Tendrían que hacerlo, pero no lo hacen… ¿qué hago yo?

Esto viene de una conversación con mis muchachos, como casi siempre… Espero ser un estímulo para ellos. Desde luego, ellos lo son para mí.

Se lo dedico a Lucía, que se llevó una parte grande de la chapa, pero vamos al grano.

Los chavales deberían interesarse por la ciencia… guay, pero no lo hacen. ¿Qué hago yo ahora?

Los chavales deberían interesarse por la política… guay, pero no lo hacen. ¿Qué hago yo ahora?

Los chavales deberían esforzarse, estudiar lo que les digo que tienen que estudiar, tomar las notas precisas, hacer los ejercicios… guay, pero no lo hacen. ¿Qué hago yo ahora?

Los chavales deberían ponerse el casco en la moto, el cinturón de seguridad, colocar a sus hermanos en sus sillas, no fumar… bla, bla.

Ya os hacéis cargo, ¿no? Además, si cambias chavales por ciudadanos también funciona.

Digamos que, en general, la gente «debería» hacer cosas que no hace (siguiendo mi particular criterio). La cuestión es que ellos tienen la libertad de hacer lo que les dé la gana y vuelve a tocarme a mí, a ser mi turno para jugar… ¿qué hago yo ahora?

Básicamente tenemos dos respuestas:

1. Recorro mi parte del camino y si el otro no lo hace, que le vayan dando: que aprenda, que se fastidie con j, que se esfuerce más, etc.

2. Recorro también la parte del camino que le queda al otro, haciendo más de lo que la «justicia» me debería pedir.

Gran parte de mi actividad vital es la enseñanza y la divulgación, así que mucho de mi trabajo es acercar cosas que ya están publicadas, explicadas, escritas en mil sitios y de mil maneras a la gente que aún no ha llegado a ellas, las ha rechazado, no comprendido, etc. En muchas ocasiones ando recorriendo ese «trecho extra».

En muchas ocasiones también me paro donde la dignidad, mi capacidad o mi entendimiento me dictan que está mi límite y quedo ahí esperando.

No podría decir cuál de las dos estrategias es la «correcta», si es que tal cosa existe, pero creo que es crucial que pensemos sobre ello en cada ocasión.

Para cuando nos sentimos «injustamente» forzados a andar un camino extra que no debería correspondernos… propongo algunas reflexiones:

– ¿Es libre la decisión del que rechaza algo que le beneficia o abraza lo que le perjudica? ¿No es víctima de sugestiones, presiones y demás? Si apelamos a que está eligiendo eso, ¿es un juicio justo respecto a esa persona?

– ¿En qué circunstancias viven o se desenvuelven esos que «no se esfuerzan», no trabajan lo suficiente, no «emprenden» y demás? ¿En qué circunstancias interiores y exteriores? ¿Has pensado que quizá no tengan los recursos materiales que tú tienes, el acceso a crédito, la red social que te sostiene, o los talentos que te adornan a ti?

– A mí nada más nacer me pusieron una vacuna, me alimentaron, dieron cobijo y cariño, y yo no había hecho nada para ganarme todo eso. ¿Crees de veras que te has ganado todo lo que tienes? ¿Crees que otros que no tienen eso se esforzaron menos? ¿Es el resultado siempre proporcional al esfuerzo?

– ¿Nadie recorrió nunca ese espacio extra para ti en el pasado?

Y en el otro sentido, también alguna reflexión…

– ¿Hasta cuándo debe durar el paternalismo o debemos dejar a nuestros hijos/alumnos que hagan lo que quieran y asuman las consecuencias? ¿Por graves que sean y desproporcionadas respecto al error que puedan cometer?

– Y el paternalismo del estado sobre sus ciudadanos, ¿hasta dónde debe llegar? Me multan si no llevo el casco en la moto, pero sólo yo soy el perjudicado, me multan igualmente si no me pongo el cinturón. ¿No puedo tomar yo la decisión de ponerme en riesgo si me da la gana? Y si me pongo en riesgo, sin necesidad, haciendo estas cosas, ¿funciona bien mi coco? ¿Cómo saberlo? ¿Quién lo decide?

