Siente a un alumno a su mesa

19 marzo 2021
Caminante entre las nubes. Caspar David

Seguro que recuerdan aquella llamada «Siente a un pobre a su mesa», probable fruto de una concepción caritativa de la provisión de los derechos fundamentales. Hoy la recordaba porque otra consigna, mucho más celebrada y de moda, comienza a sonarme parecida: «Actúa local».

Cada vez veo más claro que tenemos dos dimensiones irrenunciables en la actividad humana, digamos la privada y la política, la personal y la social… entendiendo, por supuesto, que hay intersección no nula. No escatimo el adjetivo, irrenunciable, ya que la vida nos interpela en ambas facetas y la ausencia de respuesta es, de hecho, una clamorosa respuesta.

Diría que en la juventud se le atribuye a la dimensión política mucha más capacidad de la que, en la práctica, tiene. Todos queríamos cambiar el mundo.

Cuando se intenta actuar, o con el tiempo, empieza a verse que no es tan sencillo, ni tan rápido. En algunos casos esto genera una deriva conservadora e individualista, buscando mantener las migajas que se han acumulado, en otros, simplemente hartazgo, sumisión, aceptación de que las cosas son como son. Mención aparte para los más dañados por las circunstancias, que simplemente se afanan en subsistir. Y, entre los que comen caliente, hay también quienes no son capaces de acallar sus conciencias, que les siguen pidiendo esa necesaria transformación del mundo.

Con el tiempo me he vuelto menos «comprensivo» con la negación de la dimensión política de la vida que se practica tan a menudo por los indolentes y, lo que es más preocupante, por los bondadosos. De la misma forma que un político «amable» de una organización corrupta o dañina acarrea una responsabilidad en su militancia, los ciudadanos que damos la espalda a la responsabilidad de nuestra participación en las estructuras, o que directamente las obviamos, también somo deudores de nuestras acciones y omisiones.

Que la condesa sentase a un pobre a su mesa en un día señalado, mientras seguía perpetuando la opresión, se nos antoja repugnante. Salvando las diferencias, ¿qué hago yo cuando hago extraescolares por la cara o trabajo los fines de semana? ¿No estoy «sentando a un alumno a mi mesa»? ¿No es eso pan para hoy y hambre para mañana? ¿No debería luchar porque fuese estructural el tiempo y el personal necesario para la atención adecuada, el periódico del centro, el grupo de teatro, el equipo de deportes, etc.?

No lo hacemos porque seamos gilipollas, es que tú ves los ojos del chaval que «sientas a tu mesa», al que le dedicas horas, al que le das apoyo… los ojos que no contemplas son los de los que no ven provisto su derecho porque da la casualidad de que no hay suficientes mártires o héroes en su centro para cubrir todas las necesidades.

Como en el caso del dilema del tranvía, me duele más el daño que se produce por mi acción que por mi inacción, y me siento mucho más culpable de dejar a ese chaval tirado que si lucho por mejorar la estructura, pero el daño que se hace es mucho mayor. Tenemos una responsabilidad política por las implicaciones de nuestros actos individuales y por la participación, o ausencia de ella, en lo común.

Ir a llevar café a las personas sin hogar, dar clases gratis, ir a atender enfermos, nos produce una sensación agradable de empatía con el prójimo, nos ocupa el tiempo, nos gasta las energías… nos vamos a la cama complacidos con hacer lo que se puede. Me pregunto si es eso todo lo que podemos hacer, si elegimos ese refugio cómodo de la acción local dando por perdido el cambio estructural, pensando en vivir como Kung Fu, arreglando lo que salga a nuestro encuentro, secando las lágrimas de los ojos que vemos y no pensando mucho en los que no vemos. ¿Es quizá una profecía autocumplida? ¿Nada puede cambiarse justo porque no lo intentamos?

Javi, encima que hacemos cosas, con tanto cabrón suelto que hay, ¿nos sacas los colores a nosotros?

Y, ¿con quién podría hablarlo, queridos, con quién? ¿Con los cabrones? ¿Con los que no tienen fuerzas más que para agradecernos la ayuda cuando se la podemos dar? ¿Quién está llamado a cambiar esto? ¿Nos rendimos del todo? No lo sé. Sólo hablo en alto para los que se paran a escuchar.

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¿Quién es responsable del mal?

