Soy gilipollas

Supongo que para muchos no será una sorpresa…

Volviendo de viaje me encuentro un atasco en la autopista y unos carteles indicando que para seguir hacia Madrid vaya por unas carreteras secundarias. Como estoy muy bien enseñao’, como venía mi madre y para que vea que no ha desperdiciado su vida criando a este que os habla en lugar de otro un gorrino bien gordo… tomé la salida.

Todo iba bien hasta el tercer lugar donde se bifurcaba la carretera y donde no había ningún cartel que me indicase qué opción debía seguir. Como podéis suponer elegí la errónea y después de dar unas vueltas me tuve que volver al mismo atasco de partida con la consiguiente mala leche y la decisión de escribir este post por dos razones:

1. ¿Para quién escribimos/divulgamos/enseñamos/hablamos… comunicamos?

¿Para quién? ¿Para quien ya lo sabe? ¿Predicamos a conversos?

Estoy personalmente hasta las narices de «ya tenían que…»

… saber sumar fracciones

… resolver ecuaciones

… escribir con corrección

… saber orientarse

… leer partituras

… pelar patatas

… darse cuenta sin que yo se lo diga de…

Pues no, no lo sé, no sé todo de todo… de hecho sé muy poco de muy pocas cosas y la verdad me da igual si tendría que saberlo o no, si es mi culpa o de quien me enseñó… o si lo que pasa es que simplemente soy gilipollas.

De hecho, me parece lo mejor, mira:

No lo sé porque soy gilipollas, así zanjamos la discusión. Ahora, ¿quieres hacer el puto favor de explicármelo o me voy a otro sitio a que me lo cuenten?

NOTA PARA LOS GUAYS: Queridos «guays», ¿sois conscientes de que sólo sois «guays y chupis de la vida» en una minúscula y miserable parte del inconmensurable universo en el que vivimos? ¿Qué pasa en el resto de los campos? Ah, claro… que os lo expliquemos, ¿verdad? ¿Despacito y repitiendo lo que haga falta desde el principio, no? Por mi parte, si queréis seguir siendo tan guays os podéis ir a ese lugar lejano y marrón al que seguro que ya os han invitado.

Pero hay otro aspecto de esta bonita historia.

2. ¿Premiamos a los que nos hacen caso llamándoles idiotas en toda la cara?

– Chavales, estudiad para mañana que os pondré un examen.

Al día siguiente.

– Profe, muchos no hemos estudiado, ¿podrías cambiar el examen?

– ¡Claro!

Otra

– Pórtate bien en Urgencias, diles que te pasa y espera a que te atiendan sin molestar. Si no te atienden antes es que no pueden o están atendiendo a gente más grave.

Y ves con los temblores de tu fiebre que la sala se llena y vacía durante horas, hasta que un familiar tuyo se acerca a la ventanilla y la lía.

O bien

Ciudadano, cumpla las leyes que «Quien la hace, la paga», «Paga más impuestos los que más tienen», etc. Ya sabéis como sigue esta.

En el caso de mi viaje…

¿Realmente la idea es despejar el atasco, metiéndonos a los «obedientes» en viajes más largos a través de malas carreteras?

Curiosamente, esto de insultar en su propia cara a quien te hace caso es algo que los educadores hacemos mucho.

Les decimos que el cuaderno de clase es superimportante, para que luego no cuente en la nota en absoluto.

Les cambiamos exámenes, retrasamos entregas de trabajo, etc.

Pues atentos a varias cosas

a) Las reglas son las que ejecutas, no las que dices.

No hay paradoja alguna si tus actos no siguen a tus palabras, simplemente creerán tus actos y tu palabra perderá valor.

b) Las reglas «generan» comportamientos

Tanto en la vida real, como en juegos se puede ver que si las «reglas» premian un comportamiento colaborativo, los «usuarios» se vuelven más colaborativos, y de igual forma si se premia el comportamiento competitivo o tramposo.

Si eres profesor, padre, educador, jefe o tienes la responsabilidad de ordenar/legislar en cualquier campo, no olvides esto.

Nos gusta creer que somos como somos… independientemente de que esto no significa nada… En realidad, mucho de lo que «somos» tiene que ver con cómo se comporta el entorno con nosotros cuando «somos» y en cómo nos adaptamos más o menos conscientemente a él.

Resumiendo:

1. Explica con paciencia y con cuidado. Hablas para quien NO sabe.

2. No insultes al que te hace caso. Además de una enorme falta de respeto conseguirás que deje de hacértelo.

10 Responses to Soy gilipollas

  1. Chús Villarrubia dice:

    Javi, majo, has estado sembrado con este artículo. Completamente de acuerdo.
    A lo largo de mis años de docencia (que en mi caso, ha sido casi siempre con alumnado del llamado ‘complicado’ -compensatoria y alumnado altamente disruptivo, educación especial, pero también algún curso muy interesante en el que apoyaba al grupo entero donde estaban incluidos estos alumnos- me han entrado numerosas dudas de si lo que yo estaba haciendo en clase era lo más adecuado para ellos… y sólo he llegado a estas conclusiones:
    a) Si soy coherente entre lo que les digo y lo que hago (en realidad, Y LO QUE SOY), todo funciona mejor
    b) Si me tomo la molestia de conocer la realidad del alumnado, de su nivel de conocimientos, y enfoco mi práctica docente a enseñarles a partir de lo que ellos son capaces de entender y aprender, no de lo que ‘ya deberían saber a estas alturas’, todo funciona mejor, ellos se sienten capaces de ir avanzando -y lo hacen- y yo no me frustro con ellos.
    c) (esta es la que más me ha costado) Si soy capaz de ‘ignorar’ al que no pone interés, al que molesta, al que no sigue las reglas, y me enfoco en el que hace un esfuerzo por seguir ‘las reglas’… mi interés, esfuerzo y atención se la llevan quienes deben ser ‘premiados’. Cuesta mucho, porque quienes no siguen las reglas, demandan mucha más atención normalmente, pero como tú bien dices, hacerlo de otra manera ‘premia’ al que no lo hace adecuadamente, lo que conlleva que quien ‘cumple las reglas’ pueda acabar tirando la toalla. Pues, aunque cuesta trabajo, cuando lo he conseguido, todos -los disruptivos también- funcionan mejor.
    d) Trabajar como docente nos enfrenta constantemente a nuestras inseguridades personales y nuestros eguitos. Es un campo de pruebas constante para trabajar nuestra competencia emocional, donde (somos humanos, y esto no nos lo enseñan) la mayoría de nosotros nos pasamos media vida practicando el papel de ‘el autoritario’ o ‘el enrollado’ para ser ‘el jefe’ o ‘el más querido’… o a ser posible, ambas cosas a la vez. A mí me ha ayudado mucho con esto el pararme cada vez que pierdo el norte y preguntarme muy seriamente el porqué,, para qué, y para quiénes estoy ahí. Y tener claro que cualquier comportamiento del que no sigue las reglas ‘no es nada personal’.

    Perdón por este comentario taaan largo, pero es que tu artículo me ha llegado al alma. Un besote

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    • javierfpanadero dice:

      Estupendo comentario. (lo he editado para poner mi nombre, jeje), nada largo, lo que pasa es que dice muchas cosas, que hemos tenido que aprender con mucho esfuerzo, con sudor y con lágrimas. Esto que dices debería ser de enseñanza obligatoria en cualquier curso de formador de cualquier tipo… Besos y muchas gracias por el aporte!

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  2. eduardofilo dice:

    Javier, pasan los meses y este post tuyo sigue resonando en mi cabeza. Recurro a él mentalmente en innumerables ocasiones. Y es que esta reflexión tuya me da la sensación de que en el fondo describe alguna sutil ley de nuestra naturaleza. Y se aplica en una gran variedad de escenarios, no sólo en la educación. Predicamos a conversos continuamente y previamente los buscamos deliberadamente para sentirnos bien. Al final puede que se trate de una ley de economía de esfuerzo, como tantas otras hay. ¿Has leído el libro de Daniel Kahneman?

    Un abrazo…

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    • javierfpanadero dice:

      Gracias, sí, es impresionante cómo seguimos fallando en la comunicación incluso los que nos dedicamos a ella y pensamos sobre ella todo el puñetero día… pero es que esto llega muy al fondo, como tú dices: ¿Cómo consigo decirte lo que pienso y siento y que me entiendas? ¿Cómo consigo que pienses o sientas lo que pretendo? ¿Hasta qué punto somos dueños de nuestros pensamientos o sentimientos propios a la hora de comunicar o entender? ¿Hasta qué punto sabemos qué narices pensamos o sentimos y qué ha disparado esas cosas? ¿Somos seres racionales o racionalizadores? ¿Es posible, en realidad, alguna forma de comunicación? Y, finalmente, por mucho que perdamos la confianza en la comunicación… ¿nos queda otro remedio que seguir intentándolo a pesar de todo?

      No conozco el libro del que me hablas.

      Finalmente te recomiendo, por si no lo conoces, el vídeo de Phil Plait Don’t be a dick (No seas gilipollas) http://vimeo.com/14333708 Aunque habla de cómo se debería comunicar el escepticismo, en realidad se puede escuchar pensando en la comunicación en general. Le pongo trozos a mis alumnos y se lo recomiendo cuando hablamos de comunicación y cada día tengo que pensar una vez más en no ser un gilipollas cuando comunico.

      Un abrazo, compañero de trinchera

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  3. eduardofilo dice:

    Estupendo el vídeo de Phil. Ilustra a la perfección el tema del que hablábamos. Y de nuevo no ha necesitado convencerme, es algo en lo que creo desde hace tiempo y por eso me gusta tu estilo de divulgación y me desconcierta el veneno sarcástico que domina en la mayoría de los medios denominados divulgadores (algunos de los cuales creo que conoces bien). Si acaso incorporo o intensifico la idea de la toolbox necesaria para desarrollar el escepticismo sano que él argumenta debe desarrollarse/entrenarse gradualmente para que más adelante, llegada a un punto de desarrollo necesario y suficiente, el pensamiento crítico resulte natural y espontáneo.
    Hace unas semanas Luis Quevedo, escribía esto también:
    http://probetany.tumblr.com/post/92501175975/manual-de-no-actuacion-cuando-interactuamos-con-alguien

    A seguir trabajando…

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  4. […] en todo caso, como desagravio final. Yo es que además de ser tonto, soy gilipollas, así que tú […]

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