Sí me gustaría finalizar con dos ideas.

1. No juzguemos a la gente antes de andar un kilómetro con sus botas

2. Sólo somos responsables, pero lo somos mucho, de lo que hacemos y de cómo respondemos ante lo que la vida y los otros nos proponen con sus hechos. Esa es nuestra esfera de acción.

Ahí tenéis los comentarios para explayaros…

Para una selección justa todo el mundo tiene que hacer el mismo examen: Por favor, suban a ese árbol.

26 Responses to Tendrían que hacerlo, pero no lo hacen… ¿qué hago yo?

  1. Querido Javi, ojalá tuviera respuestas para las cosas que preguntas aquí. Me temo que cuestiones como las que planteas forman parte de la vida misma, son incógnitas que en algún momento yo mismo he intentado despejar, iguales o muy parecidas, con matices o sin ellos.

    No me siento con fuerzas para reflexionar ni aquí ni ahora. Ya sabes de mi incontinencia verbal y escrita, así que con un comentario no tendría ni para empezar. Incluso podría plantearme un post, pero tampoco me apetece. ¿Seré uno de esos que no se interesan por nada de los que hablas?

    Un abrazo y gracias por estos guantazos cariñosos que nos dejas de vez en cuando por aquí. Siempre me sirven para recordar donde estoy y con quien comparto este mundo tan decepcionante para mí.

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    • javierfpanadero dice:

      Preguntárnoslas, compartirlas entre nosotros que andamos preocupados por estas cosas… desde luego no eres un inapetente en lo que a tender puentes se trata. Finalmente, el mundo es menos decepcionante, porque nos sacudimos, nos despertamos, nos queremos e intentamos transformarlo. Un abrazo.

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  2. Uf uf…menudo temazo…
    Muchas veces somos mucho más exigentes con los demás de lo que somos con nosotras mismas. Supongo que por eso de no ponernos en su piel, de intentar entender sus circunstancias. Somos mucho más capaces de ver los fallos de los demás y no detectarlos cuando los cometemos en circunstancias parecidas.

    Ya sea en el ámbito de la enseñanza o en el familiar (es que yo ejerzo) creo que, ya que hemos llegado a reflexionar sobre esto, está bien dejarse el pellejo en ilustrar, enseñar, dar todo tipo de herramientas «emocionales» para que, cuando se suelten de la mano, lo hagan con el bagaje que nosotros (que sabemos que nuestro criterio «es el bueno») consideramos necesario. Y a partir de ahí, que la caguen como quieran, pero por nosotros que no quede.
    ;-))

    Y en cuanto a lo del paternalismo de estado supongo que es la manera que se ha encontrado de hacer tabla rasa para todos, independientemente de su camino recorrido. Lo malo es que depende de la ideología de quien gobierna, no del sentido común … de MI sentido común (pienso en la nueva de ley de interrupción de embarazos y me sube una oleada de malaostia que no te imaginas)

    Ale, por preguntar…buen día…

    Patricia.

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  3. Alba358 dice:

    Sin embargo, yo creo que es imposible que cada uno tenga su propio camino, pues siempre habrá en el un entresijo de los itinerarios de muchas más personas.
    Quizás en ese follón de caminos podamos pararnos a hablar con el viajero descarriado e intentar guiarle en el camino correcto, aunque siempre será su elección propia poner los medios y las ganas para cambiar su camino. Creo que a eso se le llama fomentar librepensadores y no me queda otra que darte las gracias por ponerlo en prática con nosotros, por concienciarnos en clase, a través de la red y en demás actividades.
    Me ha encantado la entrada, enhorabuena y un abrazo

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    • javierfpanadero dice:

      Muchas gracias, Alba. Es un placer disfrutar trabajando con gente como tú. Pero te diré… tengo un problema con lo de librepensadores… es que no somos libres!!