20 septiembre 2020

Nadie culparía a un bebé que te araña al mover una mano cuyos movimientos no controla aún.

Por otra parte, no creo que nadie tuviera demasiada comprensión con una persona adinerada de sesenta años que malversa un millón (para sumarlo a los otros que tiene), con serio perjuicio otros.

Entre ambos extremos, la persona debe ir sumando responsabilidad a sus acciones.

Así lo entiende también la ley y, obligada a poner un límite concreto y objetivable, hace surgir el concepto «mayoría de edad», que viene acompañado también de muchos problemas.

Como momento vital forma parte de mi trabajo desde hace más de dos décadas, vivo muy de cerca esa transición tan brusca: de ser considerados menores y eximirles de muchas responsabilidades, contar con una cierta protección de derechos (manutención, educación, etc.) a pasar, de un día para otro, a ser «arrojados» a la calle con mucha menor protección y todo el peso de la ley pendiendo de un hilo sobre ellos. Esta situación es aún más kafkiana para aquellos menores en situación de exclusión social.

A esto se le añade que hay muchas «mayorías de edad» que también varían de un país a otro: para conducir, para consumir alcohol/tabaco, consentimiento sexual, trabajar, votar, decidir una interrupción de embarazo… cayendo en contradicciones lógicas de difícil resolución. Por ejemplo, en España se puede trabajar con dieciséis pero no se puede votar hasta los dieciocho, siendo ya alguien sobre el que caen responsabilidades laborales serias, pero que no consideramos capaz de decidir quién quiere que elabore las leyes que se le aplican. Que conste aquí que me considero incapaz de proponeros un listado de edades «correctas», sólo señalo los problemas filosóficos que conllevan.

Dejaremos la ley a los expertos, hablemos de educación.

Yo diría que una definición útil y bastante acertada de lo que significa ser adulto podría ir por aquí:

Madurar es asumir las responsabilidades de tus actos y sus consecuencias.

Así que, como educador y enseñante en todas mis facetas, mi labor autoescogida se orienta, sobre todo, a que entiendan esta responsabilidad y vayan asumiéndola. También los que hayan cumplido años sin madurar, que una cosa es hacerse viejo, y otra, adulto.

Por eso escribo posts como este, sobre la responsabilidad individual (Tú ordenas y yo obedezco, o no.)

Ya habéis oído muchas veces que los maltratadores suelen haber sido víctimas del maltrato o que pasados traumáticos explican (no digo justifican, ni lo dejo de decir) y quizá fueran atenúen la responsabiidad de ciertos comportamientos. Pero, ¿hasta cuándo podemos esgrimir esta justificación? Cualquier norma justa tiene un ámbito de aplicación y unos límites temporales.

Supongo que cada caso es un mundo, por más que la legislación tenga que fijar ciertos límites que siempre adolecerán de arbitrariedad, para eso están los jueces, para matizar su aplicación.

Y tampoco hay que dejar de decir que, a quien vivencias pasadas le resulten traumáticas y no le dejen vivir una vida amable para sí mismo y para otros, hará bien en reclamar su derecho a la atención sanitaria en salud mental. Lo que no puede reclamar es el derecho a tener «víctimas».

Pero a los educadores y a la sociedad (que también educa, voluntaria o involuntariamente) también les queda un trabajo, ir haciendo que sus niños y adolescentes vayan asumiendo su responsabilidad.

No sé si habéis visto estas tablas de tareas asumibles por los chavales (por edad), me gustan mucho. No entraré a discutir el detalle, ni a defender el método en el que se basa, sólo quiero decir que existen tareas factibles y que es bueno que las hagan y se responsabilicen de su resultado. De hecho, más allá de quien avale unas tablas u otras, cada chaval progresará a un ritmo diferente y habrá que hacer SU tabla particular, según su nivel de desarrollo y competencia.

Dada la situación educativa actual, va a tocar que los niños y jóvenes tomen un papel más activo en responsabilizarse de su proceso educativo, ya que ni las administraciones, ni los funcionarios educativos ni los propios usuarios se han plantado, de momento, para exigir una presencialidad segura. Y tendré que adaptar mi enseñanza en ese sentido.

