¿Era Hitler vegetariano? ¿Nos hacen buenos nuestras obras?

Hace poco oí que Hitler era vegetariano, y mirando la «omnisciente» wikipedia parece que hay cierta controversia.

En realidad, lo que más me interesa es la segunda pregunta del título:

¿Nos hacen buenos nuestras obras?

Con frecuencia nos pasamos la primera parte de nuestra vida (más o menos conscientemente) buscando realizar algo que «nos justifique»: títulos académicos, logros externos, cumplir roles sociales como pareja o padre…

Es también frecuente que ninguno de esos logros nos proporcione una felicidad duradera por sí mismo.

Y, según vamos cumpliendo años, no es raro que comencemos a «reconstruir» nuestra memoria, de forma que fabricamos pasados míticos donde éramos más felices que en el presente.

Así, unas veces buscamos nuestra redención en el futuro, y otras veces nos dejamos arrastrar por la nostalgia o por el peso del pasado. En ambos casos la felicidad asociada al logro se separa del momento presente y por lo tanto se aleja de nosotros.

Aunque se ha dicho (y diría que con acierto) que «obras son amores» y «por sus obras los conoceréis», no creo que la relación causal sea: haces obras buenas luego eres bueno.

Al igual que el tipo del título, mucha mala gente habrá hecho acciones objetivamente buenas aquí o allá, sin que eso les hiciera buenos, o el hecho de que fueran malos hiciera malas también a esas obras.

Lo que sí creo es que la buena gente se siente inclinada a hacer buenas cosas, de forma que, las buenas obras, pueden ser un buen indicio para conocerlos, pero no una prueba.

De alguna manera, lo que ocurre en el exterior se desvincula una vez más de nuestros estados internos, como ya comentamos en

Ser feliz no tiene demasiado que ver con las cosas que te pasan

y en

¿Por qué tengo que respetarte?

Fuente foto: wikipedia

5 Responses to ¿Era Hitler vegetariano? ¿Nos hacen buenos nuestras obras?

  1. José Luis dice:

    De lo que yo sé el vegetarianismo de Hitler no tenía nada que ver con principios o con ideologías, mas bien se trataba de una dieta baja en grasas de la que se eliminaron las carnes, se le hizo comer mas verdura por salud.
    Hitler, no olvidemos, era adicto a las drogas, sobretodo tranquilizantes, tenía además una salud malísima por lo que no es muy seguro que siguiese una dieta por principios, mas bien por recomendación facultativa. Los propagandistas del Hitler contaban lo que fuese para aumentar el culto a la personalidad.
    Pinochet asistía a misa regularmente, algo que convencional y socialmente se considera de buenas personas, o por lo menos propio de personas con conciencia.
    A Bush era habitual oírle hablar de Jesús, aunque no sé si ésto no era mas que una maniobra de imagen bien montada.

    A las buenas personas se las conoce con el trato. Yo creo que las buenas obras también se pueden hacer por conveniencia, por imagen, por hipocresía, etc, las buenas obras no son un buen «barómetro» para identificar a una buena persona. Aunque sí que tengo claro que una persona que habitualmente hace malas cosas no puede ser buena persona, eso casi, casi seguro.

    Javier, ¿me he ido del tema?

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    • javierfpanadero dice:

      No diría yo que te has ido.

      El trato también puede resultar engañoso…

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      • José Luis dice:

        No me refiero al trato social, me refiero a convivir de cerca con una persona, el día a día, aunque, claro está, nunca se acaba de conocer a una persona del todo, y como dice mi madre: «Somos arcas cerradas».
        Realmente el saber como distinguir a una buena persona es uno de los dilemas que mas han preocupado de siempre desde al mas poderoso de los gobernantes al mas sencillo de los campesinos. Si fuese todo tan fácil como mirar dentro de una caja…

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      • javierfpanadero dice:

        El trato del que hablas (yo también me refería a ese) también puede ser engañoso… o quizá es que uno no es muy perceptivo respecto a la gente.

        Cita geek:
        Appearances can be deceiving… (matrix)

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  2. David dice:

    De el jueves de hace unos años:
    «Hitler no fumaba; Franco tampoco». Cada uno es lo que es, aparte del grado de estupidez innata (e ilimitada) que tenga.

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