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      • Alba358 dice:

        Mmm cierto, pero para mi las personas que miran a su alrededor, se preguntan el por qué de las cosas y tratan de averiguarlo, ya están mucho más cerca de la libertad que aquellos que lo aceptan todo sin cuestionarse nada.

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  4. […] Sobre esto discutíamos en clase hace no mucho… y también en el blog, a cuenta de que la divulgación al acercarse al público pudiera estar recorriendo un trecho que le “correspondería moralmente” a ese público, pero que no lo quiere recorrer… Si te interesa la reflexión, aquí la tienes: Tendrían que hacerlo pero no lo hace, ¿qué hago yo? […]

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  5. Heber Rizzo dice:

    Por lo visto, en este debate ha faltado un aspecto esencial: ¿tiene alguien el derecho ético de decidir sobre otra persona adulta y en posesión de sus facultades?

    Dejemos de lado el hecho de la decisión sobre las condiciones, necesariamente genérica y consensuada, acerca de la adultez y de la posesión de esas facultades.

    Pero habiéndolas establecido, ¿qué derecho tiene alguien para opinar, discutir, o peor aún, intentar imponer sus propias opiniones sobre cuestiones que atañen solamente al individuo porque solamente lo afectan a él?

    El ejemplo del casco o del cinturón de seguridad es perfecto. En mi opinión, la obligatoriedad de su uso es una demostración más tanto de la intromisión del estado sobre el individuo, así como de la carencia de capacidad de la mayoría de los integrantes de la sociedad para aceptar las consecuencias de sus propios actos, y que prefiere dejar en otros la responsabilidad sobre sus propias personas.

    Lo lógico, para estos dos casos, sería que las compañías aseguradoras dispusieran en sus contratos que los daños personales que puedan surgir por la falta de su uso tenga como consecuencia una disminución o incluso anulación de la póliza. El libre acuerdo entre partes sería lo ideal.

    De todos modos, en esa actitud de la mayoría de la gente podemos encontrar una explicación a la atracción que tienen los populistas totalitarios. Ante el temor de la mayoría de los ciudadanos sobre las consecuencias de sus propios actos y su incapacidad de afrontarlas, prefieren que otra persona decida por ellos, incluso prometiéndoles lo que en el fondo saben que es imposible.

    En ese sentido (y en muy pocos más, si en algo) estoy de acuerdo con lo que decía el ex-presidente Regan: «cuando el estado se expande, la libertad se contrae».

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    • javierfpanadero dice:

      Gracias por comentar.
      El asunto de la «posesión de facultades» y la «adultez» no es un hecho menor… el mismo Estado demuestra esa opinión cuando es paternalista, no considerándonos ni adultos ni en posesión de todas nuestras facultades.
      En efecto el ejemplo del casco o del cinturón son estupendos, o también consumir sustancias tóxicas. Son decisiones de individuos que «libremente» se perjudican. Aquí volvemos a preguntarnos, es libre alguien que decide consumir sustancias tóxicas? Y si lo es, está funcionando su coco correctamente?
      Como en el resto del post apunto más preguntas que respuestas.
      Saludos y, de nuevo, gracias por comentar.

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      • Heber Rizzo dice:

        ¡Vaya, no supuse que responderías tan pronto!

        Y sí, esas decisiones son una prueba de la tentación paternalista del estado, y también de la subordinación infantil de los ciudadanos.

        Pero mi enfoque es más ético que práctico. En efecto, ¿qué derecho tengo yo a decidir sobre otra persona? Para mí, las drogas son nocivas y nunca las utilicé, pero quizás para otras formas sean la forma de conseguir la felicidad. ¿Tengo derecho yo a oponerme a su camino hacia esa felicidad?

        Otra cosa es, por supuesto, los daños que puedan causarse a terceros por efecto de las drogas. Para eso, el dañador debería ser castigado más fuertemente si se demuestra que estaba bajo el efecto de las drogas y perdiera por eso facultades o frenos. El hecho de que en algunas legislaciones el estar bajo los efectos del alcohol sea un atenuante es algo que escapa a mi comprensión.

