Hoy es a cuenta de las elecciones, pero otros días es a raíz de sentencias judiciales o cualquier discurso que aparezca en los medios.
Estoy en un estado de derecho y la ley no me pide respeto a las decisiones judiciales o al resultado de las urnas, me pide que los acate. Bueno, en realidad no me lo pide, me lo exige, lo que en un estado de derecho se traduce en que puedo incluso no hacerlo y aceptar las consecuencias, como hacen tantos infractores que asumen las multas como costes de hacer lo que les parece. Podéis verlo en lo personal con aquellos conductores que van «a los suyo» o en el comportamiento medioambiental de muchas empresas.
Pero Javi, aquí hablamos de ciudadanía. Efectivamente podemos matar a alguien y asumir los años de cárcel, pero queremos un análisis ético. La pregunta es si éticamente debemos respetar esas decisiones o sentencias.
Pues es que yo ya di mi amor a alguien…
En este post, De ligaduras y hombres, ya os contaba que tener muchas lealtades puede llevar a conflictos entre ellas. Y yo ya le he declarado mi amor a la verdad y a los derechos humanos.
Este compromiso previo me obliga a respetar a todos los humanos pero a despreciar profundamente ciertas opiniones, decisiones, sentencias y leyes, precisamente las que atentan contra los derechos fundamentales.
Esto no significa, como algunos apuntan, que te parezca odioso todo lo que no sea tu opinión, pero jamás me alegraré ni pensaré que es respetable que haya quien quiera tener diputados nazis y menos aún de que lo consiga.
Las decisiones humanas son falibles, como cualquiera que lleve en la tierra más de quince minutos debe saber por propia experiencia. Lo son las mías y lo son las tuyas, por lo tanto es perfectamente posible que tus decisiones sean perjudiciales para otros e incluso para ti mismo, por más que sea tu libertad tomarlas. Si alguien necesita un ejemplo, puede usar su libertad para arrancarse un dedo de la mano de un bocado y reflexionar sobre ello. Es cierto que mi análisis sobre lo erróneo de la decisión de otro puede estar equivocado… como el suyo.
Así que, no tengo ningún respeto por los resultados de las urnas de ayer (que traerán mucho dolor y algunas muertes por el destrozo de los servicios públicos), ni por que quien coquetea con lo más despreciable de la xenofobia tenga algo de poder, ni por que la mentira y el acoso sean las nuevas armas preferidas de la política.
Pero no se preocupen, todo aquello será acatado y tendremos asientos de primera para ver el mundo arder.
Resulta increible que en pleno SIGLO XXI, después de lo que hemos vivido en este país, se pueda ganar en unas elecciones sin decir nada, simple demagogia. Cierto que en épocas de crisis suele ganar quien promete y miente con más facilidad, pero Madrid es una enseña para esta España del fracaso escolar. Está claro.
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La democracia es una lucha constante… no podemos dormirnos en los laureles. Están acechando. Gracias por comentar
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No nos estamos durmiendo, lo triste es que no nos demos cuenta de que hay una España Vaciada de cultura política y pensamiento científico crítico, tras medio siglo sin educación social y democrática, donde los miedos y las mentiras se expanden sin tapujos y sin ser desenmascaradas. Estamos dormidos en la incultura del consumismo.
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Pues es peligroso. Gracias por comentar.
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Muy de acuerdo con esta idea: jamás me alegraré ni pensaré que es respetable que haya quien quiera tener diputados nazis y menos aún de que lo consiga. Gracias por expresarlo tan claramente.
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Ojalá lo tuviera todo el mundo tan claro… es peligroso. Gracias por comentar!
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