Mi intención es que cada alumno lleve un diario/cuaderno en el que vaya reflejando su aprendizaje, elemento que podrán usar en algunas pruebas presenciales, así conseguiré que los más refractarios a esta medida tengan ese aliciente para hacerlo. A su vez, además de la instrucción que impartiré, dejaré establecido el «camino» con las referencias necesarias para que cualquiera pueda sumarse y recorrerlo desde el punto en el que se haya parado. Pero de nuevo la responsabilidad de recorrerlo es suya. La mía es establecer un camino, no «empujarle» desde atrás, o «perdonarle» lo no hecho.

Así que este año estaré más aún preocupado por que aprendan contenidos, aunque esto no sea una corriente que parezca muy popular. Mis alumnos tienen el derecho a que se les enseñe ese saber sofisticado que no es tan sencillo adquirir por cuenta propia. Saber del que yo soy especialista y derecho del que yo soy garante.

El respeto al que aprende, tanto intelectual como a su libertad de elección, no se muestra eliminando las dificultades del camino, sino tendiendo el camino para que pueda superarlas.

Y esto, lo cantó muy bien Mahalia Jackson.

Lord don’t you move the mountain
Just give me strength to climb
Lord don’t move my stumbling block
But lead me around

Aquí la letra completa

Añadido

Permitidme un pequeño añadido para los más curiosos sobre este tema tan bonito que es el libre albedrío (como decía Cassen).

Quizá el la responsabilidad del mal no sea de nadie, si nuestras decisiones no las tomamos nosotros. Si nuestra conciencia es «informada» de la decisión en lugar de ser la fuente en la que se origina, como apuntaba cierto estudio que merece una investigación más profunda que lo corrobore o desmienta, si es que nos atrevemos a ello. En él, la preparación del estímulo muscular era anterior al momento en el que el sujeto tomaba la decisión de moverlo. Échense a temblar. ¿Cómo articulamos un sistema legal con esto en la mente? ¿Cómo articulamos una vida? Permanezcan atentos a sus pantallas… o no. Es aterrador.


Tu vida no es tuya

8 octubre 2019

Niños jugando AMPE

Fuente: Wikipedia

Si alguno pasa el filtro de tan desagradable título, le invito a que me acompañe en unas, tampoco demasiado lisonjeras, reflexiones.

«Yo no pedí nacer» se dice a veces en broma y a veces entre lágrimas, siendo algo muy cierto en ambos casos. Incluso aquellos que creen en realidades trascendentes convendrán conmigo en que la ausencia del recuerdo de esa decisión hace que, en la práctica, el sentimiento sea similar al de los demás.

En nuestra especie los recién nacidos vienen al mundo desvalidos, incapaces de sobrevivir durante un largo periodo de tiempo sin el cuidado de los padres y de la tribu. Como era ayer, es hoy.

El cuidado sanitario, la alimentación y el cobijo no son un «regalo» que se hace al recién nacido, es una OBLIGACIÓN de los padres y de la tribu, como se refleja en los Derechos (sí, con mayúscula) reconocidos internacionalmente y en la legislación particular de cualquier país mínimamente civilizado.

Tu vida, pequeñín, no es tuya, es NUESTRA, la obligación de protegerla y hacerla florecer con la educación, el respeto a la infancia, es DE TODOS. Insisto, no de los padres, DE LA SOCIEDAD y, por eso, pagamos con los impuestos de todos la provisión de los derechos de ese ciudadano que es el niño.

Hasta ahora seguro que me lees asintiendo y preguntándote dónde está la amargura prometida, inflamado en el orgullo por los Derechos de los niños y niñas… Claro, siempre es cómodo el punto de vista de los derechos, pongámonos ahora en el de los DEBERES.

Movamos nuestra posición, ahora ya no somos niños, somos adultos que pertenecemos a esa tribu. Vaya, pues resulta que ahora mi vida no es sólo mía… porque el Panadero este, dice que le debo noséqué hostias a una panda de mocosos que anda por ahí. Cagüentó.

Queridos míos, vivimos en una manada, en una tribu, en una sociedad… juntos, vaya. Eso nos colma de derechos y obligaciones, piensa en unos y otros como un regalo o una carga, pero no olvides que unas veces serás proveedor y otras, usuario, y que sin los que proveen es imposible su existencia. Ambos aspectos están indisolublemente ligados.

