman bebidas alcohólicas. Ejem, qué inocentes. Ya sé que eso es lo que dice la ley, pero venga… ¿pensáis realmente que se pone un empeño sincero en que los menores no consuman bebidas alcohólicas? ¿Nadie más que yo relaciona ese hecho con que dejasen las plazas llenas de mierda y estuviesen tocando los tambores y dando voces hasta las tantas? ¿Pensáis que los jóvenes no consumen con extrema facilidad todo el alcohol que desean y a edades muy tempranas? ¿No sabemos todos dónde y cómo consiguen las bebidas? ¿Os parece tan difícil de perseguir?

Por lo tanto, cuando alguien te viene a tocar las narices es porque entiende que, lo que tu haces, le salpica. Así que, dejemos de decir «A ti qué te importa», porque le importa, si no estaría callado, como con tus enfermedades raras, tu enorme tasa de paro, la pobreza extrema y todas las demás cosas que te pasan y que no se comentan. Fíjate que podría darse el caso de que le importase, pero no fuera de su incumbencia, como quien se preocupa por si tal actor y tal cantante tienen una relación romántica o no, pero fíjate que sí que les importa.

Dicho esto, a por los charcos.

«Déjame que aborte yo si quiero, eso no te obliga a abortar a ti».

Quien se opone al aborto piensa que defiende el derecho a la vida de un tercero, por lo que decirle que no es cosa suya está fuera de lugar. Aquí el asunto central es si ese conjunto de células es un ser humano ya con derechos o no. Decir que sí lo es, o asumir que es parte del cuerpo de la mujer, es dar por hecha la conclusión (de una parte o de otra) en lugar de discutirla.

Lo mismo podría decirse de las técnicas de reproducción asistida, de la píldora del día después, o de cualquier sistema en el que se destruya o se manipule un embrión. Quien se opone, cree estar defendiendo algo bastante parecido a un bebé, ¿cómo podemos decirle que no lo haga él si no quiere, pero que nos deje hacerlo a nosotros si queremos?¿Hacer qué, cargarse a un ser humano?

Para evitar haters que no sepan leer, hay que decir que no estoy en contra del aborto, sino de los argumentos pueriles. En concreto me parece muy interesante, como principio general para poder avanzar en este límite (que no conocemos) ligar la condición de ser humano a la actividad cerebral, como se hace para dar a alguien por muerto, por lo que, personalmente y con carácter genérico, estoy a favor de una ley de plazos. Aquí te lo explica estupendamente Sergio Acebrón.

«Déjame que yo me case con quien quiera (no heterosexual) y cásate tú con quien tú desees».

Esta afirmación con todas sus derivadas: «Cada uno que haga lo que quiera en su cama», «La sexualidad es un asunto privado», etc.

Pues tampoco. Casarte es un acto legal que te concede unos derechos y acarrea ciertos deberes. Y eso no es un asunto baladí ni privado. Por ejemplo, la adopción. Quien entiende que lo «no heterosexual» es moralmente condenable pretende proteger a un tercero cuando pide que en esas uniones no se puedan adoptar niños, porque su educación sería perjudicial para esa tercera persona. El derecho a heredar, la viudedad, poder tomar decisiones médicas sobre tu pareja, y otro montón de cosas, van aparejados con esa condición… además del propio nombre del vínculo. Y es una lucha política y filosófica de primer orden establecer el estatus de igualdad entre cualquier unión, o bien marcar una como la «buena» y las otras como «menores».  Por lo tanto es algo que nos compete a todos y que afecta a más gente de los que se meten en la cama juntos.

Una vez más, para haters con problemas de lectura: Estoy absolutamente a favor del matrimonio igualitario, de que todas las uniones tengan el mismo nombre y los mismos derechos asociados. Y andar discutiendo sobre la etimología del término con alguien que lo que quiere es distinguir su opción de otras, para marcarla como «moralmente válida», es una pérdida de tiempo. Ni el quiere que se llame de otra manera por etimología, ni yo quiero que se llame igual por etimología.

«¿Qué problema hay con la eutanasia (activa, pasiva, no reanimación, etc.)? Si tú quieres sufrir, sufre, y déjame a mí morir en paz».

El problema de esto es remangarse a escribir la ley y contemplar todos los casos que también habrá que contemplar para que tú puedas hacer «lo tuyo»: enfermos en coma, evaluar estados de ánimo y demás.