        Pero dejando eso de lado, recordemos por ejemplo a Aquiles. que recibió el regalo de los dioses para decidir sobre su propio destino: una vida corta y gloriosa o una larga y obscura.

        Ya sabemos lo que él eligió; yo, timorato y pacífico, hubiera elegido lo opuesto.

        El caso es: ¿tengo yo (o el estado o la mayoría de la sociedad) el derecho a imponerle mi decisión, en aras de su pretendida seguridad y bienestar?

        Lo malo es que nuestra sociedad actual, liberticida y entrometida, quizás diga que sí.

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      • javierfpanadero dice:

        Siempre intento responder… gracias a ti por comentar.
        La frase guay que nos mola es «¿Cómo va alguien o un Estado a entrometerse en la decisión libre de una persona?»
        Y el problema gigante es… «¿Es libre esa persona?»
        Un abrazo

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  6. Santos Elx dice:

    Pues yo me he hecho esas mismas preguntas muchas veces. Todavía lo hago. Y mi conclusión es intermedia entre las dos posibles que planteas. Por un lado pienso que ya hago suficiente ayudando e informando de lo que puedo, puesto que no puedo obligar a nadie a actuar según mi criterio. Por otro lado, como eso no me deja satisfecho sigo empeñándome e insistiendo en ello todo lo que puedo.
    Otra conclusión a la que he llegado es que la mayoría de la gente no desea información sino que le soluciones el problema. Pero es más, cuando he tratado de solucionarles el problema tampoco he tenido éxito y, en más de una ocasión, han preferido tomar un camino más difícil, oneroso y caro, pero que es el que han tomado siempre. 😦

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  7. Heber Rizzo dice:

    Para un liberal y humanista, la respuesta es que esa persona tiene derecho a ser libre, es decir, a tomar sus decisiones por sí mismo, según su leal saber y entender, por la simple razón de ser una persona.

    Podemos cuestionarnos si alguien es libre (total o parcialmente) o no, y en ese caso deberemos intentar que las condiciones en que se encuentra le permitan serlo. Lo que no podemos hacer es tomar esas decisiones en su nombre con la excusa de que no es libre para hacerlo él mismo, o porque las decisiones que pueda tomar no nos gusten o incluso porque las consideremos nocivas para él.

    Como dice Santos Elx. la mayoría de la gente pretende que sus problemas sean solucionados, preferentemente con el mínimo esfuerzo y responsabilidad de su parte.

    Eso es parte del crecimiento de esa persona, es decir, de su capacidad de llegar emocionalmente a la adultez. Debemos comprender que mucha gente no alcanza esa meta. Pero lo peor que podemos hacer es andar siempre ofreciéndoles una muleta en lugar de intentar enseñarles a caminar. Y si no quieren caminar, pues deberemos aceptar que quizás esa su forma de ser felices.

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    • javierfpanadero dice:

      Sin duda luchar por la libertad de otros, y en este caso no con guadañas y antorchas, sino con luz y pensamiento es nuestro placer, nuestro privilegio y según te escucho nuestro deber moral. En eso estamos. Un placer charlar con vosotros.

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  8. Francisco dice:

    Hola, me ha gustado tu artículo, son de esas cosas que sabes, pero cuando te las recuerdan te das realmente cuenta de lo que significan, y el valor que tienen.
    Respecto al paternalismo, es difícil decidir, por una parte es cierto: ¿Porque tiene el estado que tutelarme con respecto al casco?. Pero también es cierto que las consecuencia de ello las pagamos todos, económicamente, socialmente, y moralmente, ya que hay que poner gente a tu disposición, para atenderte, una ambulancia, que puede sufrir un accidente por ir rápida a atenderte, un hospital, servicios que todos reclamamos inmediatamente, y lo que podría haber sido un golpe sin más, se trasforma en un cosa seria.
    O no conducir con alcohol, ya que yo soy suficientemente “responsable”, pero y ¿si te sales de la carretera? y le das a otro, y lo matas. ¿es paternalismo el límite de velocidad?. Yo personalmente no tengo claro dónde está el límite, la frontera.