Sé que jode sobremanera que alguien cuestione que yo haga «lo que me dé la gana», pero es que la vida en sociedad matiza, limita y condiciona (si lo piensas en negativo), pero a la vez, crea posibilidades, tiempo y seguridad para que el margen de lo que te puede «dar la gana» sea más amplio.

A esto se le añaden nuestros «contratos voluntarios». Aquello de «mi vida es mía y de quien yo quiera». ¿Te has emparejado? ¿Has llegado a acuerdos, límites en vuestra relación? ¿Has tenido un hijo? ¿Tienes amigos y (placenteras) «obligaciones» derivadas de esa amistad, como la compañía mutua? ¿No son todos esos «contratos de cariño» a los que ELEGIMOS «atarnos» ? ¿Y no los hemos elegido porque sentimos que hacen nuestra vida mejor? Ya apuntaba este tema en Papá, has matado a mi padre.

Por supuesto, nadie puede impedirte «romper» todos tus contratos, incluso dejando «deudas» aquí y allá, y largarte a una isla desierta o a la puta jungla, pero… mucho ojo… puede que allí te veas en los debates de los que huías aquí, discutiendo de política alimentaria con un león (en tu nuevo papel de comida) o sobre soluciones habitacionales con un oso en la cueva donde ibas a dormir. Quizá tengas mejor suerte con ellos que con nosotros.


De puristas y sectores críticos… de pactos con el diablo.

5 octubre 2019

El diablo visita a Fausto

Fuente: Wikipedia

Interesantísimos especímenes, que viven en peligrosas regiones. Veamos.

En las administraciones, hay una complicada zona intermedia, donde no eres ni un funcionario de carrera, ni el ministro, donde desempeñas un puesto (más bien) técnico, pero por un nombramiento directo y con derivadas políticas.

Hace poco me llegó un artículo argumentando que nunca debía uno sumarse a este tipo de puestos, ya que el daño que harán esas administraciones al sistema, en general, nunca será compensado por la cuota de bien que uno podría hacer desde esos puestos, de forma que el único comportamiento éticamente correcto era la oposición frontal. Muy claro, yo mismo podría haber firmado eso… salvo por el purismo que trasciende.

La vida mancha, queridos.

El discurso purista es perfecto en el papel, pero también hay que actuar y (casi) todas las acciones en el mundo real tienen, como mínimo, bordes grises.

Sería para mí muy fácil sumarme al purismo, soy funcionario y divulgador científico, es complicado ser más blanco que eso. Pero, ¿son todo el resto de actividades, que la sociedad NECESITA, así de puras? La verdad es que no, y son necesarias, imprescindibles. ¿Cómo trabajar en el sector bancario, por ejemplo, sin tocar zonas grises? ¿Cerramos todos los bancos? ¿Cualquiera que trabaje en uno es un ser poco ético?

Para quien no lo vea claro aún, os confieso que ni siquiera mi actividad es tan blanca. ¿Qué anuncios ponen en el intermedio del programa en el que me han entrevistado? ¿Qué anunciantes están PAGANDO mi entrevista? ¿A quién estoy, por lo tanto, PROMOCIONANDO?

Ni siquiera como profesor, ¿para qué administración trabajo?¿Quién se apuntará mi buena práctica docente para ser elegido de nuevo? ¿Qué leyes estoy apuntalando o, directamente, IMPLEMENTANDO? ¿El segregador bilingüismo, por ejemplo? ¿Estoy parando y plantándome ante la destrucción del servicio público de calidad?

Entonces, Panadero nuestro, ¿dices que «pactar con el diablo» no presenta ningún problema ético? En absoluto, como el resto de actos, también «mancha».

Aquí es donde entran «los críticos», «los independientes». Hace ya tiempo os decía que, en mi opinión, tienen «fecha de caducidad». Os resumo el post: si después de mucho tiempo, tus posturas críticas no alcanzan nunca a mover las decisiones de la dirección, no eres crítico, tú vives de una organización que actúa en un sentido y ellos se blanquean con tu discurso.

Los críticos juegan «de pillo a pillo».

El independiente «se la quiere jugar» al grande colándole medidas que parecen alejadas de sus intereses o sus intenciones, mientras el grande intenta mejorar su imagen con estos independientes, aunque no pretenda dejarse influir por su discurso.

«Pactar con el diablo» siempre será un acto con derivadas éticas problemáticas, una decisión personal pero que afecta a muchos. Por eso tus conciudadanos tienen todo el derecho a opinar, incluso a pedir cuentas de actos que le repercuten.

