Este es un post sobre argumentación y falacias. No me pronuncio ni contestaré comentarios sobre los aspectos particulares de unas ideas u otras.
«Que cada uno haga lo quiera»
«No vayas si no te gusta»
«A quién le importa lo que yo haga»
Pues, puede que a mí.
En estas afirmaciones se esconde una falsa igualdad entre estas dos afirmaciones.
1. Esta decisión es mía (porque es personal o porque mi función o cargo me capacita)
2. Sólo me afecta a mí
La segunda proposición tiene una derivada que es: «Y por lo tanto, nadie puede/debe decirme nada».
Hay dos circunstancias muy frecuentes en las que podremos entender que esto no es así:
a) Tu actuación afecta a un tercero al que el que critica pretende defender
b) Tu actuación afecta indirectamente pero puede que de manera grave al que te critica.
Por la primera circunstancia «Déjame que haga lo que quiera yo y no lo hagas tú si no quieres» no puede ser argumento contra: la oposición al aborto, al maltrato animal, al machismo, a los toros, al vegetarianismo, al animalismo, etc. (Para los escandalizados por lo que he puesto seguido, recuerdo una vez más que hablo de aspectos formales).
Por la segunda circunstancia «Déjame que haga lo que quiera yo y no lo hagas tú si no quieres» no puede ser argumento contra: el control de emisiones contaminantes, horarios restrictivos, consumo de energía de un tipo u otro, reparto de fondos públicos (que se detraen de otros asuntos), apoyos o faltas de apoyo a movilizaciones o huelgas… y un interminable etcétera.
Quien me pide silencio para respetar su postura, en realidad me pide que deje de defender mis propios derechos o los de un tercero al que percibo amenazado, y eso no es un argumento válido. Discutamos sobre lo errado de los argumentos o ideas.
Tuya es la decisión, tómala en la dirección que quieras o por omisión.
Mío es el derecho también de defensa propia de mis derechos o de los de un tercero.
Totalmente de acuerdo excepto por un punto: el del aborto.
Dices que se daña «a un tercero» que, para mí, y desde un punto de vista puramente fisiológico, en realidad no tiene entidad, es solo un apéndice de la madre (por decirlo de una manera muy cruda). Y el límite en que empieza a ser independiente creo que es difuso. Mientras tanto es solo decisión de la madre, pues.
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Aquí no hablas del aspecto formal sino de quién tiene razón y quién está equivocado. Yo no voy a entrar en eso.
Una interesante propuesta para esto son las 12 semanas, lo explica muy bien Sergio Pérez Acebrón. http://naukas.com/2014/02/20/12-semanas/
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Como siempre, el diablo está en los detalles.»Tu actuación afecta indirectamente pero puede que de manera grave al que te critica.» Algo totalmente subjetivo, que cada cual interpreta a su modo.
Porque «lo que haces (o no haces) favorece el calentamiento global // ofende a mi Dios y por tanto me afecta gravemente» son dos afirmaciones cuya verdad o mentira es igualmente indemostrable para la mayoría de la gente. No vale discutir, ni razonar, si ya tienen postura prefijada, y no hay forma de demostrar que se equivocan (de forma aceptable para ellos, no para ti).
Así que si tu forma de vestir/rezar/relaciones sexuales/opiniones/etc perjudican mi religión/idea de sociedad donde quiero vivir/etc, tengo derecho a la defensa propia de mis derechos. Igual que si no apoyas mi huelga/revolución/patria/raza/etc me estás perjudicando gravemente y también tengo derecho a presionarte para que cambies.
Entre «vamos a controlar cada detalle de tu vida para tener una sociedad perfecta (para mí)» y «que cada uno haga lo que le de la gana, que se fastidien los demás» hay infinitos puntos intermedios de compromiso, pero nunca podremos asegurar cuál es el punto ideal porque cada uno tendrá el suyo (para cada tema, además).
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Las fronteras son grises, pero hay una frontera entre me afecta (o a un tercero) y me siento afectado.
Saludos y gracias por comentar
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[…] No, no te puedo dejar hacer lo que quieras […]
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