    Un saludo Francisco

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  9. Heber Rizzo dice:

    Francisco:

    ¿Y si vas caminando y cruzamos distraídos con luz roja? La culpa es del caminante, claro. Pero, ¿no lo vamos a atender por ello?

    Y en cuanto al alcohólico que conduce un vehículo, ya sabe que no debe hacerlo. Si provoca una muerte, no debería ser condenado a cuatro o a seis años, sino a 30 por lo menos, por negligencia criminal.

    En cualquiera de los dos casos, el estado y la sociedad siempre advierten que eso no se debe hacer, y sin embargo comenten el mismo error o la misma falta.

    ¿Deberemos prohibir a la gente que conduzca o que camine por la calle, por las dudas?

    El límite es el sentido común, y la propia responsabilidad de la gente adulta, que no debe ser manejada como párvulos incapaces.

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  10. Francisco dice:

    Hola Heber Rizzo.

    Yo no planteaba el que se le deba o no dar asistencia. Lo que quería decir, quizás no me haya expresado bien, es que si yo «pierdo» el derecho a decidir, si llevo casco o no, porque el estado me obliga, ¿es tutelarme?

    Podríamos estar de acuerdo en lo de los treinta años, pero si muera alguien o queda tetrapléjico los treinta años no le sirven para nada.

    Y siempre será diferente un error, que una estupidez: dos años por conducir un coche, con 250 caballos, en plena ciudad a las tanta de la madrugada, en una recta, saltarse un semáforo, matar al que venía por una carretera perpendicular condiciendo tranquilamente, porque el semáforo lo tenía en verde. Dos o treinta no le sirven de nada.

    Como dice Javier: el “sentido común” y “ser adulto” brillan por su ausencia, no es una asociación automática, mirando al mundo, a veces parece que van disociados.

    También nos podríamos plantear: ¿Debemos reglamentar todo porque siempre habrá gente que el “sentido común” y “ser adulto”, no sabrán lo que es?

    Para mí, que no lo tengo nada claro, es complicado.

    Francisco

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  11. Heber Rizzo dice:

    Francisco:

    Si el estado decide por ti en un asunto que solamente te compete a ti mismo, te está tutelando, sin duda.

    Por supuesto, la excusa es que lo hace por tu bien, pero ¿es que acaso el tutor sabe realmente lo que es mejor para ti? ¿Cómo puede saberlo, si tiene tus mismas capacidades? A menos, claro, que sean seres superiores y que tutelen por derecho celestial.

    El casco en las motos podrá, a veces, evitar lesiones, ¿pero sabemos acaso los accidentes que provoca por limitar la visión o la audición? Mi experiencia de 50 años como conductor (y con solamente dos choques leves en mi haber por vehículos que embistieron el mío) me ha enseñado que muchas veces el sonido es un buen auxiliar.

    Un conductor con la radio de su coche a todo volumen no se entera de lo que pasa a su alrededor (y no solo por el aturdimiento que le provoca) sino que no puede escuchar una sirena, o un toque de claxon, o una frenada que lo alerte del peligro. Y el casco limita aún más la recepción del sonido.

    ¿Y los cinturones? Es cierto que muchas veces el cinturón salva vidas, pero también varias veces han ocasionado muertes en accidentes que habrían sido leves.

    En general los políticos son ignorantes e inútiles, excepto en lo que puede servirles para sus propios fines, alcanzando entonces niveles increíbles de conocimiento, astucia y eficiencia. ¿Pueden estos individuos saber más que tu sobre lo que te conviene? ¿Puedes tu confiar en que sea así? ¿Puedes realmente confiar en ellos?

    Si realmente quisieran facilitarte la consecución de tu bienestar, entonces te brindarían abiertamente toda la información recabable para que tú tomaras, libremente y sopesando todas las posibilidades, tus propias decisiones.

    Y si no sabes si está bien que te tutelen, si no alcanzas a ver el dominio tutelar que ejercen sobre ti, entonces quizás todavía estés en edad de ser tutelado. Lamentablemente, tendrás una compañía abrumadora, te lo aseguro.