Cuáles de esos «diablos» no son tan malos como para negarnos a cualquier acuerdo será algo que tendrá que evaluar cada uno, y eso hacemos todos en nuestras vidas más o menos grises.

Lo que sí creo que puede exigirnos nuestra sociedad es la VIGILANCIA CONSTANTE.

En ese juego de pillo a pillo, en esa decisión de justificar (grandes) fines por (no demasiado terribles) medios, la clave del éxito es ganar el juego en lugar de ser un mero instrumento de imagen.

Por lo tanto, VIGILANCIA, CONSTANTE, SIEMPRE. Preguntémonos cada poco: ¿Estamos consiguiendo realmente algo? Si la respuesta es no, entonces, en mi opinión, ya no cabe más decisión ética que reconocer que has sido más pillos que nosotros y abandonar. Todos erramos, otra consecuencia de vivir.

Termino deseando mucha suerte a todos.

  • A los que, en su purismo, se quedaron en la trinchera. Ojalá consigan derribar realmente a ese oponente, antes de que nos coman vivos.
  • A los que se mancharon en aras de un bien mejor, sean mansos como corderos y astutos como serpientes.

Pero, sobre todo, mucha suerte para NOSOTROS. En esos juegos, lo que se apuesta es nuestro pan y nuestra sangre.


¿Para qué divulgamos?

16 noviembre 2017

Voy a aportar mi granito de arena a un debate que tenemos entre tuits y posts unos compañeros divulgadores.

Todo empieza con un tuit de un gran divulgador. Daniel Marín, del blog Eureka

A lo que responde mucha gente y hace un post el velocísimo Francis Villatoro

Francis concluye que él divulga principalmente para aprender, idea muy secundada y celebrada. Yo creo que confundimos términos. Escribiré unas ideas a ver si me explico.

Escribir vs. Publicar

  1. Una cosa es escribir y otra PUBLICAR.
  2. Cada uno escribe para lo que quiera: Para recordar, para organizar, para «sacárselo de dentro» y meterlo en un cajón…
  3. Pero publicamos para hacer público, para que sea visto por otros.

Objetivos

  1. Cuando nos preguntamos si estamos llegando al gran público, preguntémonos primero: ¿Estábamos escribiendo para el gran público? ¿Estábamos popularizando o era divulgación para «conocedores», profesores, aficionados informados, expertos? Si no era nuestro objetivo, no hay por qué lamentarse.

Responsabilidad individual y resultado

  1. El resultado de las cosas no es consecuencia directa de lo que hago con mi parte.
  2. El resultado no es mi responsabilidad, lo que haga con mi parte sí.
  3. Si mi intención es llegar al gran público y sólo llego en parte, es un acto fallido… en parte.
  4. Puede que no sea mi responsabilidad, que mi parte estuviera hecha de una manera digna.
  5. Puedo querer buscar otra manera, sin que necesariamente estuviera mal pensado mi último intento, pero es que sólo puedo actuar sobre mi parte.

El gran público

  1. La divulgación al gran público, la popularización, busca llegar a extender la cultura a la mayor parte de gente posible, y la consideraremos más exitosa cuanta más cultura provea y a más gente llegue.
  2. La calidad de la divulgación para el gran público no sólo tiene que ver con la sofisticación de lo que se enseñe, sino con que sea rigurosa, cercana, entendible… y luego ojalá llegue a mucha gente.
  3. Así que, en popularización, por muy encomiables que sean nuestros esfuerzos y aunque la responsabilidad de un corto alcance no haya sido nuestra (visibilidad, medios, oportunidad, etc.) es PEOR cuando llegamos a menos que cuando llegamos a más, con el resto de variables constantes.

No tengamos miedo a las palabras. Pues claro que nos jode trabajar como mulas, en tiempo libre, sin remuneración, esforzarnos muchísimo, hacer más de lo que nos corresponde y que no funcione tanto como querríamos o debería. Jode y mucho y es un fracaso parcial.

El futuro.

  1. Yo no puedo decidir por el mundo, sólo por mi parte.
  2. ¿Vuelvo a intentarlo? ¿Sigo en la brecha? ¿Cada «vida» salvada vale un universo? En mis manos está hacer esa elección.
  3. Nada me asegura el éxito o fracaso, total o parcial.

