Pensando sobre este hilo tan bueno de mi querido amigo Andrés (excelente docente y experto en actividad física) sobre los periodos de recuperación en el ejercicio, al que añado este otro sobre procrastinación os quería hacer algunas consideraciones.
Sabemos que hay quien entiende el ejercicio, la nutrición o cualquier actividad casi en un sentido religioso imposible de seguir (e inadecuado) salvo para quien haga de eso el centro de tu vida. Pero también sabemos que hay otros que nos proponen cambios de conducta fácilmente asumibles y sostenibles. Ya os he hablado en otra ocasión de Andrés o Daniel en otra ocasión, el segundo es nutricionista.
Y lo que me pregunto, y me preguntaba en mi libro La Cordura de Saberse Loco, es: ¿»Quienes» son esas voces que están en mi cabeza? Esa que dice que no me coma otro trozo de roscón, la que me dice lo mucho que me apetece… y las de siempre, la que me dice que soy un mierda, la que me dice que lo queme todo, la que me dice que molo muchísimo, la que me dice que me zumbe a todo lo que se mueve, o la que me dice que nadie me quiere? ¿Quiénes son y cuál está al mando? Siempre me hace gracia los que te dicen que vivir es tan sencillo como escuchar tu voz interior… ¿¿Cuál??
¿Por qué no recojo esas cosas, son literalmente diez minutos? ¿Por qué no arreglo ese mueble, son otros diez o quince? ¿Por qué no asumo esa rutina de ejercicios sencillo de quince minutos cada tres días o por qué no empiezo con los buenos consejos de Daniel, si no les pongo racionalmente ni un solo pero?
Creo que muchas veces la respuesta es «me apetece» o «no me apetece».
Recordando a mis profes de lengua me pregunto, ¿a quién le apetece? ¿Quién es el sujeto de esa decisión que es la que marca el rumbo de mi vida en ese momento?
Y luego me pregunto: ¿Quién es aquel al que una hora después «le apetece» empezar rutinas de ejercicio, dietas y demás?
Independientemente de que asumamos cierto dualismo o que pensemos en nuestro cuerpo como ese «quien» que va cambiando de opinión, me interesaría saber quién es el que decide qué cosas me apetecen y cuándo, ya que voy a abandonar mis decisiones a los «caprichos» de esas apetencias.
¿Qué es la voluntad, otra apetencia temporal? ¿Podemos hablar de voluntad si siempre se rinde ante «las apetencias»? ¿Debemos ejercer la voluntad «en contra» de esa otra apetencia temporal? ¿Cómo queremos vivir? ¿Cabe desear vivir en contra de esas «apetencias», es realista?
¿Debería tomar decisiones en el estado en el que me siento más «yo» y aplicarlas más allá de mis variabilidades, apetencias momentáneas? Bueno, esta es la tesis de La Cordura de Saberse Loco.
Particularmente, me produce cierto enfado pensar en que mi vida y mis decisiones dependen de por dónde sopla el viento o le «apetece» a un cuerpo, con bastante ausencia de mi control y voluntad, me siento esclavizado… pero quizá es otro sesgo de un mono que ha perdido algo de pelo.