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    • Francisco dice:

      Heber Rizzo:

      Cascada de acontecimientos:

      Alcanzas una edad de raciocinio X eres independiente de tus Tuteladores (Padres).

      Sigues estudiando, los dejas. Eres capaz de decidir, que nadie te tutele.

      Alcanzas una edad de trabajar, según tu propio criterio y sentido del tutelaje.

      Trabajas, no hay trabajo para todos, “escoges el que “quieres”” , condiciones malas que digo malas, pésimas, sin ningún tipo de tutela (protección) social o de seguridad (tutela).

      Pero eres libre de irte cuando quieras, o montar tu propio negocio y pones unas condiciones laborales que tu buen “sentido común” te dicte, ya que el estado no te va a tutelar a tí, sobre cómo llevar tu negocio, el que quiera que entre, el que no que haga lo mismo que tú.

      Te casas, tienes hijos, yo no tengo hijos así que poco se de la educación de un hijo, también es cierto que para lo que veo a veces poca idea hay que tener.

      La educación la que tú quieras, hasta los 10, los 15 los 18, los 30, el estado no te va a tutelar sobre cómo, de qué manera y hasta cuando educar a tus hijos.

      Por cierto esas propiedades, que has conseguido con ese negocio , ¿cómo las mantienes? . Porque si alguien decide que parte las has conseguido de una forma que no corresponde a su “sentido común”, quizás crea que tiene derecho a una parte o a todo, digamos un trabajador que ha sufrido un accidente en esa empresa y que está en la miseria, como consecuencia del accidente.

      Si intenta quitártelas, ¿apelarías al estado para que tutele tu propiedad?, o ¿volvemos a la ley del más fuerte?.

      Cuando vas por la carretera ¿respetas unas normas? que el estado ha tutelado “por tu bien”, o sencillamente vas a tu aire, por la izquierda o por la derecha o por el centro.

      Ya que la no tutela en la sociedad viene del derecho a equivocarte, me imagino que si mandas a reparar la moto y la reparación es defectuosa lo solucionas por tu cuenta y no pedirás la tutela de un juez. Porque el neumático que te vendieron estaba defectuoso, y te has salido de la carretera. Por cierto si en la puerta hay un armario de dos metros con una porra, dime por favor como la haces.

      Otra vez eliges mejor. Qué para eso sabes elegir, no vas a elegir aquellos que el estado haya tutelado “por tu bien”, intentando garantizar una calidad, pasando unos controles, y poder exigir unas responsabilidades (tutela a través unas normas, llamadas leyes).

      Porque tú ya sabes elegir y no necesitas que te tutelen.

      Sigo sin tener claro donde debe tutelar “me”, y donde no, pero una cosa tengo clara lo que no puedo es pedir la tutela cuando “a mí” me interesa y protestar cuando no me apetece que me tutelen. Quizás el problema sea que soy un poco incauto o necesito que me tutelen.

      En esta sucesión de hechos, ficticios e inimaginables, que nada tiene que ver con la realidad, ¿Dónde pondríamos el «hasta aquí»? .

      P.D. No pretendo quitar a nadie el derecho a protestar, es mas es la única soluccion en esta sociedad, pienso yo.

      Francisco

      P.D. No pretendo quitar a nadie el derecho a protestar, es más, pienso que es la única solución en esta sociedad, incluso aunque a veces lleve incoherencia por nuestra parte y contradicciones.

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  12. Heber Rizzo dice:

    Francisco:

    Confundes nuevamente las cosas.

    Una cosa es tutelar, ejercer la tutela:

    DRAE 1a. acepción: . f. Autoridad que, en defecto de la paterna o materna, se confiere para cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil.

    Otra cosa completamente diferente es reconocer al individuo tanto su derecho de hacer sobre sí mismo lo que considere conveniente como imponerle su responsabilidad sobre los actos que ejerza sobre los derechos de los demás, es decir, la obligación de responder por sus propios actos.

