¿Deben los profesores tener un comportamiento ejemplar??

Fuente: Wikipedia

En realidad, esta pregunta se suscita por otra más grave aún: ¿Cómo se enseña el Bien?

Creo que hay tantos intentos de responderla como escasos resultados en la práctica.

Muchos diréis que analizando o hablando sobre la empatía, poniendo a la gente físicamente en el lugar de otros más desfavorecidos, recibiendo ejemplos de bondad por parte de figuras como padres o maestros, o incluso la experiencia del dolor o la limitación en diversos grados.

Pero sabréis, como yo, que nada de eso asegura el resultado, incluso el paso por experiencias dolorosas, que pudieran activar la empatía, también produce seres amargados y vengativos contra «el mundo en general».

Pero centrándonos en «dar ejemplo», que es el título original del post, se nos presentan enormes problemas.

El primero es común a casi todas las disciplinas y es la creencia de que los razonamientos puramente formales producen conclusiones aplicables en lo concreto. Me explicaré.

«Un profesor debe vestir adecuadamente» parece una frase que cualquiera firmaría y tan llena de sabiduría que concluye el debate para satisfacción de todos… hasta que hay que concretar «qué me pongo».

Lejos de ser una idea iluminada es un razonamiento circular: «Los profesores deben ponerse lo que deben ponerse», y rinde homenaje a varios ex-presidentes de gobierno que hacían «lo que debía hacerse». Este tipo de expresiones son, en realidad un intento de llamarnos lelos, que confirmamos al aceptarlas.

En ocasiones funcionan, porque hay un acuerdo concreto, no formal, preexistente. Por ejemplo, que haya que ir con corbata. Si todos los participantes ya han pactado esa cosa tan concreta de manera explícita o tácita, la frase formal no añade nada al acuerdo con el que ya contamos.

Pero, ay, cuando nos ponemos a concretar. Sólo hacen falta unos minutos para que andemos midiendo cuantos centímetros sobre la rodilla nos llegan las faldas o como de abiertas pueden ir las camisas. Unos momento y la imagen que te devolverá el espejo será la de un censor totalitario, un mojigato o un guardián de la fe.

Pasa igual en todos los campos. ¿Cuál es la exposición pública adecuada en redes sociales que debe tener un docente, respecto de su ideología política, identidad sexual, actividades fuera del trabajo?

Por supuesto, hablo más allá de las estupideces que se oyen sobre «no adoctrinar» en las que se niega nuestra obligación LEGAL de formar en el respeto a los derechos humanos o de los incumplimentos de la ley. Eso está fuera de discusión.

Me refiero a cosas como: ¿Es inadecuada…

… la militancia política explícita?

… la actuación no anónima en redes sociales sobre temas variados?

… que haga porno gótico por las tardes?

Todas ellas actividades DENTRO DE LA LEY y, en el caso de que se dé el acceso de menores a contenidos para adultos, no es la responsabilidad de los productores de esos contenidos, sino de los adultos a cargo de esos menores. Si unos chavales de doce años ven Pesadilla en Elm Street, no culparé de ello a Freddy Kruger, sino a sus tutores legales.

¿Hay «una moral» que pueda imponérseme más allá del respeto de la ley?

Los docentes que trabajan para organizaciones privadas se ven obligados a pasar por el aro, si quieren mantener el puesto de trabajo, pero esto no es un deber moral, sino el mismo instinto de supervivencia que tiene cualquier otro trabajador que traga para comer.

Pero no creo que nadie a estas alturas defienda que haya docentes que escondan su identidad sexual para que no les echen del colegio religioso, o que simulen estar casados por la iglesia, o que acudan (y lleven a sus alumnos) a actos religiosos para poder mantener los ingresos de los que vive su familia.

¿Habéis oído esta frase: «Claro, si enseñas las tetas en las redes es normal que los alumnos te digan cosas.»?

No, no es normal. No. Nadie tiene derecho a decirme nada sobre mi forma de vestir, de vivir la sexualidad o de comportarme (dentro de la ley) cuando no estoy en mi entorno de trabajo.

Está completamente fuera de lugar y es una falta de respeto que un chaval levante la mano en mi clase y pase a reírse del poco pelo que tengo en la cabeza o del mucho que tengo en el cuerpo (cosa que me hace un peluchín encantador, por cierto). Tampoco tiene ningún derecho a comentar que mis libros le parecen una puta mierda, o que mis películas góticas no son de su agrado.

Si alguien piensa que al ir sin sombrero estoy provocando esos comentarios y tienen derecho a hacerlos en cualquier entorno, se equivoca, y puede que alguna denuncia se lo aclare al que albergue dudas.

¿Os dais cuenta de lo cerca que están estas cosas de «se vestía así, iba provocando», «ella se lo ha buscado», «cómo va a ser violación, si era una puta (no puede elegir tener sexo o no)», etc.?

Las actividades extralaborales son nuestra libertad, en ellas hacemos lo que nos parece, nadie tiene derecho a afeárnoslas o a comentarlas a su antojo en nuestro entorno de trabajo. Es un delito, es acoso laboral.

Que haya quien tenga un entorno laboral tan abusador que tenga que tragar,  que no olvide que está siendo abusado. No lo normalicemos.

Os recuerdo que el respeto no se «gana», el respeto se EXIGE. Es un derecho.

Una amiga me ponía esta pega: «No se trata de si debes o no debes, si no de qué te facilita más tu trabajo».

Pero esto es extremadamente peligroso, porque en un entorno desequilibrado y hostil, efectivamente me resulta más «cómodo» no decir nada si mi sexualidad no es «la normal», o callar mis ideas políticas… o llevar burka.

Otra amiga decía: ¿Cómo podemos conseguir enseñarles que deben tener una actitud prudente en redes sociales si nosotros no la tenemos?

Interesante pregunta, pero vayamos un paso más arriba (ya sabéis cómo me gusta).

¿Debemos entonces alinear nuestras vidas con todo lo que enseñamos? De acuerdo. Empecemos entonces por comportamientos que acortan la esperanza de vida, vaya, que MATAN.

Espero que ningún docente consuma tabaco o alcohol, ni en el centro o sus proximidades (que es ilegal), pero tampoco en el resto de su vida. ¿Qué os parece? Un poco nazi, ¿verdad? Pues mirad, como ejemplo para los chavales peor que publicar «demasiado» tu vida en redes me parece llevar un comportamiento MORTAL.

Como os digo es un asunto extremadamente peliagudo, en el que, si no hay un consenso previo sobre «lo normal y bueno», es necesario concretar, y ese es el momento en el que te conviertes en algo terrible.

Dicho esto y recordando (para algún comentarista despistado) que este que os habla es de las personas más coherentes que conozco (con mis luces y sombras) y que, como podrían atestiguar mis alumnos y compañeros, me oiréis decir las mismas cosas en clases, en claustros, en libros, en posts, en conferencias, en la radio o en la tele… NO puede exigirse ese «ejemplo debido».

Así que, una vez más, en un estado de derecho no hay más moral exigible que la legal.

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