Creo que el análisis de las cosas debe ser objetivo, aunque nada me impide después tomar una acción optimista, apostar por un resultado poco probable, si ese es mi deseo.

Así que, aunque cada vez creo menos en la posibilidad de comunicación real entre las personas, no deseo dejar de intentarlo. Ese es mi ámbito de decisión, y esa es mi decisión. Como decía, puedo elegir mis actos, no los resultados.

Sólo puedo terminar mandando un abrazo a Daniel, a Francis, y a todos los que conozco (y a los que me falta por conocer) que divulgando luchan por hacer una sociedad más libre y más feliz. Es una labor sagrada y es un honor compartir esta trinchera con vosotros, termine como termine cada batalla, lo que nos une es la decisión de luchar esta guerra en este bando.


No, no te puedo dejar hacer lo que quieras

26 febrero 2017

Este es un post sobre argumentación y falacias. No me pronuncio ni contestaré comentarios sobre los aspectos particulares de unas ideas u otras.

«Que cada uno haga lo quiera»

«No vayas si no te gusta»

«A quién le importa lo que yo haga»

Pues, puede que a mí.

En estas afirmaciones se esconde una falsa igualdad entre estas dos afirmaciones.

1. Esta decisión es mía (porque es personal o porque mi función o cargo me capacita)

2. Sólo me afecta a mí

La segunda proposición tiene una derivada que es: «Y por lo tanto, nadie puede/debe decirme nada».

Hay dos circunstancias muy frecuentes en las que podremos entender que esto no es así:

a) Tu actuación afecta a un tercero al que el que critica pretende defender

b) Tu actuación afecta indirectamente pero puede que de manera grave al que te critica.

Por la primera circunstancia «Déjame que haga lo que quiera yo y no lo hagas tú si no quieres» no puede ser argumento contra: la oposición al aborto, al maltrato animal, al machismo, a los toros, al vegetarianismo, al animalismo, etc. (Para los escandalizados por lo que he puesto seguido, recuerdo una vez más que hablo de aspectos formales).

Por la segunda circunstancia «Déjame que haga lo que quiera yo y no lo hagas tú si no quieres» no puede ser argumento contra: el control de emisiones contaminantes, horarios restrictivos, consumo de energía de un tipo u otro, reparto de fondos públicos (que se detraen de otros asuntos), apoyos o faltas de apoyo a movilizaciones o huelgas… y un interminable etcétera.

Quien me pide silencio para respetar su postura, en realidad me pide que deje de defender mis propios derechos o los de un tercero al que percibo amenazado, y eso no es un argumento válido. Discutamos sobre lo errado de los argumentos o ideas.

Tuya es la decisión, tómala en la dirección que quieras o por omisión.

Mío es el derecho también de defensa propia de mis derechos o de los de un tercero.


Lo Mejor Que Te Puede Pasar 08/02/2017

8 febrero 2017

Hoy hablamos del espeluznante experimento de Milgram… sobre todo por las conclusiones.

lo-mejor-que-te-puede-pasar

Aquí podéis ampliar información en este post de Francis

Os dejo también con dos post muy relacionados

Tú ordenas y yo obedezco… o no

Lo que mas atormenta a un hombre es lo que no le ordenan hacer


Tú ordenas y yo obedezco, ¿o no?

10 octubre 2014

Hay un espacio entre la orden y la obediencia.

Es un espacio muy pequeño, que nos cuesta ver y que se esfuerzan en que no veamos… pero existe.

Pasamos por allí corriendo, con los ojos cerrados, tapándonos los oídos… pero tenemos que pasar obligatoriamente por allí.

Esa tierra tan menoscabada, tan ignorada, tan negada a veces por nosotros mismos se llama Responsabilidad Individual.

Cuando te dan una directriz, una orden, te dicen que cumplas una ley, el universo entero se calla esperando tu respuesta.

Y es entonces cuando dices «De acuerdo», cuando haces tuya esa decisión, cuando asumes eso que te hayan dicho y cuando te conviertes en responsable de su aplicación. Sí, responsable. Sí, tú. Sí, te jodes.

Por supuesto que sé que hay influencias, sugestiones, presiones, amenazas, sobornos, contrapartidas y demás.

Y, sí, por supuesto que sé que a veces hay una pistola apuntando a tu cabeza.