    Resumiendo, es la diferencia entre la autonomía de la persona sobre sí mismo y su actuación en sociedad con respecto a los demás.

    Esa imposición del estado sobre las conductas individuales con respecto a los demás es inherente a la sociedad organizada. Pero, por supuesto, nadie tiene derecho a obligarte a que vivas en el seno de esa sociedad organizada, aunque sí a ajustar tu comportamiento a sus reglas si decides vivir en ella.

    Para eso, existen los «derechos individuales», donde el derecho de cada uno tiene como único límite el derecho del otro. Lo que debería hacer una sociedad bien organizada es defender ese «derecho del otro» por medio de la conjunción coercitiva de todos (la justicia, la policía y la defensa nacional), sin inmiscuirse en el derecho de cada uno sobre sí mismo. Cuando infringe esta última parte, tenemos un estado tutelar.

    Para eso deben existir normas sobre el relacionamiento de las personas entre sí, de modo que cuando se infringen sus límites podamos utilizar la fuerza coercitiva que le hemos concedido al estado.

    De ese modo, la acción coercitiva es válida cuando protege al individuo de los procedimientos de los demás pero deja de serlo cuando intenta protegerlo de sí mismo.

    Ese es, en mi opinión, el límite correcto entre libertad y responsabilidad, entre derechos y obligaciones.

    El problema se da especialmente cuando el estado decide tutelarte (desconocer tus derechos sobre tí mismo) mientras permite que otros impongan sus acciones sobre tí, como por ejemplo políticos corruptos y aforados, banqueros corruptos que te engañan y roban, o asesinos y/o ladrones que no reciben un justo castigo por desidia, desinterés, o lo que es peor, intereses ocultos de los gobernantes.

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    • javierfpanadero dice:

      Yo creo que andamos todos muy cerca.

      A nadie le gusta que le tutelen.

      No debería hacerse.

      La libertad individual debería ser la regla, siempre que se respeten los derechos de los demás.

      Pero el problema, es… no somos libres.

      Y ahora viene el dilema de cualquiera que tenga gente a «su cargo», como padre, educador, o en cualquier organización donde generes «legislación» o normas.

      ¿Dejo que se den una ostia tras otra hasta que aprendan en el uso de su libertad o les protejo yo recortándosela?

      Y en el caso de que elijas la segunda opción, puede que incluso te pongas un límite… Si después de n repeticiones sigue intentándolo, dejaré que se dé la ostia para que aprenda así.

      Yo tampoco lo tengo resuelto, ni en general, ni en muchos casos.

      Un abrazo para ambos

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  13. Francisco dice:

    Me dices que confundo las cosas, bueno ya te digo que no lo tengo claro, por lo tanto sería normal.

    Pero tú me hablas de una teoría que puedo leer en la DREA, y en las leyes, bien, vale. ¿ Y aplicarlas?, ese , a mi confuso entender , es el problema, “Tu libertad acaba donde empieza la mía”, frase preciosa donde las haya. Por cierto ¿dónde empieza la mía?, ¿dónde mi sentido común me lo diga?, vas apañado, ¿dónde lo diga el tuyo?, la llevo clara.

    Para mi ese es el problema, en la teoría, todos de acuerdo. Y luego , ¿Cómo la aplicamos?. ¿Que nos tutelen?. Como dice Javier dejamos que se den de ostias hasta que aprendan, y si no tiene la capacidad de resolver ese problema, voy yo y se lo resuelvo, lo tutelo, vale, con gente a tu cargo solo es un dilema de hasta dónde, que no es poco, pues se supone que están aprendiendo, y es parte de tú cometido.
    Y en un conflicto entre “adultos”, ¿Qué se estrellen?, y si eso me afecta a mí, un conflicto laboral. O voy yo el iluminado de turno y marco la solución, porque tengo más capacidad de convencer que tú, y además tengo la razón faltaba más, les tutelo.
    Ya, me dirás que la gente no es suficientemente madura, que el tema no es la gente, si no uno mismo, y que por lo tanto no vale para la discusión, y quizás tengas razón, pero para mí, es el día a día, lo otro me basta con leer un “poco” para entenderlo, que está muy bien, pero no me resuelve nada, o casi nada.

