Hace unos días escribí un post «Un planeta con cerraduras» y, sin quererlo, he resultado críptico para unos queridos amigos que se han preocupado por si me han robado o hecho algo.
Mi intención era sencillamente compartir con vosotros lo triste que resulta a causa de miedos, codicias, envidias y demás linduras que nos adornan, el hecho de que haya que encerrar lo que nos corresponde por derecho para que no nos lo quiten, o lo que hemos usurpado para que no lo recuperen sus legítimos dueños… triiiiste.
Por otra parte, como integrante de esta sociedad y responsable en parte del tinglado, me da un poco de vergüenza que estemos todavía en este nivel humano. Intentaremos mejorar.
Con respecto a mí, no sólo no me quejo, sino que me siento agradecido de que la vida no me haga pagar todos mis descuidos (que son muchos) ni el importe completo de las «facturas» que generan mis errores. Agradecido a la vida y también a la gente que me cuida o al paseante que me echa una mano. Aprovecho para mandar un saludo a todos.
Finalmente, el candado que puse es la imagen sin derechos que más me gustó de las de candados que encontré en la wikipedia.
Un abrazo para José Miguel y para el Gran Eduardini. Me hubiera gustado veros el domingo.
Je,je, me alegro.
Un abrazo.
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Acabo de leer este post. Me alegra que no te pasase nada malo. Y a mí también me gustaría vivir en una sociedad donde no hiciesen falta las cerraduras, pero mis esperanzas son más modestas: me conformaría con vivir en un mundo donde el Barca no ganase tan frecuentemente 😉
Un fuerte abrazo
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[…] la sociedad de hoy, con cómo somos nosotros. Te puede enfadar que así sea, te puede entristecer (a mí, mucho), pero no voy a negar la realidad. Para mí ser optimista no es hacer un juicio sesgado. El juicio […]
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