Se puede hacer una redacción de la ley que quede muy bonita, por ejemplo: Si alguien ha sido informado suficientemente y tiene una decisión clara e irrevocable en pleno uso de sus facultades… Todo lo que os pongo en cursiva es difícil de evaluar, no imposible, pero muy difícil. ¿Y si el paciente está en coma irreversible (o no) y no ha dejado nada escrito y ahora los familiares se ponen a discutir si en la cena de Navidad él dijo que prefería morirse a verse así, el otro que dice que no, la pareja (con la que no formalizó vínculo) dice que le había dicho otra cosa? ¿Qué hacemos? Y si cambia de voluntad después de un percance grave (en el sentido que sea), ¿cuándo asumimos que pensaba con claridad, entonces o ahora?

Y, ¿qué pasa con los malintencionados que hay en el mundo real? Algunos de nuestros viejitos, no sólo están enfermos, están rodeados de gente de mala voluntad, o de médicos sin escrúpulos, o de sistemas sanitarios que priman el ahorro por encima de otra cosa. ¿Cómo garantizamos que no se mate enfermos que dejarían cuantiosas herencias, o que son caros de mantener, o que son más o menos molestos? Supongo que conoceréis casos de enfermos terminales que se les sedó un poco «de más» para ahorrar su sufrimiento, y quizá conozcáis casos de alguno enfermo no tan terminal que se le sedó también «de más» porque daba mucha guerra… y se murió.

Suponer que todo el mundo es bueno y que nadie va a usar las leyes torcidamente es ser muy inocente o muy ignorante.

De nuevo, en estos tiempos, y para haters faltos, habrá que decir que estoy a favor de que se haga una ley de la mejor manera posible para permitir la muerte tranquila e indolora a quien lo desee y que así muchos médicos puedan dejar de jugarse el tipo por aliviar el sufrimiento de otro ser humano.

Por lo tanto, hablemos claro y argumentemos claro.

Tú quieres que no aborte (o destruya embriones o los manipule) porque piensas que es un ser humano desvalido y yo pienso que no. Hablemos de eso y busquemos la información científica que arroje luz ahí.

Tú quieres que si me emparejo con un hombre no me dejen adoptar y no me den ciertos derechos porque crees que lo que hago está mal, y yo creo que no. Hablemos de eso y de quién tiene derecho (o no) a imponer su moral en una democracia.

Tú quieres que si prefieres morir a sufrir eso pueda llevarlo a cabo un médico en las mejores condiciones, pero legislar eso es peliguado y puede costarle la vida a gente muy desamparada. Así que hay que concretar bien eso antes de poder abrir una puerta sin saber quién va a entrar detrás de ti. Hablemos de eso.

O bien, no hablemos de nada. El tiempo es demasiado escaso, hay tanto por aprender y tanta gente con la que quererse que discutir de idioteces, o con quien se comporta como si fuera idiota, es un despilfarro intolerable.

4 Responses to «Haz tú lo que quieras y déjame que haga yo lo que quiera» Suena bonito, pero es falaz.

  1. Chús dice:

    Cierto, vaya charcos que has pisado (o melones que has abierto) con este artículo.
    Me ha encantado el párrafo final, espero grabármelo con fuego para que me salte automáticamente antes de entrar en bucle a discutir en conversaciones idiotas (con idiotas o con gente que parece idiota). Gracias, siempre, por los buenos ratos que paso leyéndote. Un beso, Javi

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  2. joseantonioherranz dice:

    Hola, Javier.

    Entiendo el hilo de la argumentación a partir del ejemplo del botellón: no es el consumo de alcohol por parte de los jóvenes lo que importa a quienes protestan por tal práctica, sino las consecuencias sufridas en primera persona en forma de ruido, suciedad y destrozo del espacio público.
    Sin embargo, en alguno de los temas siguientes, como el matrimonio homosexual o el aborto, no observo ese daño en primera persona descrito en la situación anterior que justificaría el posicionarse en contra de determinadas prácticas de terceros. Podría aplicarse -aunque no se aplica- el «bueno, como a mí no me afecta en nada de mi vida el que se casen dos hombres entre sí, lo dejo estar», y la realidad no parece ser así, ¿no? Hay personas muy beligerantes en estos asuntos a quienes, en principio, ninguno de esos temas les supone la menor consecuencia directa en su día a día (más allá de la contrariedad intelectual-espiritual.sentimental). ¿Cómo lo ves?

    Un saludo.

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