Pero lo de la pistola no pasa tantas veces, ¿verdad? ¿Es siempre a vida o muerte? ¿El pan de tus hijos?

De hecho no son muchas ocasiones en las que apretamos a quien nos ordena y le pedimos que muestre sus cartas, que nos diga qué pasará si no hacemos aquello. Que nos concrete ese miedo abstracto que tenemos a las consecuencias de la desobediencia. Podría ocurrir que defender nuestras convicciones morales tuviera un coste más que asumible.

El mensaje de este post es muy sencillo: «Te jodes».

Sí. Te jodes. Alguien te ha hecho una pregunta y no puedes evitar responder. Incluso no responder es una respuesta. Igual te parece una putada, pero es lo que hay. Ahora la pelota está en tu campo y eres responsable de tu decisión y de tus actos. Te guste o no.

Así que no vamos a negar ese espacio, de hecho voy a ensancharlo lo más posible, para mí y para aquellos con los que me encuentre. Ya que me tengo que comer con patatas las consecuencias de mis acciones y mis decisiones, por lo menos voy a tomarlas yo, por lo tanto se acabaron «es que me dijeron que tenía que», «es que la normativa dice que», «es que mi jefe dice que».

Resumiendo:

Vive como quieras y paga el precio.

Y esto no es una elección, es la consecuencia de vivir, dejemos de negarlo y de aceptar que nos lo nieguen.

De hecho, hace tiempo escribí otra entrada con ese título, por si os interesa.

 

 

 

 


Un día «el Sistema» llamará a tu puerta y te preguntará…

11 diciembre 2011

Aprovechando que están poniendo la excepcional película de Clint Eastwood Gran Torino en Telemadrid, os enlazo un post de hace un año.

Vivimos tiempos de miedos, amenazas, autocensura… donde eludimos la responsabilidad individual de nuestros actos por las presiones expresas o tácitas. Hace unos días me decía una profesora: «no me hagas sentir responsable…» Malas noticias: somos responsables.

Un día «el Sistema» llamará a tu puerta y te preguntará:

¿Quieres llevarte eso, nadie te ve?

¿Quieres fabricar armas, tú que estás en paro?…

¿Quieres convertirte en una rueda del sistema?

Es cómodo, es sencillo, sacas partido… ¿quieres?… Sí, te hablo a TI.

Aquí os dejo el post, y un recuerdo para mi padre que me enseñó, entre otras cosas valiosas, honradez e integridad.

Lo que más atormenta a un hombre es lo que no le ordenan hacer


La responsabilidad individual… una vez más.

10 junio 2011

Aprovechando el estupendo impulso renovador que parece emerger en todo el planeta, con todos sus defectos… y sus refrescantes virtudes, surge un tema que creo muy importante (saludos a Gema): la responsabilidad individual.

Nos parece muy mal cuando oímos cosas como:

1. «Unos jóvenes que habían bebido han tenido un accidente.»

2. «Un fábrica de armas envía munición a África»

3. «Un tipo se ha quedado con dinero que no es suyo»

Pero resulta que un día la Vida te pregunta directamente a la cara.

1. Es muy tarde y tienes que volver a casa: ¿Eres un coñazo y te vas en autobús, o te lleva en un plis plas un colega que está torrijilla?

2. Estás en el paro y te surge una oferta de trabajo en una fábrica de armas, ¿sigues en el paro o te pones a currar?

3. Te acaban de dar mal la vuelta (a tu favor) y te das cuenta, ¿lo devuelves?

Los que vimos el cambio al euro, recordamos cómo mientras en la tele las carísimas campañas institucionales son enseñaban a redondear el céntimo, muchos tenderos, autónomos, empresarios y personas de a pie, aplicaban su propio redondeo, incrementando un 60% al pasar de 100 pesetas a un euro.

Aquí lo podéis ver en la foto que me manda Armando (Gracias compi)

Creo que este sistema maligno del que nos quejamos se construye con nuestras pequeñas y miserables aportaciones. Si fuera solamente por la acción de los supermalos del planeta, no les permitiríamos hacerlo. ¿Es esto quizá lo que está empezando? Ojalá.

Mientras tanto, apoyaremos esta lucha desde la educación, ayudando a expandir mentes y corazones.

Ánimo, puede que quede mucho, pero ya queda menos.


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