    Dices: “Otra cosa completamente diferente es reconocer al individuo tanto su derecho de hacer sobre sí mismo lo que considere conveniente”, la eutanasia, el aborto, el suicidio. ¿Tiene una persona derecho a suicidarse?, ya, esta sin todas sus capacidades mentales, le tutelo. Le llevo al siquiatra y le quito esa idea de la cabeza. ¿Y luego?, ¿Qué tipo de vida lleva?, eso no es asunto mío, no le voy a tutelar, para eso está su capacidad de decidir que un siquiatra ha hecho renacer. A hora bien, que ni vuelva a intentar suicidarse, que para eso estoy yo a aquí (yo estado).

    Yo no sé en qué ambiente te mueves, pero yo lo veo todos los días, todo el mundo agazapado a ver quién saca la cara para que se la partan, claro, si hay algún beneficio yo también tengo derecho, porque todos somos iguales. Ya, personas inmaduras, jetas, que necesitan o quieren ser tuteladas, y todo lo que quieras, pero sus decisiones me afectan a mí.
    Si es cierto lo que dices: “tendrás una compañía abrumadora, te lo aseguro.”, Pero es que sus decisiones tuteladas me afectan y mucho, entonces: tengo que tratar de influir en ellas (tutelándoles), o me trago el sapo una vez más.

    Tú me dices que en lo individual, es donde se debe centrare la cuestión, en mi confusión, en cuanto salgo a la calle no consigo ver con claridad donde esta lo individual, ¿en llevar la ropa que quiero?, no, ¿en beber lo que me da la gana?, no, ¿en hablar con quien quiera?, no,¿ en ponerme el casco o el cinturón?, no. ¿Tengo suficiente libertad para hacer eso?, no. En teoría sí, pero en la práctica la sociedad me tutela, si quieres de una forma sibilina, pero me tutela, llámale me influye, si quieres, pero aunque me dirás que no es lo mismo, para mí sí.
    Bueno pero la gente no es la discusión, es el individuo con su comportamiento. ¿REALMENTE SE PUEDE SEPARAR?, ¿Tú puedes separar tu comportamiento individual del general?. Yo creo que a mí me resulta imposible. Por cierto y aunque no te lo creas tengo fama entre la gente que me conoce de ser muy, pero que muy, incluso demasiado, independiente. Bueno, claro, a saber con qué gente ando yo (No te lo digo de mala leche, créeme).

    Entonces ¿Dónde está lo individual?, ¿que alguien me lo explique por favor?. Yo no lo veo, ya, si no lo veo es mi problema. Quizás ese se al problema de fondo, tú lo tienes claro y yo no. Ya ves a punto de jubilarme y todavía con estas historias.

    Un abrazo para los dos (y para el resto también, no os pongáis celosos):

    Francisco.

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  14. Heber Rizzo dice:

    No digo que la dilucidación sea sencilla. Para comenzar, iría con la declaración de derechos de la constitución estadounidense. Es un buen compendio.

    En cuanto a los límites de los derechos individuales, me parece claro y sencillo establecerlo, ya que nadie en el usufructo de sus derechos podría imponerse a los derechos individuales de cada uno de los demás. No veo ningún problema.

    Ciertamente, las experiencias personales no pueden generalizarse, pero jamás he tenido problemas en actuar como quiera, según mi conveniencia. Es sencillamente una cuestión de elección, mi elección. Lo que no significa que a veces esa elección me provoque molestias, pero en mi valorización y para ese caso, fue la consideré que mejor me servía.

    El tema problemático es la imposición de esa decisión. Que se pretenda tener el derecho de consumarla e imponerla. Eso es tutela, y por ello siempre, desde que tengo memoria, he luchado contra esa situación.

    No es sencillo, ya que la mayor parte de la gente parece preferir que su responsabilidad se diluya y/o desaparezca en manos del poder de turno.

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